Por Jorge Majfud
El expresidente y candidato a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump (foto), se encuentra en serios problemas económicos debido a los juicios en su contra. Su último movimiento ha sido vender Biblias a 59,99 dólares. En su promoción, asegura que es una Biblia especial porque “tiene su aprobación”. La Biblia Patriota tiene una bandera estampada en la tapa e incluye la constitución de Estados Unidos. En su promoción, aseguró que deben comprar muchas, que él mismo tiene muchas en su casa.
Un estudiante me dijo que le parecía bien, ya que la Constitución estaba basada en la Biblia. Cuando le pedí algún ejemplo, me mencionó valores que ya estaban en muchas culturas antiguas, como las que se desarrollaron en China y en África. Ni la Constitución ni la Carta de Derechos mencionan una sola vez a Dios, excepto para especificar la fecha de la firma, lo cual era una formalidad de la época. Es más, los escritos de sus redactores, los llamados Padres Fundadores, especificaban que el objetivo era separar la religión de los asuntos del gobierno. Washington reconoció que el nuevo gobierno no era un gobierno cristiano y Jefferson insistió tanto en crear una enorme muralla para separar la religión del Estado que sus libros fueron prohibidos en las bibliotecas por ateo.
Poco después publicamos un momento en que el representante por Texas James Talarico hablaba en una iglesia desde una perspectiva del cristianismo original, es decir, en las antípodas del cristianismo actual: “Si esta fuera una nación cristiana, trataríamos con amor a todos nuestros vecinos LGBTQ. Si esta fuera una nación cristiana, nos aseguraríamos de que cada niño en este estado y en este país tuviese una casa, alimento, educación y salud. Si esta fuera una nación cristiana, nunca crearíamos una nación cristiana, porque sabemos que nuestra amistad está abierta a todos, incluidos a nuestros vecinos budistas, hindúes, musulmanes judíos, sij, ateos, hindúes y musulmanes. Jesús pudo haber iniciado una teocracia cristiana, pero el amor nunca haría eso. Lo más cercano que tenemos al Reino de los Cielos es una democracia multirracial y multicultural donde el poder es verdaderamente compartido entre todas las personas. Algo que aún no existe en la historia de la Humanidad”.
En Twitter, alguien respondió:
“Interpretar la biblia con valores actuales es muy tonto de tu parte. En ese tiempo regían solamente las monarquías y no existía el concepto democracia. Jesús era apolítico, las obras realizadas eran en pos de predicar ya que lo material no valía nada para él”.
Eso de que “Jesús era apolítico” es un viejo dogma eclesiástico que contradice las mismas escrituras. Un dogma profundamente político. En el siglo XX, la santidad del claustro fue cuestionada como mero egoísmo por los teólogos de la liberación, quienes propusieron un compromiso con los problemas del resto de la sociedad y no la búsqueda de la santidad pura alejándose del mundo pecaminoso que proporcionaba los recursos para que otros salvaran sus almas. Varios sacerdotes fueron asesinados por estas ideas, acusados de socialistas.
La neutralidad política de cualquier institución es un oxímoron. No hay nada más político que la pretensión de neutralidad política. Se hace política por acción o por omisión. La idea de un Jesús apolítico es tan engañosa y conveniente al poder de turno como la pretensión de que las iglesias son neutrales. Lo que se puede decir es que Jesús no pertenece ni “es pertenecido” por ningún partido político, como presumen los fanáticos de extrema derecha que lo han privatizado desde el año 325.
Si nos referimos sólo a los cuatro evangelios que quedaron luego de que ese año los obispos de Constantino arrasaron con otros sesenta evangelios inconvenientes para el imperio, aun así podemos decir que sus historias están llenas de política (a las que se oponen sus fanáticos per-seguidores), lo cual no es nada raro para el hijo de Dios que tomó un cuerpo humano y todas sus necesidades físicas y sociales hasta sufrir la tortura y morir en agonía.
En 2007 contestábamos en “El Jesús que secuestraron los emperadores” y otros ensayos al escándalo provocado por un presidente que dijo que Jesús era socialista. Por supuesto que ni la idea ni el lenguaje de hoy son los mismos que hace dos mil años, pero los cristianos más fanáticos viven la ideología capitalista y nacionalista como una forma de consistencia con las enseñanzas de Jesús, cuando hasta un niño puede ver las contradicciones flagrantes y, sobre todo, hipócritas. ¿Qué vemos en los evangelios que quedaron?
El hijo de Dios naciendo en un establo de animales. El hijo de Dios trabajando en la modesta carpintería de su padre. El hijo de Dios rodeado de pobres, de mujeres de mala reputación, de enfermos, de seres marginados de todo tipo. El hijo de Dios expulsando a los mercaderes del templo. El hijo de Dios afirmando que más fácil sería para un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico subiese al reino de los cielos. El hijo de Dios cuestionando, negando el pretendido nacionalismo de Dios. El hijo de Dios superando leyes antiguas y crueles, como la pena de muerte a pedradas de una mujer adúltera. El hijo de Dios separando los asuntos del César (Estado) de los asuntos de su Padre (religión). El hijo de Dios valorando la moneda de una viuda sobre las clásicas donaciones de ricos y famosos. El hijo de Dios condenando el orgullo religioso, la ostentación económica y moral de los hombres. El hijo de Dios entrando en Jerusalén sobre un humilde burro. El hijo de Dios enfrentándose al poder religioso y político, a los fariseos de la Ley y a los infiernos imperiales del momento. El hijo de Dios difamado y humillado, muriendo bajo tortura militar, rodeado de pocos seguidores, mujeres en su mayoría. El hijo de Dios haciendo una incuestionable opción por los pobres, por los débiles y marginados por el poder, por la universalización de la condición humana, tanto en la tierra como en el cielo…
En algunas iglesias cristianas, como en el Islam, Jesús no es hijo de Dios, sino su más importante profeta. Aparte, recordemos que en el Antiguo Testamento, profeta no significaba lo que significa hoy, en su sentido griego de “ver el futuro”. Eran críticos radicales del presente, profundamente políticos, y solían ir contra los abusos de los ricos y poderosos y en favor de una justicia social equitativa. Como Amos, por ejemplo. En este sentido, Jesús es el perfecto profeta. Todos fueron socialmente estigmatizados por incómodos.
Jesús fue ejecutado por el imperio del momento (a Roma no le importaban los asuntos religiosos de los judíos, sólo la Pax romana) y por sus colaboracionistas locales del momento como un criminal a lado de otros dos criminales, por subversivo. La misma forma de ejecución imperial no deja lugar a dudas. Si volviese hoy, sería ejecutado otra vez por peligroso subversivo y los futuros cristianos tendrían una silla eléctrica en sus altares.