Por María Helena Ripetta
El crimen de la periodista Griselda Blanco generó dudas y alarma entre los colegas desde un incio. El cuerpo fue encontrado por su madre el sábado 20 en su casa de Curuzú Cuatiá, provincia de Corrientes con un lazo de plástico alrededor de su cuello, tenía varios golpes y heridas de arma blanca. A pesar de esto, la policía local dijo rápidamente que se trataba de un suicidio.
Fueron los hijos de la mujer de 44 años los que publicaron en las redes sociales que ella no se había quitado la vida y que había sido amenazada por su trabajo. Incluso una abogada amiga de Griselda tenía en su poder audios donde le alertaba que podía pasarle algo sobre todo por sus denuncias contra la policía.
El sindicato y diferentes organizaciones, entre ellas Periodistas Argentinas, reclamaron que se investigue.
Su ex pareja, también periodista quedó detenido, según pudieron saber las organizaciones las pruebas en su contra eran un campera en lacasa de ella, que el perito forense consideraba que el ataque era por algo personal y por justamente haber tenido una relación con ella.
Armando Hara fue detenido e incomunicado acusado de femicidio. Los hijos de la víctima dijeron que no había ningún indicador de violencia previa. Al mismo tiempo se realizó una coferencia de prensa en Buenos Aires haciendo público el audio en que Griselda contaba que estaba siendo amenazada por la investigaciones que llevaba adelante. Fue ahí que se pidió que se ingresara a su celular desde la "nube".
Con la informacón del teléfono hubo una tercera versión del crimen de Griselda. Para la fiscalía ya no era su ex marido, ya no era femicidio, ya no había signos de violencia de género si no que trataba dde un homicidio simple.Como en tantos otros casos, una vez más una Justicia sin perspectiva de género.
El acusado es un empresario de la noche con quien Griselda tenía un vínculo comercial según surge de su propio teléfono. Donde una vez más se ensució la víctima.
Publicamente la fiscal dijo que ella extorsionaba al empresario, como si esto fuera justificación para un asesinato, pero la delegación de Periodistas Argentinas que viajó a Corrientes pudo saber que no hay ningún mesaje en se le exige dinero a cambio de algo. Si hay conversaciones sobre plata. El empresario era auspiciante del programa de radio de Griselda, con lo cual es lógico que se hablara del dinero d ela pauta.
Ella se defendió de su agresor, debajo de sus uñas había material genético y en una de sus manos pelos, por lo Griselda misma va a ser quién señale al responsable. Se esperan los resultados de las pericias de ADN.
En una semana son las elecciones en Corrientes y da la sensación de que se buscan respuestas rápidas para cerrar la causa, para que la gente no siga saliendo a la calle a reclamar Justicia.
Teniendo en cuenta que en vida Griselda dijo que estaba amenazada, que algo podía pasarle. ¿No es lógico investigar hasta las últimas consecuencias si su crimen tiene o no que ver con su trabajo?.
Es cierto que ella no lo denunció en la Justicia, pero también es cierto que hay constancias como sus grabaciones, como sus allegados que sostienen que ella tenía miedo.
¿Por qué la mamá de Griselda, con quien vivía, no fue llamada a declarar? Si hay una verdadera intención de llegar a la verdad esta mujer podría saber muchas cosas de las que le estaban pasando a su hija.
Ella había investigado la relación de la policía y los empresarios de la noche. Este dato no debería ser desechado rápidamente., ni por la cercanía de las elecciones, ni por el poder y mucho menos por la Justicia.
Cualquier crimen es grave, doloroso, pero si en este además el móvil llegase a ser su trabajo, es la libertad de expresión lo que también está ne juego, los delitos que se pueden seguir cometiendose por haber logrado callarla.
Como periodistas tenemos la obligación de exigir que se investigue a fondo a pesar del tiempo que se perdió.
Como comunicadoras mujeres saber que no estamos solas, que hay una red que no a va a permitir que se quiera pasar por suicidio lo que no lo es, que la víctima no sea ensuciada, que quede claro que nunca hay motivos para matar.
Griselda habló. Dejó todo dicho en el audio que mandó a su amiga abogada. Su cuerpo va a señalar al asesino.
Ella y su familia se merecen Justicia. Los periodistas debemos exigir que se llegue hasta el final de esta investigación, que se determine con la mayor certeza posible si su crimen está o no vínculado con su trabajo. Y la sociedad tiene el derecho a saber claramente lo que pasó. Las respuestas rápidas nunca sirven.