Por Gabriel Romero
No la única pero sí una de las razones por las que millones de personas han buscado en las PASO “salidas” salvadoras de las habituales prácticas politiqueras es terminar, o protestar al menos, contra los arreglos y negocios que el Estado en sus distintos niveles acuerda con empresarios “amigos”.
Se ha conocido la publicación de un decreto del Gobernador Valdés acordando un contrato de obra en la ex cárcel en favor del grupo concesionario de Casinos del Litoral. Se concede la explotación por la friolera de ¡19 años! Y además se extiende la del Hotel de Turismo hasta el 2041.
No pude menos que recordar que las concesiones del servicio de transporte urbano de pasajeros y recolección de residuos se hicieron por 15 años y también a un mismo grupo empresario –ERSA- que ya había dado muestras sobradas de ser un gran incumplidor. En ese caso, fue el Estado Municipal.
Son ejemplos demasiado evidentes de negocios, o mejor dicho negociados, de dudosa legalidad y sobretodo de escasa legitimidad. Fruto de procesos oscuros y escasamente participativos.
Justificadas broncas populares que lamentablemente se orientan en un sentido que es aún peor. Dirigentes mesiánicos como Milei que aprovechan estas ruindades de los políticos tradicionales pero que, llegado el momento, no sólo están dispuestos a este tipo de prácticas, sino directamente a entregar llave en mano a empresarios exitosos no sólo alguna obra o servicio, sino la educación, la salud, la previsión social, los recursos naturales, la vida misma.
Venimos señalando hace muchos años que la honestidad, la transparencia, una nueva ética política es imprescindible para rescatar la acción del Estado del lodazal en el que ha caído.
Lo avisamos con todas nuestras fuerzas.
Ahora estamos llorando sobre la leche derramada.
