La industria brasileña de exploración petrolífera vive un escenario boyante, pero enfrenta el riesgo de una escasez de mano de obra creado, paradójicamente, por el crecimiento acelerado, dijo Telmo Ghiorzi, secretario ejecutivo la Asociación Brasileña de Empresas de Bienes y Servicios Petroleros (Abespetro), en entrevista con la agencia Xinhua.
Según Ghiorzi, el crecimiento acelerado crea el riesgo de una «escasez de mano de obra» en el sector.
«No estamos formando a suficientes personas. Actualmente no existe una estrategia de formación de recursos humanos para este sector», afirmó.
Sólo para las 14 plataformas previstas por la estatal Petrobras, calcula Ghiorzi, se necesitarán unas 8.000 personas a bordo.
El problema afecta también a los proveedores de servicios de la empresa estatal, que se encuentran con dificultades para cubrir las vacantes de profesionales.
«El gran cuello de botella, cuando hablamos del vigoroso crecimiento del sector, es la mano de obra, cómo van a encontrar las empresas en el mercado el número de profesionales que necesitan,» afirmó el presidente del Instituto Brasileño del Petróleo y Gas (IBP), Roberto Ardenghy.
El segmento de los buques de apoyo a la producción, que prestan servicios como el transporte de insumos y el lanzamiento de equipos submarinos también enfrente el mismo problema.
Ghiorzy destacó la alta cualificación de los profesionales necesarios y los elevados ingresos: el sector paga 5,7 veces el salario medio del mismo profesional en otras industrias.
De manera paralela, la industria brasileña de exploración petrolífera se acerca al récord de actividad que se registró en 2014.
El número de plataformas de perforación y embarcaciones de apoyo a las plataformas está cerca del máximo de ese periodo y el empleo formal en el sector ha crecido más de un 40 por ciento desde 2020, según los datos que mensualmente divulga el Ministerio de Trabajo.
Las empresas que prestan servicios ya se enfrentan a problemas en la contratación de mano de obra y están estudiando incentivos para la formación del personal con el fin de mantener el crecimiento previsto para los próximos años, cuando debería batirse el récord de la actividad.
«Nuestros análisis indican que el sector seguirá creciendo hasta 2029, sólo con las inversiones ya contratadas en plataformas», afirmó Ghiorzi.
Las petroleras que operan en el país ya han notificado a la Agencia Nacional de Petróleo, Gas y Biocombustibles (ANP) sus planes de instalar 42 nuevas unidades de producción entre 2024 y 2028, periodo en el que se espera que el sector reciba cerca de 500.000 millones de reales (unos 100.000 millones de dólares) en inversiones.
La ANP prevé otros 24.000 millones de reales (unos 4.800 millones de dólares) para la exploración, que incluye la búsqueda de nuevas reservas y también está experimentando un auge en el país. El número de bloques de exploración actualmente bajo contrato es el mayor de la historia, según la agencia.
Para Ghiorzi, el escenario refleja la maduración de los descubrimientos del presal y el atractivo del petróleo brasileño, que tiene menos azufre y emite menos gases de efecto invernadero en su producción.
La expansión del sector petrolero contrasta con el discurso de defensa del medio ambiente y apuesta por las energías renovables del Gobierno.
No obstante, tanto el Ejecutivo como las empresas petroleras afirman que se seguirá consumiendo petróleo y que, con una producción menos contaminante que la de otros países, Brasil está contribuyendo a descarbonizar esta industria.
Los impactos económicos y fiscales de la actividad también han sido tenidos en cuenta. En los últimos años, según el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el sector ha sido uno de los motores del PIB, en el segundo trimestre, por ejemplo, contribuyó a que la industria extractiva brasileña creciera un uno por ciento en comparación con el mismo periodo de 2023.
Se espera que las inversiones actuales lleven la producción nacional de petróleo de unos 4 millones a más de 5 millones de barriles equivalentes de petróleo al día en 2030. El sector argumenta que la apertura de nuevas fronteras, como el margen ecuatorial, es esencial para evitar una recesión en la próxima década.