En el corazón de barrio Agote se emplaza un bar temático que invita a generar los más fatales pensamientos terroríficos. Freddy Krueger, Jason, zombies, fantasmas y exorcizadas le dan un aspecto por demás de particular a la esquina de Salta y Crespo. Un lugar lleno de fantasía que provocará pesadillas a más de uno.
Lucila y Lucas decidieron darle vida a un mundo de fantasía y gestaron luego de la pandemia el curioso espacio llamado “Horror Club”.
A pocos meses de su apertura, los curiosos se paraban en la esquina de Salta y Crespo para ver las esculturas de criaturas de terror, realizadas por Lucas, uno de los socios, que desde hace años tiene por hobby realizar muñecos de tamaño real basado en personajes horrorosos retro.
Conclusión se acercó hasta el lugar para entrevistar a Lucila, una de las responsables del lugar. “Mi socio Lucas empieza a hacer estos muñecos que están distribuidos por todo el lugar. A él le encanta el género de terror retro, y cuando me lo propone, decidimos iniciar este proyecto».
Al entrar al lugar no solo impacta el aspecto real de las esculturas terroríficas sino también la posibilidad de iniciar un viaje retro. “Acá tenés para jugar juegos de mesas en tamaño real, podés venir a tomar un café o una gaseosa con amigos. Apuntamos a un público más de niños, pero finalmente vienen un montón de gente grande también. Incluso abuelos que se juntan a jugar”.
Pensado para los más chicos pero visitados por los más grandes. “Viene gente más de nuestra edad y no tantos niños como nosotros pensábamos que iban a venir. Pero, sin embargo, los padres inculcan a los niños su cultura. Entonces los más chicos, hoy en día, juegan también videojuegos, Mortal Kombat y cosas que eran más de nuestra época”.
Arcade fichines, y juegos retro suman a una atmósfera especial para la aventura terrorífica retro. Lucas, el escultor y uno de sus socios comentó que comenzó como un hobby y que cuando empieza una escultura puede pasar horas confeccionándola, «perdiendo la noción del tiempo».
Los personajes van surgiendo y los lleva a tamaño real, elaborándolos con una masilla que adquiere en el exterior. “Realiza todo desde cero, confeccionándolos con una masilla importada. De hecho, va a dictar un curso acá en el local para enseñar a hacer esculturas y cabezas, como las que están distribuidas por el local”.
“Próximamente vamos a traer la escultura de la película de la monja, que ya la tiene casi terminada y no sé con cuál seguirá. Él quiere poner cada vez más muñecos”, comentó risueña Lucila.
El hecho de estar tan cerca de una escuela también es un dato particular, al ser consultada por Conclusión narró historias acerca de cómo los niños entran y se sacan fotos con distintos personajes. “Pensamos que quizás podían generar miedo, pero realmente fue todo lo contrario”.
Si bien el contexto económico no ayuda, de poco el lugar se va conociendo y la información se va pasando de boca en boca.
Para los fanáticos del terror, este espacio es un viaje al pasado que generará pesadillas en más de uno…