Por Angel Cappa
“Yo soy bilardista, yo quiero ganar”.
Javier Milei
“El fútbol hizo el triste viaje del placer al deber”.
Eduardo Galeano
Desde ya estamos hablando en el plano ideológico. No hay gambetas de derecha o goles de izquierda, por supuesto. Se trata de la interpretación que tengamos de este juego, muy relacionada con lo que pensemos de la sociedad por cierto.
A la derecha política y económica solo le interesa el beneficio de lo útil. Todo lo que sea para ganar plata es bueno. Todo lo que no sirva para ganar plata no importa. Para la derecha, como se quejaba Discépolo en los años 30, “la panza es reina y el dinero Dios”.
La derecha es capitalista y por lo tanto no repara en los daños colaterales de la acumulación de dinero y propiedades. Es una carrera absurda y suicida hacia la destrucción del planeta a raíz de los modos delirantes de producir y consumir.
El respeto al ser humano no es tenido en cuenta en ninguna de las relaciones sociales. La explotación de los más debilitados es la esencia de su funcionamiento.
La izquierda pretende e intenta superar esta sociedad esencialmente injusta por otra que tenga al ser humano como centro. Donde los hombres y mujeres sean los protagonistas de sus propias vidas. Donde la solidaridad reemplace al egoísmo en las relaciones sociales. Donde no haya “ni adivino ni rey” que pueda marcar el camino a seguir, como dice una canción de Zitarrosa. Donde no haya élites dominantes ni mayorías dominadas.
Fútbol como juego vs fútbol como negocio
El fútbol nació plebeyo y huérfano. No tiene padre ni madre. Nadie lo inventó. Fue una creación colectiva, imprecisa en el tiempo y el lugar.
Tres reyes británicos desde 1314 hasta 1447 lo prohibieron por rebelde, violento y perturbador. Coincidieron además en considerarlo un juego estúpido y sin ninguna utilidad.
Para resumir digamos que fue evolucionando hasta que los ingleses lo ordenaron, reglamentaron y difundieron por todo el mundo. Al principio fue acogido en los colegios más elitistas de Inglaterra, pero inmediatamente fue adoptado por las clases populares. Resultaba una diversión barata: se juega en cualquier espacio y con una pelota que hasta puede ser de trapo, y poco a poco se fue transformando en un modo de expresión y comunicación.
La clase obrera consigue a través del juego el respeto propio y ajeno, una identidad y un sentido de pertenencia que trasciende el resultado. Ganar es lo más importante porque es una competencia, pero no es lo único. Yo diría que el resultado finalmente es una excusa formidable para jugar.
Hasta que el negocio entendió que ahí tenía una fuente de ingresos incomparable, de carácter internacional e ilimitado en el tiempo y se apoderó del juego transmitiéndole sus valores empresariales.
Es decir le cambió su significado y lo convirtió en otro objeto de consumo. Como para el capitalismo el fin justifica los medios en toda actividad en la que interviene, hizo lo mismo con el fútbol. El juego dejó de tener la importancia que tenía. Solo vale ganar. El cómo es una preocupación de perdedores. En una cultura donde todo se compra y se vende, el que gana vende y el que no gana no sirve. La sociedad capitalista solo respeta el éxito, de ninguna manera considera los méritos.
El lógico bilardismo de Milei
De la misma manera enmarañada y confusa de su peluca, Milei lleva sus “ideas” políticas y económicas. De la misma manera que aparenta una rebeldía antisistema, cuando en realidad es el sistema mismo aunque expresado teatral e incoherentemente, simulando una rabia boba, no pierde –demagógicamente– oportunidad para relacionarse con el fútbol.
Y al fin dijo algo lógico y coherente: Yo soy bilardista, yo quiero ganar, afirma y como siempre, de paso miente. Dice que Bilardo es un ganador y Menotti un versero. Son ellos los que hacen este tipo calificaciones, pero no tienen en cuenta, ya que lo hacen, la realidad. Bilardo ganó 2 títulos en toda su carrera. Menotti 6. Para nosotros no es lo más importante, sí lo es para ellos.
Menottismo y Bilardismo
Milei personaliza la polémica y además de mentir y hablar de lo que no sabe (como siempre), reduce el debate a lo chabacano, al insulto a las descalificaciones.
No es importante discutir sobre Menotti o Bilardo, lo importante es hacerlo sobre las ideas que defienden uno y otro. Yo no soy anticapitalista porque Trump o Bolsonaro son fascistas, lo soy porque no comparto el modo de vida que surge del capitalismo.
El menottismo defiende el juego y su significado y le da tanta o más importancia que al resultado. El bilardismo defiende el resultado como lo único que importa. El menottismo dice que el fútbol que no pasa por la emoción del buen juego, no sirve. El bilardismo considera que la única emoción válida es ganar.
En síntesis: el menottismo es un fútbol de izquierda y el bilardismo de derecha, si lo entendemos desde la ideología.
Un detalle: ninguno tiene la receta para ganar. Tampoco ellos que se denominan ganadores.