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Opinión del Lector

Derechos Humanos y Fuerzas Armadas

JORGE LUIS BERNETTI

Por JORGE LUIS BERNETTI

Los avances logrados desde la restauración de la democracia se sucedieron casi sin interrupciones, con algunos hitos que marcaron a fuego la subordinación de los cuadros militares a las instituciones de la Constitución. Las claves de un proceso que sigue en construcción.

Desde el 10 de diciembre de 1983, la principal preocupación de la restaurada democracia política argentina en relación con las FFAA, estuvo constituida por la tarea de subordinar a sus cuadros a las instituciones establecidas por la Constitución Nacional. De una parte, esa tarea se dirigió a lograr que la política sobre las instituciones armadas se convirtiera en la fijada por el poder civil; de la otra, ejecutar los procesos judiciales respecto de los crímenes cometidos durante “el proceso de reorganización nacional”, es decir, la dictadura.

Ello le costó a la sociedad argentina sangre, sudor y lágrimas a través de la derrota del proceso “carapintada” en sus cuatro levantamientos de 1986, 1988, 1989 y 1991. Los procesos a las Juntas de Comandantes de la dictadura y las sucesivas acciones judiciales a diversos responsables mediatos e inmediatos de acciones represivas radicalmente reñidas con la vida humana, han atravesado a las Fuerzas Armadas.

En ellas se produjeron autocríticas de los jefes de las máximas instancias castrenses. Al mismo tiempo, se fueron generando acciones relativas a incluir en su estructura y acciones, la vigencia de los diversos aspectos de los derechos humanos, establecidos en la reforma de la Constitución producida en 1994.

A partir del año 2003, el gobierno de Néstor Kirchner introdujo de manera drástica el tema con la bajada de los cuadros de Videla y Bignone de la galería de honor del Colegio Militar de la Nación y de la entrega de la sede de la ESMA a los organismos de Derechos Humanos, para sostener allí un lugar de memoria histórica sobre los sucesos trágicos de los años ’70.

Esta línea se profundizó sistemáticamente con el ministerio de Defensa de Nilda Garré en 2005, cuando fue creada la Dirección Nacional de Derechos Humanos (DNDH) y Derecho Internacional Humanitario. La tarea se sostuvo en la gestión de Agustín Rossi en esa cartera durante la presidencia de Cristina Kirchner, se retrogradó durante la presidencia de Mauricio Macri y volvió a tomar impulso en la presidencia de Alberto Fernández. En la segunda gestión de Rossi en el edificio “Libertador” y en la actual de Jorge Taiana continuó en aquel cargo Nacional el abogado, dirigente político, ensayista y profesor universitario Eduardo Jozami.

El doctor Jozami fue también, un preso político de la dictadura y un exiliado. Hoy conduce la Dirección Nacional con las direcciones de Memoria e Historia y Programas y de Género, al calor del cambio vigoroso en curso en la sociedad argentina en dirección a la igualdad de derechos en la materia y también una dependencia a cargo de relevamiento de archivos. Son 12 funcionarios y funcionarias los que trabajan en estas áreas.

La DNDH sostiene la vinculación del Ministerio con la Justicia para responder las demandas nacidas de hechos procesales e investigaciones sobre delitos violatorios en

esta materia. También la dependencia examina las calidades de quienes son propuestos para los ascensos, una acción que – por el paso del tiempo y las acciones ejecutadas – cada vez tiene menos que ver con lo sucedido entre 1976 y 1983.

La Dirección también examina las calidades de los militares en situación de retiro que, por sus capacidades, son llamados por el artículo 62 de ley del personal militar a prestar servicio en la jurisdicción.

La incorporación de la mujer a las FFAA, un desarrollo en vigencia en todas las armas y especialidades, cuenta con un sólido respaldo instituciona,l y en ese curso se plantean las contradicciones que constituyen un tema vigente en todas las instancias de la sociedad. Las conducciones de las Fuerzas apoyan este proceso que, más allá de dificultades puntuales, se plantea como líder – tanto como su prescindencia en la intervención en actos de gobierno – en toda América Latina.

Del mismo modo, el respeto por los Derechos Humanos se manifiesta cuando Defensa y los altos mandos homenajean la memoria del coronel Bernardo Alberte, la primera víctima, militar y civil de la dictadura en 1976. La acción más significativa en esta materia ha sido la enérgica reacción de Defensa y del mando del Ejército con los graves episodios que culminaron el año pasado con la muerte de un joven oficial y otro joven suboficial en el marco de violentas ceremonias de bulling producidas en guarniciones.

La prohibición de la realización de estas prácticas y la drástica separación de filas de sus responsables marcan otra época en la fuerza armada. Un cambio cultural es difícil en una sociedad o en una institución compleja. No sucede como una modificación jurídica, ni del modo de un reequipamiento de armas o hasta de un cambio de doctrina.

Los largos años de vigencia democrática demuestran, ciertamente, el avance positivo, pero el camino sigue en construcción.

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