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Política Bloque

Crisis en la conducción de Pichetto

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Crédito: 95751

Ahora es la senadora Inés Blas, quien dejaría el bloque, con lo cual quedaría con 23 contra 25 de Cambiemos. Para evitar la emigración, Pichetto ensaya endurecer su discurso opositor, pero no le sale. Más que los dichos hacen falta hechos, ni siquiera señales. Como telón de fondo el pliego de la nueva fiscal general de la Nación que pretende imponer Macri y que, como la designación del nuevo juez federal de Paso de los Libres, necesita el concurso de los senadores peronistas que caen en la contradicción  que por un lado critican al gobierno por manejar la justicia y por otro siguen brindando las herramientas para el sostenido avance del macrismo sobre el Poder Judicial. El primer paso en falso lo dio Diego Bossio cuando al escindirse del Frente para la Victoria en Diputados permitió que Cambiemos pase a controlar el quórum y la mayoría en el Consejo de la Magistratura. Luego fue Pichetto que perdió ocho senadores al no permitir la incorporación del cristinismo. Son varios los senadores que no convalidarían el acuerdo a la fiscala que sustituirá a Alejandra Gils Carbó, entre ellos el del Chaco y los de Formosa solidarios con Domingo Peppo y Gildo Insfrán que tienen situaciones judiciales comprometidas. El PJ de Corrientes analiza retirar a su senador (Camau Espínola) si el resto del resto no es solidario con el firme planteo del partido en Corrientes. Con todo, no serían sólo los cuatro. Al menos otros siete tendrían a la cuestión judicial como el límite para el peronismo y estarían dispuestos a poner en caja a Pichetto en sus acuerdos con el Gobierno.

El bloque «opositor» de la Cámara de Senadores de la Nación que lidera Miguel Ángel Pichetto viene sufriendo grietas que le cuesta reparar. Tras la emigración de la comprovinciana de Pichetto, Silvina Larraburu, nada menos que al bloque de Unidad Ciudadana que lidera Cristina Kirchner, ahora una senadora de Catamarca amenaza irse, también con Cristina.


Se trata de Inés Blas, a quien buscan contenerla para evitar la sangría política del «peronismo racional». Para colmo, la gobernadora del distrito de la senadora Blas, Lucía Corpacci, ya viene dando gestos para diferenciarse de la liga de gobernadores, como enviar dirigentes afines al acto de San Luis, organizado por el kirchnerismo.


Como telón de fondo, la palmaria contradicción que muestra el justicialismo frente al sostenido avance macrista sobre el Poder Judicial. Por un lado se quejan, pero a la hora de votar son funcionales a los intereses del Gobierno, algo para lo que no logran explicación.


Un almuerzo de Pichetto con el presidente en la Casa de Gobierno encendió todos los sensores. En el tapete la consideración del pliego de la Procuradora General de la Nación, jefa del cuerpo de fiscales. El Presidente la impulsa pero necesita los dos tercios que sólo tendría si el peronismo vuelve a levantar las manos, algo que según parece no todos están dispuestos y que podría producir un debate de fondo en el encrespado escenario del bloque que conduce Pichetto.


El senador rionegrino enfrentó días atrás una dura ofensiva del justicialismo correntino que reclamo por la posición colaboracionista de los senadores del PJ que parecieran no animarse a rechazar un pliego que hace tres años está en el Senado, un pliego que en su momento envió Cristina a pedido de Colombi y luego retiró al tomar nota de que estaba involucrado con actos del narcotráfico y que nunca había sido absuelto por inocencia en la denuncia promovida por los dos fiscales federales de la provincia.


En la reunión en la que tambien participó Rodolfo Urtubey, presidente de la Comisión de Acuerdos, quedó planteada la decisión de retirarlo al senador Camau del  bloque, si es que el resto no es solidario con el peronismo correntino. En ese momento la relación de fuerzas estaba 25 a 25 con Cambiemos.


Un tema no menor es el armado de cara a 2019. Juan Manuel Urtubey pretende ser consagrado como candidato, pero la falta de señales claras frente a Cambiemos ensombrece sus posibilidades en provincias como Corrientes, Chaco y Formosa cuyos senadores deben atender las realidades locales.

Para evitar la emigración, Pichetto intentó retomar el discurso opositor en una reciente interpelación al jefe de Gabinete, Marcos Peña, pero limando las aristas agudas del lenguaje. 


Para cuestionar el tarifazo, por ejemplo, Pichetto dijo que Juan José Aranguren «es un ministro que indudablemente está preocupado por reducir los subsidios en materia energética y actuó con mucho vigor», lo cual resultó una crítica algo desteñida.


Más adelante, señalando a Peña con el dedo, le dijo: «Ustedes hicieron un esfuerzo de gradualismo en los dos primeros años. Reconozco, además, que había que salir del esquema del subsidio a la tarifa. Nadie discute eso, salvo un esquema demagógico en la Argentina». No fueron palabras para asustar, precisamente, al jefe de Gabinete.


«La experiencia del peronismo es la homogeneidad una vez que se resuelve hacia adentro la toma de decisión. No pretendan que después los opositores hagan de oficialistas. Eso no va a ocurrir», cerró un amigable Pichetto.


EL CASO BLAS


El hecho es que Miguel Pichetto está cerca de perder otra senadora en manos de Cristina Kirchner: la catamarqueña Inés Blas, que quiere seguir los pasos de la rionegrina Silvina Larraburu, flamante incorporación del bloque de la expresidenta.


