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Opinión del Lector

Cómo será el mundo laboral después de la pandemia

Mara Schmitman

Por Mara Schmitman

El trabajo no es una cuestión geográfica, sino de recursos. Uno de los grandes desafíos de este tiempo es replantearnos la filosofía de trabajo.

La crisis sanitaria revolucionó la manera en que hacemos todo, más aún, en el plano laboral. Si bien ciertos cambios ya se estaban dando de a poco, esta situación terminó de consumarlos y el debate sobre cómo será el mundo laboral tras la pandemia se hizo urgente. Sobre todo en Argentina, en el que unos 3 millones de trabajadores pudieron desempeñar sus tareas desde el hogar, la regulación del teletrabajo estuvo en el centro de la escena. La pandemia le puso fecha de vencimiento a discusiones impostergables y la Ley 27.555 sancionada en el mes de agosto fue una decisión clave en este sentido.

Por otro lado, ponderar el equilibrio entre vida laboral y vida personal, aspectos cada día más difíciles de separar, fue más necesario que nunca. El área de recursos humanos de cada empresa tuvo que modificar las formas de hacer las cosas, incorporando nuevas herramientas para gestionar el trabajo remoto, pero también repensando la vida laboral de cada colaborador que la compone. Ya no existe ese ambiente estéril de trabajo: la oficina está en la casa, el ambiente es el del hogar y hay que adaptarse a eso. Hay que considerar, por ejemplo, que una persona que está teniendo una call puede estar con su hijo al lado hablándole.

En esta línea, uno de los grandes desafíos de este tiempo es replantearnos la filosofía de trabajo: cómo lo hago, desde qué lugar, cuáles son mis tiempos y cómo los gestiono. Todo lo que se pensaba como una virtualidad o algo inevitable, se convirtió en una necesidad real e imperiosa porque el dispositivo de trabajo que se formaba en la oficina ya no está más. Esto implica todavía muchas resistencias entre los empleadores, porque aún existe esa concepción de control tayloriano: se piensa que una persona que no mueve su cuerpo o no está tipeando frente a una computadora no está trabajando.

Es fundamental la confianza y también la reconfiguración del esquema laboral apuntando a objetivos o tareas realizadas. De esta manera, podemos corroborar que la persona está efectivamente trabajando sin establecer dispositivos de vigilancia, no deseados por nadie. De los empleados se esperan las mismas habilidades de siempre: gestión de tiempo, tolerancia a la frustración, trabajo en equipo. Pero esta vez con un foco diferente, puesto que el trabajo en equipo cambió, la forma de gestionar el tiempo también y la tolerancia a la frustración pasa por otro lado. Los liderazgos tampoco son los mismos de antes y para eso se están desarrollando nuevas herramientas y capacitaciones para motivar a un equipo remoto, por ejemplo, que no es lo mismo que motivar al que se reúne en el mismo espacio.

Además, empezamos a entender que el trabajo no es una cuestión geográfica, sino de recursos. Quien tiene acceso a una computadora tiene acceso al mundo, a cualquier novedad o mejora a implementar, pero esto abre aún más la brecha de oportunidades entre quienes lo tienen y quienes no. Los reclutadores siguen poniendo el foco en las habilidades blandas de los candidatos, pero lamentablemente, las personas analfabetas digitales tienen muchas menos oportunidades que las demás.

Uno de los aspectos más deseables de cara a 2021 es el trabajo con equipos descentralizados, es decir, aquellos que no trabajan por geografía, sino por husos horarios. Muchas empresas en tecnología lo vienen haciendo desde hace tiempo, pero es una cuenta pendiente en organizaciones más tradicionales, como los bancos, por ejemplo. Este cambio disruptivo permitirá interactuar con gente de otras culturas, sobre las que deberán interiorizarse para establecer una buena comunicación. Para esto se requiere empatía y mucha escucha activa, habilidades que todavía están siendo relegadas.

Quisiera señalar, para finalizar, que la pandemia rompió completamente el equilibrio bio-psico-social. Sin embargo, gracias a esto, aprendimos la importancia de atender a la salud emocional y física individual de cada miembro de la organización. Y, en lo que más compete a las áreas soft de cada empresa, comprendimos, tanto empleados como empleadores, la importancia de generar ambientes de trabajo a menos y fundados en la comunicación y la confianza, se comparta o no un espacio físico de trabajo. Estamos hablando, al fin y al cabo, del tipo de cultura que cada organización construye día a día. La necesidad de enfocarnos en ese trabajo de hormiga es una gran lección para todas las organizaciones.

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