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Opinión del Lector

El "déficit cero" del Incaa

Luciano Monteagudo

Por Luciano Monteagudo

En lo que va del primer año de gestión del período Milei no se inició una sola película argentina con algún apoyo o aporte del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales.

Entre el viernes y el lunes pasados, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) solamente propaló malas noticias a través del Boletín Oficial, el único medio a través del cual comunica sus acciones (salvo que Federico Sturzenegger se entusiasme con algún hilo en su mendaz cuenta de X). Primero fue el anuncio de nuevos despidos en el organismo, en un “proceso de readecuación de personal por encontrarse excedida la dotación óptima necesaria”. Y luego fue la decisión –siempre por decreto, al mejor estilo de este gobierno- de transferir las plataformas gratuitas Cine Ar, Cine Ar Play y Cine Ar Estrenos, hasta entonces bajo la órbita del Incaa, a un fantasmal organismo llamado Contenidos Artísticos e Informativos Sociedad Anónima Unipersonal, que depende de la Secretaría de Comunicación y Medios de la Presidencia de la Nación que maneja el vocero Manuel Adorni.

Qué hará el ambicioso Adorni con Cine Ar –poseedor de un catálogo de más de 700 películas argentinas de todas las épocas para unos dos millones de suscriptores- es por ahora una incógnita. Pero lo que queda claro es que en la medida en que el presidente el Incaa, Carlos Pirovano, siga desguazando el organismo deberá seguir “readecuando” la plantilla de personal, que siempre estará “excedida” en tanto en el edificio de Lima 319 cada vez se hace menos, con una tendencia creciente a hacer nada.

En lo que va del primer año de gestión del período Milei no se inició una sola película argentina con algún apoyo o aporte del Incaa. Se abrieron solamente tres concursos, pero tan mal concebidos y redactados que hasta ahora no tuvieron dictamen, como sucede por ejemplo con el de guiones, al que aplicaron unos 600 postulantes, para lo cual el jurado interviniente pidió 300 días para expedirse, considerando no sólo el volumen de trabajo sino también que como se trata de una labor ad honorem –como si el trabajo intelectual no tuviera valor- se supone que mientras tanto de algo hay que vivir.

Qué harán los ganadores con sus guiones premiados es otro misterio, en tanto el Incaa no tiene prevista ninguna línea de financiación o crédito para el cine argentino, que –según la gestión del economista Pirovano- debería recurrir a la banca privada, cosa que hasta ahora no ha hecho porque las tasas de interés son tan elevadas que vuelan por los aires cualquier presupuesto. A su vez, el Incaa ha dinamitado casi todos los puentes de coproducciones en marcha con países vecinos y con Ibermedia, por lo cual hay producciones que están en un limbo del que difícilmente podrán salir. No está de más recordar que un largometraje muchas veces suele llevar varios años de trabajo, desde su gestación hasta su estreno.

Las películas argentinas que estuvieron en los tres principales festivales de comienzos de 2025 provienen del período anterior al gobierno de Javier Milei, como es el caso de La virgen de la tosquera, de Laura Casabé, sobre relatos de Mariana Enríquez, que estuvo en competencia en Sundance; ¡Caigan las rosas blancas!, de Albertina Carri, en Rotterdam; y El mensaje, de Iván Fund, que resultó premiada con el Oso de Plata de la Berlinale, más Bajo las banderas, el sol, una coproducción con Paraguay, que allí mismo ganó el premio de la crítica, Fipresci. De hecho, Pirovano viajó al Festival de Berlín, pero no se tienen noticias de que haya firmado algún acuerdo o convenio internacional, o para qué fue exactamente, si ninguna de estas películas tuvo apoyo oficial siquiera para su participación en el festival.

La opacidad es la norma de conducta actual en el Incaa, que enarbola fantasiosas declaraciones de buenas intenciones en su página web, donde se habla de “eficiencia” y “transparencia” pero sobre cuyo funcionamiento se sabe poco y nada. Por caso, en www.incaa.gob.ar hay un apartado titulado “Participación ciudadana”, que sorprende (o no tanto) con el texto allí incluido: “Actualmente este organismo no cuenta con actividades para publicar en esta sección”. Ya se sabe: este gobierno de matriz autoritaria no busca consensos ni participación ciudadana alguna, salvo que Pirovano -en su caso- considere que eso es participar cada tanto de algún streaming de jóvenes incels libertarios, como el del gordo Dan, o de un mano a mano con la autodenominada @juventudLLACABA.

Históricamente, el Incaa publicaba cada mes el listado de los subsidios pagados. Desde que asumió esta gestión el Incaa dejó de publicar esa información, entre otras razones porque la discrecionalidad y los plazos con los que hoy el organismo paga los subsidios otorgados por la gestión anterior son una incógnita. Esa quizás sea una de las razones por las cuales buena parte de la comunidad audiovisual organizada –asociaciones de productores, directores y sindicatos- no expresa hoy a viva voz sus reclamos: parece difícil salir a morderle la mano a quien se ha arrogado el poder omnímodo de dar o quitar a piacere. Nada muy diferente a lo que hace el gobierno nacional con las provincias, por caso.

Otra analogía posible es con el tan mentado “déficit cero”: en el apartado denominado “Presupuestos” del Incaa figura la “Ejecución presupuestaria (base devengado) al ejercicio 2024”, donde en muchos de los ítems figura orgullosamente el signo numérico de valor nulo. Lo que ese pdf no contabiliza es que durante 2024 también dio cero la producción de cine nacional con apoyo del organismo. Pero tiene su lógica: sucede que para la gestión libertaria las palabras “producción”, “cine” y -en particular- “nacional”, son anatema.

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