Alberto Fernández prepara una hoja de ruta post cuarentena restrictiva que incluye la situación sanitaria en el AMBA, los términos de la negociación con los bonistas de Nueva York que tienen interés en reestructurar la deuda externa por 66.000 millones de dólares y los aspectos básicos de un plan de emergencia para atenuar los efectos económicos y sociales causados por la irrupción del COVID-19.
Además del Presidente, en esta hoja de ruta participan o participarán Santiago Cafiero, Martín Guzmán, Cecilia Todesca, Matías Kulfas, Ginés González García, Axel Kicillof, Sergio Massa, Felipe Solá, Horacio Rodríguez Larreta, los gobernadores nacionales, los representantes asignados por la UIA, los productores agropecuarios y los líderes de la CGT.
Alberto Fernández apuesta a un amplio pacto político y social, pero en lugar de empujar una convocatoria publica -que puede fracasar por la actual tensión institucional- optó por trabajar por capítulos y al final mostrar el acuerdo conjunto con los principales protagonistas de la coyuntura nacional.
En este contexto, el jefe de Estado aguarda a la reunión que mantendrán Rodriguez Larreta y Kicillof para determinar cómo seguirá la cuarentena restrictiva que concluye el 17 de julio. Alberto Fernández ya sabe que el jefe de Gobierno porteño pretende abrir la cuarentena por razones sociales, políticas y económicas, mientras que asume que el gobernador de Buenos Aires irá a la zaga por la propia realidad estructural del conurbano bonaerense.
A la par del estudio de la salida de la cuarentena restrictiva, el Presidente se reunirá con Cafiero, Guzmán y Todesca para analizar un programa de emergencia destinado a relanzar la economía nacional, cuando la pandemia haya terminado su faena mortal en la Argentina. Cafiero, Guzmán y Todesca acercan a Alberto Fernández las propuestas que elabora el gabinete económico-social, y a continuación el jefe de Estado decide que programas se incluirán en esta iniciativa que sería anuncia en las próximas semanas.
Las propuestas bajo estudio en Olivos incluyen un plan maestro de obras públicas, fuerte incentivo al consumo, créditos blandos para incentivar la producción y la demanda, un programa de empuje a la producción agropecuaria, una agenda diplomática vinculada al comercio exterior, la reforma fiscal para atenuar los efectos de la pandemia y un sistema de respaldo a todas las economías regionales.
Todo el programa de emergencia Post Pandemia -poco que ver con el Plan Marshall- será financiado con inversión local y créditos de organismos multilaterales, acordado entre la Nación y los gobernadores, y aprobado en el presupuesto nacional 2021, según lo explicado en Casa Rosada a Infobae.
Durante esta semana, Guzmán y los bancos colocadores de los futuros bonos -HSBC y BOFA- iniciarán cuesta arriba el tramo más complejo de la reestructuración de la deuda externa. Para evitar un nuevo default, Argentina necesita ciertas mayorías entre los tenedores de títulos soberanos, y esos porcentajes serán difíciles de obtener si BlackRock y sus aliados no aceptan la oferta oficial registrada en la SEC.
La iniciativa aprobada por Alberto Fernández y diseñada por su ministro de Economía establece que el Valor Presente Neto (NPV) de los bonos será de 53.4 dólares, mientras que BlackRock y sus socios de ocasión exigen 60 dólares de NPV. Esa diferencia se parece al número del infinito.
El jefe de Estado y su ministro hablan, chatean o se encuentran todos los días en Olivos para analizar el proceso de reestructuración de la deuda externa. Se trata de un asunto que está vinculado al programa de emergencia post COVID-19: sin deal con los acreedores privados, el financiamiento externo se complicará y el plan para reconstruir la economía tendrá menos recursos que los previstos por los equipos técnicos del Gobierno.
Alberto Fernández y Guzmán consideran posible cerrar un acuerdo que evite el default y facilite el acceso a los créditos blandos de los organismos multilaterales. En Wall Street aseguran que será una negociación compleja y el default es un peligro inminente. Esta semana, desde el exterior, puede llegar una señal que alivie la presión política y económica que enfrenta el Presidente y su ministro de Economía.