Se trata del sargento Pablo Cejas que pertenecía a la policía de Santa Fe. Fue asesinado cuando circulaba en moto por la capital provincial, por dos hombres que lo acribillaron de ocho balazos.
Un suboficial de la Policía de Santa Fe que figuraba en el sistema de Protección al Testigo del Ministerio de Seguridad provincial por haber denunciado a colegas por nexos con el narcotráfico fue asesinado a balazos en el barrio Yapeyú, del extremo noroeste de la capital de la provincia, informaron este martes voceros de la fuerza.
Se trata del sargento Pablo Cejas, de 44 años, cuyo cadáver fue hallado pasadas las 23.30 de la noche del lunes en inmediaciones de la calle Neuquén al 6400, y los médicos determinaron que recibió entre siete y ocho balazos, dijeron las fuentes a Télam.
Los voceros dijeron que Cejas intentó eludir el ataque y, ya en el piso, se arrastró por la calle cerca de 30 metros, donde dejó un reguero de sangre, y quedó tendido en el lugar.
Los investigadores prácticamente habían descartado un hecho de robo, ya que la moto y otras pertenencias, como el celular, quedaron tirados a poca distancia de la víctima.
Momentos después del ataque se presentaron efectivos de la policía que habían sido alertado por un llamado al 911, pero Cejas ya estaba muerto. Anteriormente había sido atacado a la balazos en junio de 2015, en una situación similar, cuando se dirigía en su moto a la ciudad de Recreo, lindante con la ciudad de Santa Fe.
En esa oportunidad denunció que no se había tratado de un intento de robo, sino un atentado por negarse a encubrir búnker y quioscos de droga, con los que supuestamente estaban involucrados dirigentes políticos y autoridades policiales.
Además, en julio del mismo año se registró una balacera contra el domicilio de su suegra, en el barrio Cabaña Leiva, de la capital provincial.
Cejas era un hombre conocido, ya que sus denuncias y las agresiones sufridas habían sido ampliamente difundidas por la prensa local.
El último episodio que protagonizó se produjo el 16 de julio de 2016, en un bar de la Costanera capitalina, cuando se atrinchero en el lugar efectuando disparos y amenazó con suicidarse.
Allí, denunció su descontento con el accionar de policías involucrados con el narcotráfico y al ser detenido fue puesto en disponibilidad.
Poco después fue sometido a estudios psiquiátricos y ambientales, que dieron como resultado que era apto para desempeñarse en su puesto y fue reincorporado a la fuerza.
Las investigaciones del crimen estaban a cargo del fiscal Jorge Nessier de la Unidad de Homicidios Dolosos de los Tribunales provinciales de esta ciudad.