Juan Carlos Gutiérrez, el albañil que se entregó tras haber dado muerte a Jorge Radolovich en su casa de Pompeya, pidió disculpas a la familia de la víctima.
“Quiero pedir mil disculpas a la familia Radolovich. Fueron mis mejores amigos”, dijo Juan Carlos Gutiérrez esta mañana en el subsuelo de tribunales. En su breve declaración en sede judicial, el albañil correntino de 49 años reconoció el crimen, aunque aseguró que lo hizo en defensa propia y que lo enterró por miedo.
La víctima es Jorge Daniel Radolovich, un hombre de 66 años que el sábado pasado fue hallado bajo tierra, en el patio de una casa ubicada en Juan Díaz de Solís al 8100, que era de su propiedad y que le alquilaba a Gutiérrez y su concubina por $ 2.000 mensuales.
Por el crimen, el juez penal Sergio Carraro dictó hoy la prisión preventiva para el acusado y rechazó las medidas alternativas propuestas por la defensora pública, Betina Dongo; así como los argumentos de que Gutiérrez había matado en defensa propia o en exceso de la misma.
Durante la audiencia en la que tuvo tratamiento la cautelar, el fiscal de la Unidad Especial de Homicidios, Gonzalo Iglesisas, dio sus fundamentos de por qué Gutiérrez debía permanecer preso y para ello enumeró la vasta evidencia que existe en la carpeta judicial.
Una ginebra
Para la fiscalía el hecho se produjo el viernes 7 de julio, en horas de la tarde noche, cuando Radolovich y Gutiérrez se encontraban reunidos y a solas -hasta el momento no surge la presencia de testigos- en la casa de barrio Pompeya.
No obstante, las actuaciones policiales y judiciales se iniciaron recién al día siguiente, cuando pasadas las 13, Gutiérrez se entregó en la Subcomisaría 3ra. de Las Flores, el presencia de su pareja y el hijo de ésta.
Allí relataron que los dos hombres se encontraban tomando una ginebra cuando se produjo una discusión en la que el inquilino aplicó tres puñaladas en el cuello del propietario, que a su vez era su patrón ocasional.
Cuando los policías llegaron a la casa, ubicada en la ochava noroeste de Juan Díaz de Solís y Azcuénaga, ingresaron por un portón que da a una galería y luego a un patio, donde se veía el montículo de tierra removida. Adentro, sobre la mesa de la cocina, reposaba la cuchilla de puño de madera y ataduras hechas con alambre, con la que Gutiérrez aplicó un corte tipo degüello y dos puntazos profundos que le ocasionaron al huésped la muerte casi inmediata.
Con la mirada
Horas antes de la llegada de la policía, el propio Gutiérrez, casi sin pronunciar palabra, le indicó a su mujer con la mirada los lugares donde estaba el cuerpo y arma letal. En definitiva, “no hay elementos que permitan pensar en una pelea”, sostuvo la fiscalía para desmontar la teoría de la defensa propia. “La víctima ha sido atacada de modo artero y directo”, destacó Iglesias, quien apuntó además que “no se refleja ninguna otra herida para que pueda hablarse de una lesión defensiva”.
El fiscal sostuvo que Gutiérrez no tiene arraigo laboral ni familiar, y que actualmente se quedó sin casa, porque la que habitaba le pertenece a la familia de la víctima, todos elementos que aumentan los riesgos procesales -especialmente el peligro de fuga- en el caso de que se le conceda la libertad. También dijo que por el delito que se le atribuye -autor de homicidio simple-, podría recibir una pena que va de los 8 a los 25 años de cárcel, por lo que solicitó al juez la imposición de la prisión preventiva.
La defensa por su parte, rechazó el planteo del Ministerio Público de la Acusación y postuló un caso de legítima defensa. En esa línea dijo que su pupilo no se fue del lugar sino que se entregó voluntariamente y que tanto él como sus allegados colaboraron en el esclarecimiento del hecho.
Por temor
Luego el propio imputado pidió para declarar ante el juez Carraro, ante quien pidió “mil perdones” a la familia Radolovich de quien se consideraba “amigos”. Y dijo: “Él llega borracho con una botella de ginebra y me invita a tomar. Discutimos por la casa. Me intenta agredir, y yo me defiendo por temor a los antecedentes que él tenía”.
Luego afirmó que “intenté esconder el cuerpo, no para darme a la fuga, sino porque estaba asustado. Después no me acuerdo más nada hasta que me desperté”.
La defensa le preguntó sobre los “antecedentes” a los que se refería, y Gutiérrez contestó: “Él estuvo muchísimo preso por homicidio. Tiene 5 muertes. Temía que me matara a mí también. Él me contó que había estado en la cárcel de Coronda”.
La camioneta
Ese sábado en que se reveló el crimen de Jorge Radolivich, a cuatro cuadras de la casa de Gutiérrez, por calle French, apareció abandonada y sin llave, la camioneta Toyota Hilux bordó propiedad de la víctima. El vehículo fue reconocido por la esposa del fallecido, quien consultada sobre lo ocurrido dijo que “mi marido siempre lo ayudó” a Gutiérrez. “Le daba trabajo, le prestaba plata y en ocasiones hasta le llevaba viandas” de comida. Juan Carlos Gutiérrez, el albañil que se entregó el fin de semana tras haber dado muerte a Jorge Radolovich en su casa de Pompeya, pidió disculpas a la familia de la víctima.