Por Enrique Stola
La justicia comenzó a juzgar a los seis detenidos por la violación grupal de una joven de 21 años ocurrida hace un año y medio en el barrio porteño de Palermo y todos enfrentarán como coautores una imputación por "abuso sexual agravado", por la que podrían terminar condenados con hasta 20 años de cárcel.
Comenzó el juicio a seis jóvenes acusados de violación grupal a una joven de 21 años en el barrio de Palermo.
La denunciante, quien según los medios habría consumido alcohol y sustancias, siempre declaró que nunca consintió la relación sexual.
Con respecto a los imputados la fiscalía adjudica igual grado de responsabilidad pues se habrían dividido cumpliendo diferentes roles.
¿Qué les sucede a las mujeres alcoholizadas y/o drogadas en cualquier reunión donde haya hombres?: las drogas las colocan en un estado de vulnerabilidad y riesgo que puede ser aprovechada por cualquier varón o grupo de ellos. Y un grupo de varones sin conciencia del cuidado que deben brindar a una mujer en ese estado, que pueden haber consumido o no, se conozcan o no, si coinciden en actuar el mandato patriarcal de ejercer poder sobre el cuerpo femenino sabrán inmediatamente qué hacer para lograr su objetivo: erotizarse grupalmente y someter a la mujer.
Algunos acusados aseguran que no participaron de la agresión sexual. Lo único claro es que nunca hicieron nada para impedirla.
Seguramente, será tema de debate el consentimiento, ya que este punto es clave en las relaciones sexuales entre las personas. Como señala Beatriz Gimeno “para determinar si hay o no agresión sexual, el consentimiento tiene que ser el centro y no hay otra manera de plantearlo”.
La imagen de un grupo de varones con intenciones sexuales alrededor de una mujer nos muestra la asimetría existente entre los varones y esa joven, en sintonía con lo que sucede en la estructura social.
Reiteradamente, tenemos información sobre violaciones que se producen luego de que la víctima fue reducida con drogas. En este caso, el consumo colocó a la denunciante en la clásica situación de vulnerabilidad, pero no le hizo perder el conocimiento y pudo en varios momentos oponerse, hasta que la ayuda apareció por acción de vecinos y la policía.
Hay altas posibilidades de que algunos o todos los participantes reciban alguna condena. La misma no detendrá la práctica machista de agredir sexualmente a las mujeres, pero seguramente estimulará el debate acerca del necesario cumplimiento de la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos. La E.S.I., tan resistida por los sectores que desean y necesitan seguir manteniendo la asimetría entre los géneros, proteger a los agresores sexuales y mantener la coercitiva violencia de la dominación masculina en nuestras sociedades patriarcales.
Enrique Stola es médico psiquiatra, experto en violencia de género y masculinidades.