Por Daniel Guiñazú
El formato en el que cuaquiera puede ser campeón seduce a los clubes más chicos, que sueñan con una racha victoriosa o un envión positivo le lleve a la gloria.
Todavía sigue latiendo la vibrante final de la Copa de la Liga Profesional entre el campeón Estudiantes y el subcampeón Vélez. Pero como la rueda del fútbol no se detiene nunca y siempre parece que lo mejor está por venir, el próximo viernes, con tres partidos, estará comenzando el primer tramo de apenas cinco fechas del Campeonato de la Liga Profesional. El torneo de 28 equipos a una sola rueda se detendrá luego del miércoles 12 de junio y volverá a ponerse en marcha en el fin de semana del 20 y 21 de julio. En el medio, habrá lugar para una fecha FIFA y luego, la disputa de la Copa América en los Estados Unidos.
En el campeonato, River, Boca y Racing, los equipos con mayores recursos económicos y planteles más extensos arrancan en principio como candidatos. Después, la pelota irá rodando por el verde césped y confirmando o desmintiendo estas presunciones. Pero aunque siempre puede aparecer un animador inesperado, hay consenso de que los torneos largos resultan poco amigables para los equipos con billeteras más estrechas y nóminas más acotadas o de menor jerarquía. En esos casos, la apuesta no apunta a lo más alto de la tabla sino a sumar los puntos que permitan primero conservar la categoría y luego, clasificarse para las copas continentales.
Por eso, porque otorga oportunidades que acaso no concede el campeonato oficial, da toda la impresión de que la Copa de la Liga llegó para quedarse. Así como los dos torneos anuales de diecinueve fechas que se jugaron entre 1991 y 2014 le permitieron dar vueltas olímpicas a equipos como Lanús, Banfield y Arsenal, el formato heterodoxo de la Copa posibilita pelear un título y un pasaje a la Copa Libertadores en apenas 17 partidos, de los cuales los últimos tres se pueden resolver mediante tiros desde el punto penal. Si el campeonato recompensa la regularidad, en la Copa una buena racha o un envión ganador de pocos juegos puede poner en lo más alto a un equipo modesto y con los recursos justos como para dar pelea.
En las cinco ediciones de la Copa fueron finalistas Banfield, Colón, Tigre y Platense. Y solo Boca pudo repetir la coronación en 2020 y 2022. Los dirigentes de ese grupo de clubes (que no son pocos entre los veintiocho que abundan en Primera División) ya le han hecho saber al presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia que hasta que la realidad y los números de la economía no demuestren lo contrario, apoyarán sin fisuras esta Copa que además, también parece contar con el respaldo de la televisión. Y que seguirá abriendo la actividad del año.
En un momento en el que el país y el mundo parecen acomodarse a los intereses y las conveniencias de los más grandes, fuertes y poderosos, el fútbol argentino ha encontrado la manera de abrirles una ventana de esperanzas a los que no lo son tanto. La Copa de la Liga Profesional mantiene la competitividad y la ilusión de que cualquiera puede salir campeón. Lo que en otros países es una quimera, en la Argentina resulta perfectamente posible.