Por Estela Díaz
¿Alguien cree, en serio, que la violencia de género puede terminar de un día para el otro?
Abordar este tipo de violencias es un desafío histórico, que nos habla de las estructuras de la desigualdad. Una problemática que existe desde que existe la sociedad. Con la diferencia que antes había naturalización, legitimidad para ejercerla, invisibilidad y resignación.
Recuerdo algunos relatos en talleres con mujeres promediando los años noventa. Allí era habitual escuchar: “No había otra que soportar. Tu propia madre te decía que es así, casi parte de la función de ser esposa”. La expectativa era “que se ponga viejo para que no tenga fuerza para pegarte”. Suena anacrónico. Sin embargo, en los miles y miles de llamados a la línea 144 y en las intervenciones de los equipos de atención, se reitera esa forma de dominación y control (con mayor o menor intensidad) por parte de las parejas – o ex parejas- afectivas varones. En algunos casos con niveles de crueldad que daña incluso escuchar la experiencia que cuentan quienes piden intervención.
La diferencia es que antes estas situaciones podían agravarse en 10, 15 o 20 años. Ahora aparecen con una velocidad inusitada. Y como siempre están presente en todos los sectores sociales, en las grandes ciudades y en zonas rurales. La otra diferencia es que las mujeres hoy tienen muchos más lugares donde ser asistidas, leyes que las protegen frente a estas violencias, que además tienen denominación y son consideradas una violación de los derechos humanos.
Ha cambiado mucho nuestra sociedad. Pero todavía la violencia sobre nuestros cuerpos, como modo de dominación masculina, sigue presente en las relaciones interpersonales y en el entramado social.
La decisión de colocar a la institucionalidad para llevar adelante políticas de género y diversidad en los principales rangos de gestión a nivel nacional, provincial y municipal, parte del reconocimiento del rol del Estado para generar políticas que aborden en profundidad las respuestas y herramientas necesarias frente a una problemática tan extendida. Así como se realiza con temas como el trabajo, la salud, la educación, la vivienda o la seguridad. Son temas que requieren gestión pública con programas y acciones que se sostengan en el tiempo, que tengan los recursos presupuestarios necesarios y vayan consolidando un sistema de indicadores, que permita monitorear su evolución, para seguir redefiniendo marcos y mecanismos de abordaje. En síntesis es construir Estado presente.
Desde el Ministerio se cambió el paradigma de abordaje a partir de la sanción por decreto del gobernador Axel Kicillof del Sistema Integral de Políticas Públicas contra las violencias de género (SIPP). El sistema se inició con 9 componentes y programas, hoy ya son 14 y seguirán ampliándose. Desde la línea 144, se atendieron más de 34.723 demandas y se logró el seguimiento de 8.158 situaciones de alto riesgo y casos críticos, que son aquellos en los que hay claro peligro de vida o en los que la Justicia no brinda respuestas ante las denuncias reiteradas.
A través del programa Comunidades sin violencias, de transferencia de recursos y asistencia técnica a los municipios (que constituye el 30% del presupuesto del Ministerio), en un año se han fortalecido los equipos interdisciplinarios de atención y las políticas locales contra las violencias. Se crearon equipos de atención en 107 municipios, además de 47 dispositivos de asistencia a varones agresores y 58 grupos de ayuda mutua para mujeres víctimas de violencia. Creamos la línea Hablemos, que asiste en una primera escucha a varones y a espacios institucionales que piden alguna derivación de atención a agresores. Avanzamos en una matriz de riesgo unificada y un formulario único de denuncias junto al Poder Judicial, que apunta a reducir los niveles de fragmentación en las intervenciones. Y con la matriz de riesgo, hacer la diferencia, porque lo sustantivo es ponderar frente a qué tipo de situación nos enfrentamos, para dar las respuestas pertinentes y con la celeridad que requieren.
Más de 70 áreas de género se rejerarquizaron en la Provincia y se crearon otras 40, casi duplicamos las que había antes de nuestra gestión. El 94% de los municipios hoy cuentan con Mesas Locales Intersectoriales (127 de los 135), además disponen del fondo de emergencia para las situaciones de mayor riesgo. Los propios municipios vienen aumentando los recursos y dispositivos para la prevención y asistencia.
Son sólo algunos ejemplos de las políticas que se están implementando. Mucho más de lo que había cuando llegamos. Claramente aún insuficiente. El camino recorrido reafirma la convicción de que necesitamos más Estado presente, no es con menos, es sumando políticas y programas, en el marco del desarrollo de un proyecto de gobierno que propone poner en el centro las necesidades de las mayorías: trabajo, vivienda, seguridad, hábitat, salud, educación. Construir la posibilidad de un proyecto de vida con derechos, que es sin dudas, una vida digna, una vida sin violencias.
* Estela Díaz es ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires