Por ENRIQUE MEDINA
El partido ha entrado en una zona crucial. Los hinchas franchutes abuchean rezos hirientes al genial astro. La bol driblea exquisita por el espacio con claras intenciones de perjudicar el arco de Messi. Los enemigos del artista ya vitorean el gol… Empiezan a cantan el triunfo, pero el Pulga, con espectacular chilena, evita el peligro devolviendo la pelota con tanta energía que vuelve a cruzar el aire alcanzando el arco contrario. El portero parece poder agarrarla, pero la violencia del envío lo mete con pelota y todo rompiendo la red.
La hinchada buena explota de alegría. El relator televisivo grita que Messi ha roto otro récord al hacer un gol desde tanta distancia y con la derecha… Los malos perdedores exigen controles en el VAR pero el réferi convalida y manda reforzar la estropeada red. Un hincha consigue saltar al campo de juego y que el genio le firme en la espalda y le de unas chirolitas. La policía lo retira a los bastonazos. Entre alaridos y aullidos de las hinchadas, se escuchan voces gritándole consejos a Messi. Unos, sugieren que se raje de Francia y retorne al Barcelona. Aquellos, que no sea bolu y aproveche la oferta de los árabes. No faltan los materialistas que le piden que haga la del piola de Pelé, que se vaya con las yanquis a pasarla chiche bomba sumando dólares y sin correr riesgos, y de paso los pibes aprenden otro idioma. Y más infiltrados se desgañitan pidiéndole que sea director técnico de los leprosos de Newell´s Old Boys…
Vuelve el esférico a rodar por el espacioso aire y, gracias a una reversa y perversa pierna, el genio rueda por el muy cuidado césped. Tiro libre, grita el capo. El sonoro silbato ordena disparar y, cuando los que armaron la pared saltan, la zurda de Dios manda la pelota por debajo logrando otro gol para batir nuevos récords. Un maleducado escupe maldiciones, termina de beber y le tira la botella al jubilado aguatero que grita emocionado. La tribuna se arraiga, como que terremotiza hacia la cancha, casi naipes empujándose, acoplándose unos detrás de otros sin retroceso posible. Aullidos de parto sin la peridural.
Messi patea un córner. La redonda vuela y, ayudada por una suave brisa, se mete justo en el segundo ángulo. Gooooolllll, se desgañitan los hinchas. Los sabios ante los micrófonos ven aflojadas sus tuerquitas. Esta vez, el golazo del genio ha sido olímpico y nuevamente rompe otro récord… Desde arriba del alambrado un petisón chueco yergue el puño demoledor. Qué San Martín, qué Perón, qué Napoleoncito, ¡los colores de la camiseta, boncha!, ¡con sudor a corazón! ¡Gooooolllll!... Compiten en do de pecho los periodistas radiales y televisivos… ¡Gooooolllll!... Y las campanillas de miles de gargantas tintinean más felices que eyaculación en el infierno. ¡Gooooolllll!... Y los fanas se abrazan y lloran de felicidad… ¡Gooooolllll!... Y el golpeadito esférico es puesto en el centro de la cancha para que la placidez de la tardecita se acueste en paz con los ganadores. ¡Gooooolllll!... Y se renueva la discusión a botinazos.
Se entrelazan piernas, crujen y tañen feo. Y es la ocasión para que, jugadores y pateadores, demuestren que han sido excelentes estudiantes de teatro; se retuercen, gimen, se desmayan y pos desmayan, tiemblan, relojean al referí, aúllan dolores ficticios, preguntan ¿qué cobró el capanga?, quédate un rato más; producido el silbato redentor el mal herido se levanta macho cabrío. Tarjetas multicolores castigan la falta. Aquellos fanas bufan con la radio atada a la oreja. Camillas, masajes, técnicos roncos, puños al cielo, pasión popular, perros ladrando, expresión purísima del pueblo sano, canas escondidos detrás de los escudos, jugadores que se pechan, uno le da en la ñapia, ¡no, loco!, tenés una bolsa de pedos en la cabeza vos. Ruegan, y se calman. Por instantes, el pito mágico del referí gana una impaciente paz…
Transpirado y angustiado, concluyendo el pesadillezco sueño, el Puma Flores despierta con malditos calambres en las dos piernas. Las mueve. Por costumbre levanta la almohada y verifica que esté su pistola. Está. Baja de la cama y rengueando por los dolores va al baño. Se sienta en la tapa del inodoro y mueve los pies como le recomendó el médico. Cree sentir rumores detrás de la cortina de la ducha. Recuperado, se mira en el espejo y se aterra al ver su cara de hincha furioso pintarrajeada con los colores del equipo de sus amores. Sale despavorido. Recapacita con sensatez y toma conciencia: ese vino de mierda nunca más… Ve que en el living se ha olvidado la luz prendida. Va a apagarla. Se encuentra con Messi, Antonella, los chicos y muchas maletas. Asombrado, les pregunta: ¿Qué hacen ustedes acá?... Messi le responde que la hinchada del PSG le secuestró su avión. Necesito unos mangos para rajarme, luego te los devolveré… El Puma Flores se agarra la cabeza y vuelve al baño con la clara intención de reiniciarse, como las computadoras, sin dejar de pensar que ese vino ¡nunca más!…
Entra y vuelve a escuchar los rumores detrás de la cortina de la ducha. La corre. De pie en la bañera porque el baño es chico, están “Cuellito” Ronaldo, el “no blanco” Mbappé, y Canelo “Zapallo” Álvarez, aún transpirado luego de haberle ganado por puntos al inglés. Los tres están contando dólares. Ya no tan sorprendido sino como quien va aceptando de a poco un diagnóstico fulero, pero medio hartándose, el Puma Flores les pregunta: ¿Y ustedes qué hacen acá?... Así como hablaban los sobrinos del Pato Donald, los enormes deportistas se turnan en la respuesta. Mbappé comienza: estamos haciendo una vaquita... Canelo agrega: …para que el Pulga se vaya de una buena vez… Y Ronaldo finaliza: …porque con este nuevo premio que le dieron como mejor deportista del año me hierven las tarlipes y ya ¡no lo podemos ver ni en sueños!…
El Puma Flores se siente sacudido en medio de un huracán, pero, obediente, acatando una realidad que sabe no domina, agarra el fajo de dólares que le dan para Messi. Aceptándose en medio de un violento mar nadando el estilo perrito, les ruega: por favor muchachos, tengan cuidado con los tapones que pueden rayarme la bañera. Ellos levantan el pulgar y, solidarios, guiñan un ojito. Ahora, ya más más tranquilo, el Puma Flores, fanático de Messi, percibe un leve cambio en su cabecita, sale del baño pensando que en realidad ese vino no debe ser tan malo, claro que no, acaso, en la vida ¿hay algo más lindo que soñar?