Libertarios y neoliberales, además de algunos “adherentes voluntarios” de dudosas o nulas convicciones de ética política, con los apoyos de los medios concentrados y mercenarios varios de fácil “opinología”, se dedicaron con persistencia digna de mejor causa, a atacar al Estado, como supuesta (y claramente falsa) causa de los males que aquejan a Argentina.
Ahora, después de dilapidar más de nueve meses de gestión de gobierno, período en el cual canceló o paralizó todas las obras públicas previstas, se acercan los meses de verano, de previsibles altos consumos de electricidad, y ya no existen márgenes para implementar reales soluciones, quedando solo las alternativas de intentar “parches de apuro”, los que siempre resultan más costosos y menos eficientes.
Y no pueden decir que fue un escenario sorpresivo ni totalmente improbable, pues al comienzo de esta gestión de gobierno libertario – neoliberal, la también verborrágica Canciller Mondino, ironizó recomendando comprar grupos electrógenos, ante los previsibles cortes del servicio que ya entonces eran conocidos.
En este lapso de casi un año de gobierno libertario – neoliberal, período en el cual no solo no se tomó ninguna decisión positiva para ampliar la capacidad de generación con Energía de Base, sino que haciendo alarde de “la motosierra” (eslogan de campaña, que aplicado implicó paralizar todas las obras públicas y despedir grandes cantidades de personal del Estado) para paralizar todo, se suspendieron obras en construcción con financiaciones aseguradas, y se dejó sin efecto la licitación en avanzado grado de concreción, con la que se hubiese podido tener operativos generadores termoeléctricos de una potencia total de 3.340 MegaWatt (MW) antes que ocurran los picos anuales de la demanda.
Esos MW termoeléctricos hubiesen operado para cubrir con cierto margen los previsibles picos de la demanda estival; y las grandes obras caprichosamente paralizadas –las hidroeléctricas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic y la nuclear Atucha 3– hubiesen aportado respectivamente 1.310 MW y 1.200 MW de Potencia Firme, apta como Base del Sistema Interconectado, además de lo cual sus funcionamientos hubiesen ahorrado enormes volúmenes de combustibles, con los consecuentes ahorros económicos y ambientales.
Es de esperar que, volviendo la coherencia a guiar las decisiones económicas de Argentina, esas obras se retomen con decisión y vigor, pues es con grandes obras de infraestructura, como se fundamenta e impulsa el desarrollo nacional.
Mientras tanto, en el apogeo de decisiones de corte doctrinario, ultra privatista y paralizante de toda obra pública, marchamos a paso forzado hacia el caos generalizado, pues todas las obras de infraestructura se deteriorarán, por falta total de mantenimiento, siendo muy claro que la entelequia llamada “el mercado” no podrá ni querrá reemplazar el rol del Estado, como rector necesario de la Economía Nacional.
Ese previsible contexto de caos general, provocado por el cerrado dogmatismo ultra privatista y anti estatal, suele ser metodología perpetrada por los instigadores del caos, que una vez estallado el mare magnum, son los mismos que se ofrecen para aportar “soluciones”, con amplios respaldos mediáticos. Esa metodología fue descripta por Naomí Klein, y por Viviane Forrester, en sendos libros muy esclarecedores del accionar de esos ultra privatistas y otros oportunistas vinculados a esas operatorias.
Respecto a las motivaciones que estarían implícitas en el nulo accionar para evitar el contexto de muy posibles cortes masivos de energía, el especialista energético Nicolás Malinovsky, según un reportaje de Ámbito Financiero, expresó que “la política energética del Gobierno, que a simple vista parece que careciera de una planificación, deja entrever que su objetivo último es la privatización y concentración del sector energético en un puñado de empresarios con el fin último de maximizar sus ganancias”. También agregó, según la misma fuente: “La no-planificación del Gobierno se traduce en un gran negociado para los empresarios energéticos, que hoy forman parte del gobierno de Javier Milei”. Valiente opinión, que es para tener en cuenta.
En la misma nota, otro especialista consultado, Agustín Gerez, ex titular de Enarsa y miembro de los equipos técnicos de la Fundación Encuentro, expresó que “el Gobierno toma malas decisiones en materia energética y lo termina pagando la sociedad con aumento en las tarifas y con cortes rotativos”.
En concreto, en medio de muy malos indicadores socio económicos, que muestran un acentuado deterioro generalizado, intencionalmente provocado, es hoy evidente que nos empujan a un muy negativo contexto de acentuada doble pobreza energética, por los altísimos costos, impagables para muchos argentinos, de la energía en general; y por el cuadro de deterioro de la infraestructura, por falta de imprescindibles inversiones.
Lo primero, las muy caras y crecientes tarifas y precios de la energía, favorecen las sobre utilidades de empresarios vinculados al sector, uno de ellos el endeudador serial, el actual ministro de Economía. Lo segundo, la falta de inversiones, que ya en otros gobiernos neoliberales forzó la adopción de alternativas menos eficientes y más costosas, apremiadas por el contexto de caos, sin margen de tiempo para soluciones más eficientes.