Por ROBERTO VILARIÑO
En mi barrio, como en muchos otros de Argentina, los vecinos armamos un grupo de WhatsApp, principalmente por cuestiones de seguridad. El 8 de marzo de 2022 una vecina, temprano, escribió allí: "Feliz día"; unos minutos después otra contestó "gracias igualmente" y luego le siguieron seis o siete mensajes parecidos, todos de mujeres.
Me sorprendió que ningún caballero se expresara. Eran damas saludando a damas.
Pronto me di cuenta de la razón. Tanto se nos ha inculcado que el Día de la Mujer es un día de reivindicación del género y no un día de celebración (y por lo tanto, entre otras cosas, no debemos organizar festejos, regalar flores, ni decir feliz día), que ahora todos los hombres estamos temerosos de meter la pata.
Día Internacional de la Mujer
Si bien el origen de la conmemoración se remonta a 1857 en Nueva York, el hito más conocido fue la tragedia de un incendio industrial que ocurrió en la misma ciudad, en 1911. La fecha oficial del Día Internacional de la Mujer fue oficializada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1977.
Está claro, estamos en una fecha de conmemoración y, por lo tanto, no corresponde organizar festejos, ni hacer regalos que refuercen los estereotipos, pero… ¿Eso nos inhabilita a decir “feliz día”?
Los periodistas, publicistas, relacionistas públicos y comunicadores en general somos “profesionales de la palabra” y como tales es nuestro deber reflexionar sobre el uso de ellas.
Que asociemos la palabra “feliz” con festejos (“feliz cumpleaños”, “feliz Navidad”, “feliz día de la primavera”, etc.) no significa que estemos hablando de lo mismo. Decir “feliz día” es desear felicidad, ni más ni menos que eso.
Que por una asociación rápida, censuremos el deseo de felicidad, es una locura. Más bien tenemos que hacer todo lo contrario. Tenemos que trabajar para que haya igualdad de oportunidades para todos, sin discriminación, y eso no solo puede sino debe ser acompañado de un genuino deseo de felicidad hacia el prójimo.
Como decía la animadora infantil Xuxa, en su canción más famosa, "¡ser feliz no está de más!"
Evidentemente, aún con buenas intenciones, el Estado, muchas ONGs y varias organizaciones, como universidades y empresas, exageraron sus recomendaciones y ahora tenemos que desandar parte de ese camino. Son cosas que pasan.
Todo esto lo pensé hace un año, mientras tomaba mate y leía el chat de mis vecinas.
Esa mañana, después de ir y volver con el tema, finalmente tomé coraje. Superé el síndrome del WhatsApp en blanco y escribí un mensaje en el grupo vecinal que hoy repito y dedico a las lectoras de Perfil:
“A todas las mujeres a las que les gusta que le digan feliz día: ¡feliz día!”