Por Sergio Morresi y Martín Vicente
El crecimiento de LLA fue veloz, apoyado en un activismo desde las redes sociales y las industrias culturales.
Los resultados de las PASO del último domingo expusieron un voto masivo para La Libertad Avanza (LLA) y su candidato presidencial, Javier Milei, muy superior al proyectado en encuestas: con más del 30% de los sufragios superó a Juntos por el Cambio (JxC) y a Unión por la Patria (UxP). El reparto en tercios separados por menos de tres puntos, sin embargo, coloca al espacio como claro ganador de la instancia. Milei se impuso en 16 de las 24 provincias, tanto en las de voto peronista (como la cuna del kirchnerismo, Santa Cruz) como en las inclinadas al cambiemismo (como la Córdoba motejada de “Macrilandia”), con excepciones como los territorios claves de cada fuerza, Buenos Aires y la Ciudad Autónoma.
El crecimiento de LLA fue veloz, apoyado primero en un activismo desde las redes sociales y las industrias culturales, que buscó una referencia electoral en su “batalla cultural” heterogénea y, con la efervescencia del momento pandémico, trocó en militancia callejera, visible y entusiasta a la hora de la candidatura legislativa de Milei en 2021. Esa elección mostró un voto transclasista, transgeneracional y que no necesariamente respondía verticalmente a las ideas del referente, ingredientes necesarios para la consolidación de una representación normalizada y competitiva, que logró su caudal actual sin entramado territorial y desarticulando los resultados de la elección nacional de las provinciales previas.
Mientras algunos denunciaban que no se trataba de “verdaderos libertarios” que “no quieren la libertad”, LLA operó en base a un fusionismo político capaz de combinar elementos de tradiciones dispares (imaginarios conservadores, nacionalistas y religiosos con las apelaciones al panteón neoliberal) contra enemigos comunes, sean “la ideología de género”, el “adoctrinamiento progresista” o “el colectivismo”. Lo hizo por medio de una estrategia de “populismo de derecha” tal como la concibió Murray Rothbard, autor de referencia para Milei, para quien había que crear un movimiento capaz de llegar a las masas directamente, contra las élites políticas que las estaban saqueando: “la casta”, en el lenguaje de LLA. Desde allí y a diferencia del sector de JxC que se muestra cada vez más antipopulista, Milei logró votos por derecha descontentos con la experiencia del gobierno cambiemita así como en sectores referenciados en el peronismo: como aguja, ese movimiento fusionista enhebró las transformaciones en las derechas argentinas con un proceso de cambio estructural más amplio, marcado por la crisis económica y el rechazo a la política tradicional.
* Sergio Morresi es escritor y politólogo. Martín Vicente es investigador del Conicet y escritor.