Por Fernando Alonso
La Cámara de Diputados aprobó en general y cada uno de los capítulos de la autodenominada Ley Bases, que se supone es el plan de gobierno de Javier Milei. Se venía percibiendo que los números podían acompañar al Gobierno en especial cuando la multitudinaria marcha del 23 de abril en defensa de la educación pública le hizo entender a algunos funcionarios, empezando por el presidente, que debían negociar si querían la ley. Y eso hicieron. Negociaron con los gobernadores y lograron que los números lo acompañen en la cámara de diputados. ¿Está todo dicho? No parece. El Senado es otro mundo y aunque si uno busca reflejar el voto de los senadores según el voto de los diputados por provincia, están muy cerca de tener garantizada la votación. Solo un senador dista de esa mayoría, que en la política argentina no parece muy difícil de conseguir. Pero hay de todo. Raúl Alfonsín perdió por un voto la ley de reforma sindical que impulsó y Cristina perdió por un voto, el famoso voto no positivo, la ley que intentaba destrabar el insólito conflicto desatado con el campo que puso un punto de quiebre a su gobierno y le dio vida a la famosa grieta.
Milei logró esta semana lo que le venía siendo esquivo desde que asumió, un rotundo triunfo político que lo pone ahora sí en camino a gestar su era, el mileismo.
Pero lo cierto es que nos encontramos con un Milei más fortalecido desde lo político, más allá que los números de la economía real pudieran indicar lo contrario.
Es que esta media sanción de la Ley (cada uno ponga el nombre a gusto: Bases, ómnibus, colectivo, etc) le permite mostrar la gobernabilidad que se dice le pedían desde esferas internacionales, llámese FMI, fondos de inversión, Gobierno de Estados Unidos …
Y eso que todavía no queda claro si realmente es importante para el supuesto programa económico.
Insisto. Lo más importante fue la señal que el Gobierno decidió mostrar que si quiere puede hacer política.
Y lo consigue sin todavía perder su esencia. Los conflictos con la Feria del Libro; la confrontación con el Gobierno Español, y tantas otras declaraciones, o simples retuits, siguen generando que sus seguidos extremos no solo lo defiendan, sino que incluso crean que no perdió su esencia.
En paralelo, el resto del Gobierno, recuerda que alguna vez dijimos que la opinión del Presidente no necesariamente refleja la opinión de su Gobierno, bueno, ese gobierno sigue dando gestos para sus votantes no radicalizados, y esta vez con cosas concretas: la medida cautelar contra las obras sociales, y los anuncios sobre los registros automotores y la desaparición de la cédula azul, hacen pensar que los anteriores Presidentes parecían no darse cuenta de la importancia para un simple trabajador de perder 1 o 2 días de trabajo por cada trámite que tiene que hacer para su vida.
Claro que la crisis económica avanza, la clase media quema ahorros, se pierden puestos de trabajo.
¿Alcanzará con solo la baja paulatina de la inflación para que se consolide el Gobierno?
Quienes digan que sí tendrían que recordar que no fue ese el único mérito de Menem. Guste o no, la década del '90 comenzó con cortes de luz cotidianos, y años de espera para un teléfono fijo. Habría que ver qué valor agregado puede ofrecerle Milei a su núcleo duro, actualmente compuesto por los votantes de LLA y el PRO.
Pero volviendo a la actualidad, ahora viene el tratamiento en el Senado.
Apostará todas sus fichas el Gobierno a la sanción de la ley tal cual salió de Diputados.
Se conformará con la aprobación con modificaciones, aunque eso implique volver a Diputados.
Parecería que el rechazo no es opción, y por eso la política clásica vuelve a ser la herramienta. Promesas de obras a Gobernadores sigue siendo de manual cuando se buscan los votos de los senadores.
Habría que ver si este es el punto de partida para un nuevo Bloque “amigo” en el Senado. Macri lo consiguió con Pichetto. ¿por qué no podría hacerlo Milei?
¿Y la oposición? Como pasa en los primeros meses de un nuevo gobierno, bastante dividida:
Los que ya parecen Oficialismo.
Los dispuestos a acompañar cualquier cosa, pensando que así lo quieren sus votantes, o por miedo a no quedar como “oposición destructiva”.
Los claramente opositores, más allá de sus matices.
Pero más allá de sus diferencias, lo concreto es que no logran imponer temas de debate, ni aprovechar cuando estos aparecen, como con la marcha universitaria.
Quizás en un País en el cual todos los Gobiernos han pedido sacrificios al Pueblo –lo hizo Perón, o hasta Alfonsín cuando hablaba de economía de guerra-, y que viene lidiando con una alta inflación, un alto porcentaje de pobreza y altos índices de inseguridad, todavía sea complicado explicar lo desmedido del ajuste y hasta absurdo de algunas medidas.
Pero sería útil y conveniente que algunos temas empiecen a hablarse. Cómo se deja de lado el desarrollo nuclear mientras se compran armas; cómo el proyecto de grandes inversiones va a generar una competencia desigual con las PYMES, son cuestiones qué deben ser explicadas; no sea cosa que, así como en los '90 la oposición hacia campaña con la Convertibilidad, ahora la oposición piense que para ganar elecciones tiene que estar más a la derecha de Milei.
Difícilmente los juicios laborales fundan a una PYME, mucho menos si tiene sus empleados en blanco. Pero muy complicado va a estar el sector si tiene que competir en forma desigual contra grandes inversores, incluso de dudosa procedencia.