Por Alejandro Fabbri
El propio Maradona reconocía que en los inicios de su carrera jugó sus mejores partidos. De Cebollita a campeón con Boca, ya había ganado un Mundial juvenil.
La prehistoria del mejor futbolista de todos los tiempos. Cuentan que Goyo Carrizo, otro purrete de Villa Fiorito, convenció al pequeño Diego para que fuera a probarse con él a Argentinos Juniors a fines de 1969, cuando Francis Cornejo examinaba a quienes querían integrarse en los equipos infantiles. Viajaron juntos, jugaron juntos, fueron las figuritas del partido y Cornejo les hizo el ofrecimiento concreto.
Aceptaron y empezaron a formar parte de ese grupo de chicos, casi todos nacidos durante 1960, que al poco tiempo trascendería el módico mundo futbolero infantil con su nombre “Cebollitas”, ya que hasta los 14 años no podían representar al club. Diego era el más pequeño, a veces jugaba con diez u once años contra chicos de doce o trece y su calidad lo distinguía por encima del tamaño.
Cebollitas jugó el Torneo Evita de 1973 y fue la figura cuando eliminaron a Banda Roja, el equipo que representaba a River Plate, aunque unos chicos santiagueños los dejaron afuera por penales. Al año siguiente se quedaron con el título, y ya desde 1974, con Diego afianzado y admirado por su jueguito único e irrepetible en los entretiempos de los partidos de primera, se quedaron con el torneo de novena división. Ese toqueteo excepcional que duraba doce o trece minutos en el intervalo de los partidos cautivó al público que seguía al Bicho y a los hinchas de los cuadros que visitaban la vieja canchita de madera en La Paternal.
El miércoles 20 de octubre de 1976 fue convocado por el entrenador Juan Carlos Montes para ir al banco de los suplentes, en el partido que Argentinos jugaría contra Talleres de Córdoba en La Paternal, por la zona D del torneo Nacional. En el entretiempo y con derrota 0-1, Montes le avisó que ingresaría reemplazando al mediocampista Rubén Giacobetti.
Los cordobeses ganaron por la mínima y la presentación oficial de Diego, diez días antes de que cumpliera sus 16 años, ya estaba hecha. Aunque hoy hay casi un millón de personas que dicen haber estado en La Paternal esa tarde laborable de octubre de 1976, la verdad la dan las entradas vendidas: 7.737 populares y algunos centenares de plateas certifican que hubo alrededor de doce mil personas en el estadio que años después, reconvertido en una coqueta cancha de cemento, lleva su nombre.
En ese antiguo Nacional del 76, Diego jugó once partidos y le marcó dos goles al arquero Lucangioli, del San Lorenzo marplatense, en la victoria por 5-2. Después vendrían otros 114 con la camiseta roja y blanca. El torneo más largo del profesionalismo fue el Metro de 1977 y allí Diego jugó 37 partidos y conquistó trece goles, con el detalle de que siete días después de iniciado el torneo, Maradona sería incluido en la Selección argentina: ingresó faltando menos de diez minutos por Darío Felman, en la Bombonera, en medio de la fiesta que provocó el 5-1 del equipo nacional ante los rudimentarios húngaros.
En los nueve campeonatos durante los cuales defendió la casaca de Argentinos Juniors, Maradona jugó 166 partidos y convirtió 115 goles. Si los analizamos uno por uno, verificamos que señaló 68 en jugadas de ataque o contraataque, hizo siete tantos de cabeza, 20 de tiro libre y 20 de penal. Su primer penal convertido se lo haría a Nery Pumpido, que atajaba en Unión. Casi una década después, ambos serían campeones del mundo en México 86.
Algo que lo destaca (por si fuese necesario) es que con Argentinos Juniors fue cinco veces goleador del campeonato: del Metro de 1978 (22 tantos), del Metro 79 (catorce goles en catorce partidos), del Nacional 79 (doce en doce), del Metro 80 (25 en 32) y del Nacional 80 (trece en 18 juegos).
El detalle que agranda su eficacia es que el Bicho apenas consiguió el subcampeonato de 1980, cuando escoltó a River en el Metropolitano de ese año. Eso sí, le ganó 2-0 al Millonario como visitante, con dos goles de Diego, que en esa misma temporada se dio el lujo de hacerle cuatro goles a Boca en la cancha de Vélez. Fue un recordado 5-3, días después de que Hugo Gatti, arquero xeneize, lo provocara diciendo que era “un gordito”. A Boca, además, le hizo otros cuatro goles jugando distintos partidos en la Bombonera para el Bicho.
Mientras la rompía en Argentinos Juniors –son muchos los que aseguran que fue su mejor rendimiento en torneos de equipos, algo que Diego también afirmó varias veces–, debutó en la Selección mayor, pero fue dejado afuera por César Menotti del plantel que jugaría el Mundial de 1978, algo que nunca aceptó pero que finalmente entendió. El DT lo había protegido por su edad (17 años) y la presión que podía llegar a recibir, más allá de la enorme calidad de quienes ocupaban su lugar, como Norberto Alonso, José Daniel Valencia o Ricardo Julio Villa.
DE FIORITO A JAPÓN
Lideró el Seleccionado juvenil de 1979 que le dio el primer título mundial a la Argentina, cuando arrasó en Japón y provocó que millones de argentinos se levantaran bien temprano para ver el partido vía satélite por TV. Ya integrado definitivamente al equipo mayor, brilló en la gira por Europa, especialmente contra Escocia, y al año siguiente contra Inglaterra y Austria.
Para 1981 lo contrató Boca Juniors, en una operación cercana a los diez millones de dólares, aunque el dinero nunca se terminó de pagar y al mismo tiempo provocó un enorme descalabro en la economía xeneize. Armó una dupla genial con Miguel Ángel Brindisi y Boca pudo festejar el campeonato Metropolitano con un escaso punto de ventaja sobre el sorprendente Ferro de Carlos Timoteo Griguol. El triunfo 1-0 con gol de Hugo Perotti a pocas fechas del final definió el torneo.
Ya había archivado en su memoria el hinchismo por Independiente y la admiración (que mantuvo) hacia su gran ídolo, Ricardo Bochini. El 2 de diciembre de 1981 jugó su último partido en ese primer ciclo en el club, en el triunfo 2-1 sobre Vélez, por el Nacional. Esa vez lo expulsaron junto a Abel Moralejo y no pudo jugar el desquite, que se adjudicó el Fortín por 3-1, eliminando a Boca. En total fueron 28 goles (17 en el torneo que ganó) para el Xeneize en 40 partidos oficiales.
La primera parte de su historia local abarcó cinco años y medio, con un registro de 206 partidos y 144 goles. Un subcampeonato con Argentinos y un título con Boca. El recuerdo habilita para esos goles gritados con los hinchas de La Paternal, el show contra River en la Bombonera (el 3-0 de Semana Santa con Fillol y Tarantini desparramados por el suelo), los golazos contra Independiente (en ambas canchas) y las apariciones mágicas que dejaron a la multitud con la boca abierta.