Por Eva Giberti y Carina Rago
La violencia contra las mujeres sentó sus reales en nuestro país. Así fueron golpeadas por los varones y padecieron el lugar de la víctima. Fue urgente crear un programa que se ocupase de su protección de una manera concreta y no como sucedía hasta entonces: recibir un pedido de ayuda y responderle, “vaya a la comisaría más cercana a su domicilio y siga las indicaciones”, dejándola sola en un trámite de rutina. La víctima no estaba en condiciones de asumir la falta de ayuda que se le ofrecía, había que ir a buscarla, localizarla, llevarla y explicarle su situación.
Así creamos el Programa Las Victimas contra las Violencias y recibíamos los pedidos de ayuda mediante la línea nacional 137. Móviles tripulados por un policía, una psicóloga y una trabajadora social se dirigían al lugar donde se encontraba la víctima, se la conducía a la comisaria correspondiente, se realizaba la denuncia y se le explicaba jurídica y psicológicamente la situación en la que se encontraba. El Programa, creado en el 2006, también atendía víctimas de violación, niñas y niños que padecieron abuso sexual. En oportunidades se pudo detener al violento; hoy en día si una mujer es golpeada deberá contratar a un abogado entrenado en ese quehacer que la defienda, porque el gobierno está destruyendo al Programa Las Victimas Contra las Violencias: ya despidió 22 profesionales con lo cual disminuyó el número de personal especializado disponible. El Programa se llama de este modo, porque la víctima es ella misma la que asume todos los pasos de su defensa y reclama al Estado la atención que precisa. O sea es un instrumento indispensable en nuestro país que garantiza la prevención y protección de poblaciones vulnerables.