Por Claudio Serra
El Mundial de fútbol femenino y la buena presentación de la Selección Argentina, es un reflejo de lo que pasa en todo el país.
El fútbol femenino en nuestro país no es el mismo de hace 20 años atrás. Creció, y el futuro parece aún más promisorio.
La presentación de la Selección Argentina en el Mundial femenino 2023 de Australia y Nueva Zelanda, nos dejó un sabor agridulce. Si bien no se pudo obtener la tan ansiada primera victoria, el nivel mostrado por las chicas marca que se está en el buen camino.
Derrota sobre la hora ante Italia, empate épico ante Sudáfrica y derrota ante Suecia, selección que integra el podio a nivel mundial, marca que más allá de no poder sumar de a tres, nuestro fútbol femenino pasó de ser goleado en los anteriores mundiales a ser competitivo en este.
Y no es poco. Porque la transición de ser muy vulnerables a ser potencia no se hace de un día para otro. Se necesita tiempo y trabajo. Y las chicas de esta generación de futbolistas marcan una notable mejoría con la anterior.
La profesionalización ayuda a que las jugadoras tengan recursos para entrenar. Y sobre todo motivación. Es cierto que los montos que se manejan son muy distantes a los del fútbol masculino, pero la popularidad de la disciplina hace pensar que la brecha se acortará con los años.
Lo más estimulante es saber que las generaciones que vienen llegarán con una mejor base que las anteriores. Los clubes sumaron divisiones inferiores y prepararse con las mismas armas que los hombres, es fundamental para crecer.
