Por Laura Lewin
El bullying es un acto de cobardía. El acosador necesita dañar física o emocionalmente a otra persona a propósito para sentirse “poderoso”, para mostrarse, para elevar su débil autoestima. Necesita de una audiencia que lo festeje, que lo vea. En definitiva un acosador es una persona que no sabe o no puede expresarse y recurre al bullying para llamar la atención y ganar poder.
El acosado, por lo general, es una persona frágil, que no siempre cuenta con recursos para defenderse o salirse del centro de la escena. Para el acosado, es una tortura que lo daña emocionalmente. Es verse envuelto en una situación de la que muchas veces no puede escapar por sus propios medios, y encima, muchas, muchísimas veces, los que podrían ayudar, se hacen los distraídos. El acosado se siente intimidado, inseguro, avergonzado, expuesto, humillado, vulnerable…. y todas estas emociones, en algún momento, echan raíces, llegando, inclusive, a afectar seriamente su salud mental, generando depresión y angustia.
El testigo, por otra parte, testigo silencioso de estas situaciones, también sufre y se debate entre acusar al acosador o mantenerse callado. Después de todo, podría pasar de testigo a acosado.
El bullying atenta contra la dignidad de las personas
El bullying afecta negativamente la salud y bienestar de los estudiantes, convirtiendo el entorno educativo en un espacio inseguro para ellos. Puede pasar en cualquier lugar, en persona, por mensajes de texto, o en las redes sociales. El bullying no es una broma ni una etapa. Es un problema afrontado por todas las edades y niveles de educación y puede ser perjudicial para la vida de una persona.
El acoso escolar es un problema grave que ataca a niños y jóvenes minando su autoestima y confianza, provocando en muchos casos la ansiedad y depresión, dejando en la persona serias dificultades para adaptarse a la sociedad.
Sin embargo, no todas las acciones que pueden lastimar a un niño son casos de bullying. Para que sea acoso escolar debe cumplir con las siguientes características:
- Debe tratarse de una acción agresiva e intencionalmente dañina.
- Debe producirse de manera repetida.
- Debe darse en una relación en la que haya un desequilibrio de poder.
- Debe darse sin provocación a la víctima.
- Debe producir un daño emocional.
Por qué no actúan los adultos con mayor firmeza
Muchas veces, el adulto no actúa por miedo. Otras, por no saber qué hacer. Otras, por no querer verse envueltos en algo que no pueden manejar, y tal vez hay otros que creen que no les corresponde actuar.
El adulto (docente o directivo) debe hacer lo que haría cualquier padre de buena familia: interceder.
Resulta imperioso capacitar tanto a docentes, como a directivos y a las familias en relación a este flagelo. Urge desde entender las causas, comprender cómo trabajar con los chicos independientemente de su rol, y generar protocolos de prevención, detección y actuación en casos de bullying.
La punta del ovillo está en dos cuestiones básicas:
El respeto.
La empatía.
¿Hasta cuándo vamos a tener que soportar que algunos chicos tengan miedo de ir a la escuela?
Hasta que las escuelas no desarrollen un programa de educación emocional transversal, que llegue a todos los actores de la educación, será muy difícil ponerle un freno al bullying. La capacitación, profesional y sostenida en el tiempo (no algo puntual), es el otro pilar del asunto.
Es muy importante, además, trabajar con el testigo, ya que el acosador necesita de su público para sentirse más popular y para generar mayor humillación en la víctima.
¿Es bullying o es delito?
Otro tema no menor es el de identificar la delgada línea entre bullying y delito. Si hay lesiones, si hay hurto, si existe la inducción al suicidio, ¿es bullying o delito?
¿Qué pasa con nuestros valores, con los valores de la escuela, de las familias?
¿Hasta cuándo vamos a tener que soportar que algunos chicos tengan miedo de ir a la escuela? ¿Quién para esta pelota?
Necesitamos de un Estado que proteja a los chicos en serio, que capacite, que modifique los programas para incorporar educación emocional, que haga respetar y cumplir los códigos de convivencia, y por sobre todas las cosas, que actúe con firmeza. Este es el momento de actuar, antes de que se siga naturalizando este flagelo y la violencia se genere cada vez más temprano. Ya se ven casos de bullying en el nivel inicial. ¿Qué locura es esta?
Como decía Martin Luther King, “hemos aprendido a nadar como los peces, a volar como los pájaros, pero no hemos aprendido el arte de vivir como hermanos”.
(*) Laura Lewin es autora, capacitadora y especialista en educación. Es oradora TEDx y ha escrito más de diez libros de educación.