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Opinión del Lector

Con el dólar también: o es todo, o es nada

Jorge Alberto Lucero

Por Jorge Alberto Lucero

Objetivamente, Argentina es un país rico. Sin embargo, el cepo, la inflación desbocada, la mirada errónea al sector agroexportador, los subsidios sin reparos, las cargas impositivas exorbitantes y el desaliento al empresariado, sólo genera angustia y sentimiento de pobreza.

Hoy en Argentina existen una docena de tipos de cambio para el dólar. Hubo una cotización referida a una banda internacional de música y se solía establecer otra, según el tamaño o la figura de los personajes que aparecen en los billetes. Un caso único en países modernos y el nuestro puede considerarse adentro de ese grupo. Integramos el G-20, ni por asomo puede replicarse un caso similar allí.

¿Cómo llegamos hasta aquí y fundamentalmente cómo salimos? Estamos a días de una elección trascendental y una vez más el dólar se roba todo el protagonismo. Peor aún: desata con él angustia, zozobra, incertidumbre, temor de millones de compatriotas que aunque no tengan ni un solo billete estadounidense en su poder, saben que esto alterará sus vidas y no para mejor, precisamente.

Aún peor, estamos ante una administración política y económica que hace cuatro años no solo no encuentra una solución de continuidad al problema, sino que tiende a agravarlo cada vez más. Fueron cuatro años de un gobierno que se dedicó a dilapidar tiempo y esfuerzo en internas, que se llevaron puestos a varios Ministros de Economía (valga la acotación) antes que a resolver el tema y para colmo ni siquiera pudiendo evitar que empeore.

Infinidad de regulaciones y ventanillas para “ordenar” algo tan virtuoso como el comercio y algo tan indispensable como el comercio exterior, que es el que genera las divisas que nos faltan. Cepos que lo único que hacen es trabar, asfixiar todavía más a una economía agobiada por subsidios, con cargas impositivas exorbitantes, desaliento al empresariado, destrucción del valor simbólico y monetario del trabajo. Inflación desbocada.

Un panorama caótico, a todas luces. Con un precandidato a Presidente que se presenta como solución cuando desde hace un año es responsable de buscar salidas que cada día son más lejanas. Einstein lo resumió esto con la precisión del genio que era: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”.

Este gobierno no va a cambiar. No lo hizo hasta ahora, ¿Qué puede hacer creer que lo hará en el futuro? Con lo cual: no habrá cambios. Por eso sostengo que para el problema del dólar también aplica la frase que acuñó Patricia Bullrich, en este tramo final de campaña previo a las PASO: “Si no es todo, es nada”. Porque el dólar no puede aislarse de ese todo caótico que derivó en la desidia, impericia y necedad del kirchnerismo.

Si no es todo, es nada. Si no se hace un acertado diagnóstico del problema, es nada. Si no se deja de visualizar al sector agroexportador como un enemigo, es nada. Si no se calibra una economía con sus referencias alteradas por una multiplicidad de subsidios e impuestos muy distorsivos, es nada. Si no se recupera el valor de virtudes fundamentales como el trabajo, es nada.

Objetivamente, Argentina es un país rico. Tiene amplias regiones de las tierras más productivas del planeta. Tiene un mar de enorme riqueza. Tiene energía. Tiene un formidable talento en su población. Tiene conocimiento. Tiene héroes, historia épica, valores, tradición. Tiene hombres y mujeres que nunca bajaron los brazos. Pero todo eso, está reducido a nada.

Lamentablemente lejos de ver en nuestra realidad reflejadas todas esas virtudes, nos sentimos pobres. Acuciados por el dólar. Pero el dólar es un emergente (no menor, es cierto) del descalabro generalizado en el que nos sumió el Poder Ejecutivo de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

La mayoría de los modelos económicos se estructuran a partir de una cosmovisión política. Una idea. De ejes directrices que estructuren a los sectores empresarios y productivos, la fuerza del trabajo, las entidades financieras, los objetivos del país.

En cualquier caso, la confianza es el valor intangible esencial que necesitan los actores económicos, sociales y políticos para que esa idea de país se cristalice. Por eso para el dólar también aplica: Si no es todo, es nada. O cambiamos todo lo que hay que cambiar. O no cambia nada.

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