Por Mariano Longo
Como empresario de la industria aeroespacial sufro la misma ansiedad que sufren ustedes, soñando con ese día que puedan subirse a un avión y volar lo más lejos posible para dejar este mal trago del virus atrás.
De chicos todos hemos soñado con ser superhéroes, con tener poderes ajenos a la raza humana, con ser capaces de vencer de un solo golpe a cuanto villano se nos pusiera adelante. ¿Qué tiempos aquellos no?
La aparición del Covid nos está enseñando que no todo es lo que parece, o mejor dicho, no todo es lo que pensábamos.
Hay dos realidades paralelamente opuestas que me fascinan de esta temática.
La primera es esa que parece incluirnos en una de esas películas de ficción donde un virus maligno está a punto de exterminar a la raza humana. ¿Alguien se ha percatado que la película Contagion (Drama del 2011 con Matt Damon y Gwyneth Paltrow) ha sido una de las tres películas más vistas en el 2020? A eso mismo me refiero.
La segunda es la clara revelación de que no somos absolutamente nada y que si bien trabajando unidos, todo se supera (o parece superarse) de una manera más fácil, no tenemos donde escondernos. Este virus maldito ya se ha cobrado más de un millón de vidas, y no va a parar hasta que se lo detenga.
Ahora bien, ¿Cómo detenemos al virus? ¿Cómo disminuimos su ratio de letalidad? ¿Cómo logramos salir de esto que parece una ficción y volvemos a la vida que estábamos acostumbrados a llevar, esa vida que extrañamos de una manera que nunca nos hubiésemos imaginado extrañar? La respuesta es simple, al virus se lo detiene con una vacuna acorde.
La palabra vacuna deriva del latín vacca, es decir vaca.
A comienzos del siglo XIV mucha gente moría como consecuencia de una enfermedad llamada viruela. Fue ahí cuando el médico británico Edward Jenner (1749-1823) descubrió que muchas de las mujeres encargadas de ordeñar las vacas no padecían de viruela. La creencia era que esas mujeres se contagiaban con una forma menor de la viruela (viruela vacuna) y eso las hacía inmunes a la viruela humana. Jenner desarrolló la primera vacuna usando viruela vacuna, de ahí la palabra.
Como empresario de la industria aeroespacial sufro la misma ansiedad que sufren ustedes, soñando con ese día que puedan subirse a un avión y volar lo más lejos posible para dejar este mal trago del virus atrás.
Es aquí cuando me siento con la autoridad suficiente para unir las temáticas mencionadas en el comienzo de esta columna y decirles lo siguiente: necesitamos de la vacuna para volver a volar.
No hay que ser científico para entender que los aeropuertos son un foco inmenso de infección por el gran tránsito de personas y aún más, cuando esas personas pueden provenir de cualquier parte del mundo llevando y trayendo al virus en su cuerpo. Y lamentablemente en un ecosistema como los aeropuertos, los barbijos y el alcohol pueden no ser suficientes.
La semana pasada participé del Foro Global Skift, una conferencia virtual centrada en la industria de viajes y, este año, en la paralización del crecimiento por la pandemia de Covid-19.
Se dijeron muchísimas cosas pero hubo una frase dicha por un líder ejecutivo de la aviación que me quedó grabada en la memoria “en nuestro rubro (así como en muchas aristas de la vida cotidiana) es poco probable que las cosas mejoren significativamente hasta que haya una vacuna generalizada”.
La pandemia de coronavirus ha devastado la industria de las aerolíneas, paralizando los viajes, impidiendo que la gente se traslade al exterior y frenando los viajes de placer.
En un negocio como el nuestro, la demanda no volverá hasta que las personas se sientan seguras al estar cerca de otras personas, y eso va a necesitar una vacuna. Esa es solo la realidad, algunas empresas pueden recuperarse antes, pero en la aviación llevará un poco más de tiempo.
Muchos opinan que pasarán unos cinco años para que los viajeros vuelvan a sentirse lo suficientemente confiados para volver a volar; en eso si que difiero y se los prometo; una vez que aparezca la vacuna no pasarán más de doce meses para que todos estemos cruzando los cielos nuevamente.
Ya lo saben, sigan cuidándose y decidan hacia dónde estarán volando a finales del 2021. No queda mucho para que esta pesadilla se acabe.