Por Rodrigo Lloret
El paleolibertarismo es una corriente que nace en los noventa en los Estados Unidos para impulsar una nueva era de hegemonía para la derecha, en el contexto de la caída del Muro de Berlín y el sorpresivo decline de la izquierda. Destinada a unificar dos posturas cercanas pero que hasta entonces mantenían diferencias, la conservadora y la libertaria, la flamante tendencia logró ampliar la base electoral del voto antiprogresista por medio de una innovadora estrategia de comunicación de aspectos liberales históricos, como la oposición a todo tipo de intervención estatal, pero que desde entonces empezaría a darse a conocer por medio de un mensaje más llano para llegar más fácilmente a la clase media, y especialmente, a la clase trabajadora. Había nacido una derecha con pretensiones de mayoría. Una derecha popular. Una derecha populista.
¿Por qué referirse al origen de una ideología estadounidense que fermentó hace más de tres décadas? Porque son esas ideas, estrategias y objetivos los que ahora se imponen en la Argentina desde que Javier Milei irrumpió en la escena política. De hecho, el propio Milei se refirió esta semana a esta derecha popular, para distinguirla de la derecha populista. “En Estados Unidos, el liberal no es un liberal, es un socialdemócrata. Lo que nosotros llamamos liberales ellos le dicen conservadores. Por eso nosotros usamos el término libertario. Cuando Murray Rothbard hace referencia a esto como populismo de derecha, por decirlo de alguna manera, no es populismo, sino hacer a los liberales populares. Es ser popular, no populista”, aclaró Milei, a quien claramente, no le agrada ser catalogado de populista.
Pero fue precisamente Rothbard, el verdadero inspirador de Milei al punto de que uno de sus perros clonados se llama Murray en su honor, el que vinculó a esta derecha popular con el populismo. De hecho, el texto citado por el Presidente es una verdadera biblia paleolibertaria. Se trata de un ensayo editado en 1992 y titulado Populismo de derecha: una estrategia para el movimiento paleo. “La estrategia adecuada de los libertarios y de los paleolibertarios es una estrategia del ‘populismo de derecha’, es decir: exponer y denunciar esta alianza profana de la ‘nueva izquierda’, y exigir que nos liberen a nosotros: la clase media y trabajadora de esta alianza mediática de la clase inferior liberal de preparatoria”, sostuvo el fundador del anarcocapitalismo estadounidense y creador de conceptos que hoy son fundamentales en el mileismo.
Rothbard, por caso, fue el gran ideólogo de lo que ahora propone el oficialismo argentino. Fue este autor el que cuestionó el “sistema monopolístico del Estado corporativo” de administración pública, al advertir que los servicios públicos podrían ser proporcionados de forma más eficiente por el sector privado. Fue también el que estableció que el Estado es “una organización del robo sistematizado” y el que calificó a la Reserva Federal, que en Argentina es el Banco Central, como es “una forma de fraude”. Y en Populismo de derecha dio letra a la campaña electoral que el año pasado protagonizó el propio Milei. “El pueblo, integrado por trabajadores, clase media, emprendedores, el ‘individuo promedio’, debe enfrentarse contra ‘la corporación política’, formada por la élite gobernante, el establishment progresista, el empresariado subsidiado, los medios de comunicación, la academia y las minorías raciales y sexuales”, sostuvo Rothbard hace tres décadas para anticipar un lenguaje que hoy replican los mileístas.
Rothbard sostenía que para triunfar en esta disputa, la derecha debía ampliar su base de apoyo por lo que siempre cabalgó sobre la capacidad de los libertarios para ganar a los sectores populares, incluso, replicando los métodos del populismo de izquierda. De hecho, en otro polémico paper de este polémico ensayista, titulado La línea de partida, el economista fetiche de Milei directamente propone seguir técnicas que había implementado el leninismo en la Revolución Soviética para seducir a la clase trabajadora. El triunfo en la batalla cultural, no hay dudas, representa un fin que justifica cualquier medio.
Milei expresa el nacimiento de un populismo de derecha en la Argentina.
Pero la filosofía que dio sustento al meteórico ascenso de Milei no debe ser observada solo a partir de la experiencia paleolibertaria y como fruto del fusionismo de la derecha estadounidense. El propio devenir de la trayectoria de la derecha argentina también es una de las causas que explican el fenómeno mileísta.
En Rayos en el cielo encapotado: la nueva derecha como una constante irregular en la Argentina, Sergio Morresi y Martín Vicente describen el nacimiento de las corrientes de derecha en la Argentina como una trayectoria que hoy encuentra su momento culmine en el triunfo de Milei. En el interesante trabajo publicado recientemente en Está entre nosotros. ¿De dónde sale y hasta dónde puede llegar la extrema derecha que no vimos venir, editado por Pablo Semán, se describe cómo a principios del siglo pasado la derecha nacionalista y autoritaria de tonos tradicionalistas, que apelaba a la cruz y la espada y soñaba con un orden corporativo, apareció como una novedad frente al cosmpolitismo y el elitismo republicano de una Argentina liberal.
Tras la sanción de Ley Sáenz Peña, esta derecha naciente debió enfrentarse a la validación en las urnas y en ese territorio en pugna se empiezan a verificar dos tendencias en la Argentina. Los autores sostienen que aparece, por un lado, el liberalismo conservador que se ordenó en torno a una visión republicana, restrictiva de la política, capitalista y mercantil de la economía, y cosmopolita y elitista de la cultura; y por otro lado, el nacionalismo reaccionario, constituido en torno a una perspectiva políticamente autoritaria, económicamente corporativa y dirigista, tradicionalista y localista en lo sociocultural. Son dos vertientes de una misma familia de derecha que desde entonces se vieron atravesadas por las relaciones con el catolicismo político y las relaciones con las Fuerzas Armadas durante las primeras décadas del siglo pasado.
Morresi y Vicente explican que ese escenario se retroalimentó hasta que llegó Juan Domingo Perón y tomó algunas banderas nacionalistas reaccionarias (liderazgo fuerte, discurso centrado en la nación), descartó otras (temor al voto, antisemitismo) y se alió a referentes liberales conservadores pero estuvo en las antípodas del republicanismo elitista. En medio de ese paradigma, que redefine el lugar y el rol de la derecha en la Argentina, las “nuevas derechas” pasaron a ser opositoras acérrimas del peronismo, llegando incluso a aliarse al radicalismo, al socialismo y hasta al comunismo para vencer al peronismo en las urnas, o derrocarlo en los cuartales. Un ferviente rechazo que también se constata a partir del regreso de la democracia, cuando el antiperonismo supo asociarse al menemismo, al macrismo y ahora al mileismo.
Es importante repensar el voto a Milei en este contexto. Se trata de una expresión del paleoliberalismo estadounidense que se suma al antiperonismo argentino. Porque el paleoantiperonismo se amalgama en base al rechazo al kirchnerismo. Y ese es su sustento.