El detenido está detenido acusado de matar a Aitana, de 9 años, y a su hermana Isondú, de 22. La mayor habría descubierto que el hombre quería abusar de la nena y le pidió a su pareja que lo echara de la casa.
Una venganza por impedir un abuso sexual sería el móvil detrás del doble crimen de las hermanas de 9 y 22 años en Corrientes. Eso es lo que se desprende de la declaración de la pareja de la mayor de las víctimas. Mientras tanto, el detenido señalado como autor de los asesinatos hace una huelga de hambre y se niega a declarar.
Isondú Marisel Fernández, la joven de 22 años asesinada en Parada Acuña, le había pedido a su pareja Miguel Ángel Zárate (24) que echara de la vivienda a Antonio Villalba (42), al que alojaban mientras buscaba trabajo. La joven sospechaba de Villalba después de ver que le había bajado el pantalón a Aitana, de 9 años, durante un "juego" en el patio de la casa". Creía que el hombre estaba preparando el terreno para abusar de la chiquita.
El dato surge de la declaración de Zárate ante la fiscal de Monte Caseros, Clara Belén Arrúa. Según su relato, Isondú y Villalba se conocían desde hacía muchos años, ya que eran del mismo barrio, en Curuzú Cuatiá.
Villalba cayó el domingo luego de ser encontrado por la Policía de Corrientes en la zona de los montes, no muy lejos de donde ocurrió el doble crimen. El acusado sigue hospitalizado en Curuzú Cuatiá y se niega a comer.
Había llegado a Parada Acuña en busca de trabajo en alguna de las estancias de la zona. Y la pareja decidió alojarlo en su pequeña casa hasta que lograra conseguir empleo.
Todo cambió el domingo a la tarde. Según el relato de Zárate, Isondú se levantó de la siesta y creyó ver que su hermana tenía los pantalones bajos mientras jugaba con Villalba en el patio. El joven dijo que su pareja no tenía certeza de ello, pero le pidió que hablara con el hombre para que buscara otro lugar para vivir.
El domingo a última hora, Zárate habló con Villalba y sin entrar en mayores detalles, le pidió que abandonara la casa. La partida se habría acordado para el día siguiente, pero cuando el joven retornó, el hombre seguía en el lugar.
Zárate le reiteró el pedido, pero el ahora detenido le dijo que no tenía adónde ir, que estaba sin trabajo y no veía oportunidad cercana de conseguirlo. Y le propuso que al día siguiente trabajaría en la construcción de la casa que la pareja había empezado a levantar en Parada Acuña.
Ese mismo día Isondú le dijo a Miguel que ya no quería que Villalba permaneciera en el lugar por temor a que algo le sucediera. Y que enviaría a Aitana de regreso a la casa de su mamá.
Los investigadores sospechan que el hombre escuchó esta conversación en la pequeña vivienda y, al día siguiente, después de trabajar en la obra hasta pasado el mediodía, consumó el doble crimen para vengarse ante la insistencia para que se retire.
Ese martes al anochecer, cuando retornó de su trabajo en una estancia, Zárate vio que Villalba salió corriendo de la casa. Al ingresar encontró a Aitana tirada en una cama, agonizando; mientras que Isondú presentaba numerosas heridas de machete en los brazos y dos profundas heridas de cuchillo en el pecho que le provocaron la muerte en el acto.
Desde la Fiscalía insistieron en que la médica de la Policía no encontró signos de abuso sexual en ninguna de las hermanas. Y conjeturó que Aitana murió estrangulada con el cinto de su uniforme escolar.
Cerca de 200 policías realizaron un intenso rastrillaje en la zona con drones, perros y de a caballo en busca del asesino. Recién el domingo a la mañana lo hallaron totalmente deshidratado, hambreado y exhausto durmiendo bajo una precaria casilla abandonada en un campo.
Villalba fue llevado al Hospital de Curuzú, donde sigue internado con suero, recuperándose de la deshidratación, pero se niega a alimentarse. También se negó a colaborar con los médicos y la fiscal del caso.