Por Juan Carlos Junio
Los resultados de las PASO generan diversas expectativas y ponderaciones hacia octubre, disputando la lectura del acontecimiento. Se inicia el camino hacia una elección definitoria para los destinos del país, incluyendo nuestra ciudad. El sorpresivo triunfo de Milei expresa a una franja de la ciudadanía crítica por sus carencias económicas-sociales, y particularmente por los precios de todo lo básico para sus necesidades cotidianas.
Todo indica que la persistencia del descontento fue el elemento dominante de esa conducta, en esta fase electoral preliminar. El otro factor es el corrimiento ideológico hacia la derecha, cuyo corolario más trascendente es el de culpabilizar a la política y los políticos, colocándose la ultra derecha liberal alsogaraista unida a la derecha neoliberal, como si formaran parte de un “afuera”, tan falso como inexistente. Se trata entonces, de apelar más que nunca a la militancia política, social y cultural, de esperanzar con propuestas verdaderas en pos de mejorar los ingresos de las grandes mayorías, para lo cual es básico que habrá que disputar con las minorías acaudaladas que nunca dejaron de acumular. Unión por la Patria deberá asumir el reto de construir en estos dos meses una “nueva mayoría”, como propuso el candidato presidencial Sergio Massa. Para ello, hay que transitar el “aquí nos quedamos todos, más que nunca” para derrotar a la derecha.
Resulta insoslayable señalar el contexto cruel en el que se desarrollaron las PASO porteñas. A dos días del acto eleccionario, la Policía Metropolitana reprimió una manifestación pacífica que tuvo como consecuencia la muerte del militante Facundo Molares. Una vez más la derecha vestida de defensora de la paz y el orden, legitima la represión de la protesta social. Como en el caso de la pueblada jujeña, privilegió su esencia ideológica, unificándose para “explicar que la represión no fue represión”. Luego que “el bueno” de Horacio declaró que “el fallecimiento se debió a un paro cardíaco”, Patricia acusó a la víctima de “sembrar el caos”, enfatizando su apoyo a la policía, mientras que la mileista Victoria Villarruel también culpó al manifestante asesinado “por ser un terrorista que se descompensó”. La represión los une.
No es con violencia cómo se resolverán las contradicciones sociales y económicas inherentes a toda sociedad, sino con más democracia, con mayor participación ciudadana y con políticas públicas que salgan al encuentro de las emergencias sociales, ecológicas y culturales del pueblo porteño.
Se abre un largo camino hacia las elecciones generales, aunque las carencias socio educativas de nuestra Ciudad continúan. La participación en el acto eleccionario es fundamental, sin embargo para enfrentar y solucionar los problemas que atañen a la vida compartida, resulta necesario que la voluntad ciudadana de elegir otra alternativa política de gobierno, se vea fortalecida con un crecimiento de prácticas participativas. El candidato a jefe de Gobierno de Unión por la Patria, Leandro Santoro ha incorporado este precepto como un eje central de una nueva perspectiva de gestión para la ciudad. Si bien el sufragio es una trascendente conquista democrática que debe ser ejercida con la máxima responsabilidad y convicción, se nutre de significantes más amplios. Con sólo observar el derrotero histórico y la larga lucha por la instauración del sufragio, que incluyó su universalización, el voto secreto y la incorporación de la mujer, se aprecia la trascendencia del ejercicio del derecho al voto en la vida política. Cuando la democracia se debilita porque los pueblos se alejan y pierden protagonismo; lo que priman son los poderes de facto, los poderes reales, fundamentalmente los económicos.
En la CABA hace 16 años que gobierna una opción política que no sólo ha potenciado las desigualdades sociales, priorizando los intereses de las corporaciones inmobiliarias, dañando el medio ambiente y desfinanciando la salud y la educación públicas. La experiencia de estos años de macrismo demuestra que cuando la ciudadanía porteña participa activamente, como en las audiencias públicas por la venta de los terrenos de Costa Salguero y Punta Carrasco; o en la denuncia y oposición a las concesiones corruptas del sistema de acarreo; se obtienen triunfos valiosos.
Uno de los problemas que está movilizando a los porteños/as, es la respuesta comunitaria al bloque de poder que conforma el Gobierno de la Ciudad con los grandes capitalistas de la construcción. La ciudadanía ha tomado conciencia de las consecuencias negativas que generan en su calidad de vida, las políticas de la gestión porteña para beneficiar a sus socios económicos, promoviendo la edificación descontrolada en toda la ciudad. Además, ya está demostrado que la oferta de viviendas no soluciona el grave problema social de los alquileres. El negocio de esas viviendas está subordinado a otros fines: el refugio de valor para grandes rentas dolarizadas que fueron armando el monstruo silencioso de las 200 mil viviendas vacías. No es casualidad, sino causalidad que este lacerante problema social genere un renovado protagonismo vecinal en varias comunas de la ciudad.
La comunidad se organiza para resistir el avance inmobiliario, inclusive con propuestas de códigos urbanísticos propios, sustentando la idea de poder decidir cómo debe desarrollarse el barrio en el que habitan. En los últimos días el vecindario de Colegiales, se sumó a los de Chacarita, Villa del Parque, Villa Crespo, Palermo, Núñez, Belgrano y Villa Ortúzar y Devoto. El espíritu no es impedir que haya construcciones en la ciudad, se trata de establecer normas convivenciales que respeten la calidad de vida de los habitantes de los barrios y del conjunto ciudadano. El reclamo defensista podría resumirse en que nuestra gente quiere seguir viviendo en barrios tranquilos, respetando sus necesidades, patrimonios culturales e históricos, rechazando lo que trae el macrismo “moderno”: ruido, oscuridad, contaminación y desaparición de espacios verdes.
Estas reivindicaciones del pueblo porteño serán determinantes en el camino hacia las elecciones de octubre, para cambiar nuestra ciudad con una renovada perspectiva solidaria y humanista.
* Secretario General del Partido Solidario y presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.