Con su partida, Pichetto se quedó con 24 bancas, una menos que Cambiemos, que se convirtió así en la primera mayoría no peronista del Senado en décadas.


Blas ya hizo saber a sus pares que tiene ganas de irse con los K y obligó a Pichetto a un operativo de contención que empezó con un gesto: fue la primera oradora de su bloque en la visita de Marcos Peña.


Le achacó deudas por transporte de energía y Peña las negó, siempre en los buenos términos que acostumbra el Senado cuando asiste el jefe de Gabinete.


Su gobernadora, Lucía Corpacci, ya viene dando gestos para diferenciarse de la liga de gobernadores, como enviar dirigentes afines al acto de San Luis, organizado por el kirchnerismo.


Blas siempre fue cristinista. En los primeros dos años se movía con la decena de senadores cercanos a la expresidenta, entre los que estaba Virginia García, cuñada de Máximo Kirchner.


Cuando Pichetto armó su bloque y le cerró la puerta a Cristina, Blas fue arrastrada como todos los senadores de provincias gobernadas por el peronismo.


Sólo un mes antes, había participado del encuentro de mujeres peronistas en Catamarca, con la asistencia de Corpacci y de kirchneristas como la intendenta de La Matanza, Verónica Magario. Quiere estar más cerca de ellas.



Una crítica a

mitad de camino


Raro en él, Miguel Pichetto no levantó la voz en su discurso de cierre de la sesión para un nuevo informe de Marcos Peña, pese a que Sergio Massa y los gobernadores le habían pedido endurecerse para no regalarle escenario a Cristina, y hasta le suplicó que no le exija ser oficialismo cuando se pelea con Elisa Carrió.


Según la lectura que hace el portal La Política (LPO), el jefe de senadores, clave para la sanción de las leyes más importantes de la era Macri, fue condescendiente hasta cuando habló de la entrega de U$S1.400 millones del Banco Central para evitar una escalada.


Massa y los gobernadores le pidieron a Pichetto confrontar contra Peña, pero no lo consiguieron. «No me pidan que sea oficialismo», le dijo al jefe de Gabinete, sin levantar la voz.


«Por supuesto que hay capacidad de respuesta. Nadie discute esto. No queremos venir a plantear acá ningún discurso apocalíptico, ni que la economía va a estallar, ni nada de eso. Pero son datos o indicadores de que, en el proceso económico, las cosas no andan del todo bien», fue su tibio diagnóstico.


«El ministro Aranguren es un ministro que indudablemente está preocupado por reducir los subsidios en materia energética y actuó con mucho vigor», lo describió.


«Pero no se tiene una mirada integral de la economía en orden a cómo repercute ese tipo de medidas en actividades concretas, lo que significa el impacto sobre las pymes en energía, en gas, y que hace a veces poco viable la continuidad de la actividad económica o laboral», matizó luego.


Sobre tarifas se distanció de la dureza de sus pares o de los diputados de su espacio. «Ustedes hicieron un esfuerzo de gradualismo en los dos primeros años. Reconozco, además, que había que salir del esquema del subsidio a la tarifa. Nadie discute eso, salvo un esquema demagógico en la Argentina».


«No creo que la solución sea el congelamiento de tarifas a 2016. No creo en eso. Pero también siento que en estos últimos 60 días la política de gradualismo se interrumpió. Un proceso de ajuste del 40% en gas, el ajuste desmedido del agua y el ajuste en la estructura eléctrica ha impactado muy fuertemente».


Más sorprendió cuando defendió la reforma previsional, que votó junto a algunos senadores de su bloque. «No va a provocar, de ninguna manera, un impacto sobre los jubilados. Este año, el ajuste previsional va a andar girando en el 24% o 25% porque no pudimos -no pudieron ustedes- ayudar a resolver un tema central de la economía como es la inflación».


Ante la perplejidad de Peña, criticó conceptos de las columnas dominicales de Jaime Durán Barba, pidió proteger la política y recordó que la crisis por las tarifas la despertó Elisa Carrió y el radicalismo.

«¿Y qué pretenden? ¿Que la oposición se quede cruzada de brazos, que no diga nada? ¿Qué consintamos que el debate se da dentro del gobierno de Cambiemos? ¿Qué tiene un sector que ajusta y que es conservador popular y que tienen un sector progresista que es un alma sensible y que ordena...?», le preguntó a Peña.

 

En primera persona


Para cuestionar el tarifazo, por ejemplo, Pichetto dijo que Juan José Aranguren «es un ministro que indudablemente está preocupado por reducir los subsidios en materia energética y actuó con mucho vigor», lo cual resultó una crítica algo desteñida. Más adelante, señalando a Peña con el dedo, le dijo: «Ustedes hicieron un esfuerzo de gradualismo en los dos primeros años. Reconozco, además, que había que salir del esquema del subsidio a la tarifa. Nadie discute eso, salvo un esquema demagógico en la Argentina».


No fueron palabras para asustar, precisamente, al jefe de Gabinete. Inés Blas ya hizo saber a sus pares que tiene ganas de irse con los K y obligó a Pichetto a un operativo de contención que empezó con un gesto: fue la primera oradora de su bloque en la visita de Marcos Peña.


Blas siempre fue cristinista. En los primeros dos años se movía con la decena de senadores cercanos a la expresidenta, entre los que  estaba Virginia García, cuñada de Máximo Kirchner.


Cuando Pichetto armó su bloque y le cerró la puerta a Cristina, Blas fue arrastrada como todos los senadores de provincias gobernadas por el peronismo.

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