Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Recibí las notificaciones

DESBLOQUEAR NOTIFICACIONES

Siga estos pasos para desbloquear

Política

El 2 de junio, a la vuelta de la esquina

Agrandar imagen
Crédito: 119629

Con cinco frentes peronistas en carrera y con la vigencia de una cuasi ley de lemas que favorece notoriamente al oficialismo provincial, que hará pesar además el poder de la estructura el día de las elecciones, el interrogante es cómo se distribuirán las bancas en la Legislatura provincial. Aunque también hay expectativa por la elección de 121 concejales en toda la Provincia. En el supuesto de que caiga la sigla del Frente para la Victoria, el Gobierno podría llevarse 11 de las 15 bancas en la Cámara baja y 4 de las 5 poltronas en el Senado provincial. En este punto, es clave la fecha en que la Justicia baje el martillo respecto a la legalidad del uso del FpV, para determinar si la decisión implica la caída de la lista en todas las categorías. La presión de todos los sectores del peronismo es muy fuerte en pos del logro de condiciones igualitarias para la participación. Ya se logró abortar el sello del PJ, excluido de la alianza oficialista. Ahora, se espera que el FpV no implique una ventaja sobre el resto de los frentes peronistas. Algunas encuestas le dan al FpV un valor residual aun alto en Corrientes, aunque a la hora de la verdad pesará la fuerza del aparato, y el hecho de que el Gobierno tendrá 25 boletas contra dos del frente kirchnerista, un dato no menor. Un interrogante sin respuestas es quién financiará la campaña K.


A seis meses de la elección presidencial del 27 de octubre, el país asiste a una coyuntura desconocida luego de 36 años de vida democrática. En otras situaciones la posibilidad de un golpe militar aparecería como posible para un futuro mediato, de hecho lo está en el Brasil, donde sus fuerzas armadas son un factor de poder real en la vida de la República y su ejército goza de un alto prestigio social en el pueblo brasileño.


Hoy, hay problemas en el Brasil sin duda mucho menores que los de nuestro país.


En Argentina las cosas son distintas. Las fuerzas armadas no tienen capacidad operativa, medios ni cuadros como para alterar el rumbo democrático. Sin duda, tampoco voluntad.


En este marco, la solución la deben dar los dirigentes en el libre juego de las instituciones democráticas, en un marco de realidad y de perspectiva, en una adecuada integración al mundo.


Asoma entonces, nítidamente, un déficit en este campo dominado por una mediocridad que se extiende transversalmente, con un sistema político que nunca pudo recuperar a los partidos como instrumentos de la democracia, quizás porque el problema reside en la conciencia dirigencial que no es sino reflejo de una sociedad que ha perdido patrones universales que hacen a la revalorización de la cultura del trabajo, del esfuerzo y del sacrificio.


En el país, pulularon en las últimas décadas nuevas universidades que sin rigor académico ni una adecuada planificación en las prioridades degradaron la educación y los productos de ella en términos de excelencia. Pululó además el juego, con los enormes problemas que a la sociedad le genera y para lo cual ni siquiera la Iglesia le encuentra una respuesta acorde a su responsabilidad.


El narcotráfico no se combate en el país. No hay política para ello. Se habla de la creación de 100 nuevos juzgados federales, acaso como si el problema fuera aprehender a los que transportan la droga sin atacar el problema de fondo que es la prevención para que el combate sea efectivo. Acá no se trata de agarrar perejiles, sino de ir a fondo contra los que organizan y gerencian el negocio del narcotráfico, cosa que no se hace.


Las fronteras son vulnerables. La droga ingresa por ellas sin mayores problemas, pero transitan por las rutas. Se incauta un porcentaje muy bajo porque las fuerzas de seguridad no cuentan con la tecnología apropiada para su detección y la inteligencia no se orienta hacia arriba, sino hacia abajo, al punto de que no se conocen detenciones de los llamados "patrones del mal". Todo se circunscribe a acciones de relativo efecto, porque a la vez se descubre un cargamento y pasan otros diez.


Camiones, micros y autos que transitan el camino de la droga podrían ser revisados con scanner de alta complejidad, móviles que obtengan resultados infinitamente más efectivos, todo ello sin perjuicio de orientar con profesionalidad la investigación hacia los cárteles de la droga que dominan el mercado, de los cuales nada se sabe.



POLÍTICA Y ECONOMÍA


Política y económica aparecen indisolublemente mezcladas en esta encerrona que vive la República.

Al comenzar la gestión del actual Gobierno se describió un estado de cosas que pasaba por el enorme déficit fiscal originado, fundamentalmente en el hecho de que casi el 70 por ciento del gasto estaba relacionado con lo social.


Se planteó una política de gradualismo que suponía cubrir ese déficit, estimado en 30 mil millones de dólares anuales mediante el endeudamiento, a la espera de que el nuevo clima generara un crecimiento y un desarrollo acorde a la expansión de la economía que se esperaba como correlato de recuperar los niveles de confianza para que los inversores confíen en el país y vuelquen recursos a una economía severamente afectada.


Así fue que el país se fue endeudando para cubrir el desfasaje. La esperada recuperación de la economía no llegó. Los capitales del exterior tampoco, porque a poco de andar entendieron que en Argentina se vota cada dos años y que no existía una estabilidad política que asegure en el tiempo la perdurabilidad de las reglas de juego.


En este punto, una primera consideración casi insoslayable. Es el mandato que deben tener los electos por el voto popular. Hacer elecciones cada dos años es colocar al país en permanente prueba. Hay otros países que adoptan la renovación de sus autoridades cada cuatro años, una experiencia a tener en cuenta.


Así llegamos a este tiempo, a seis meses de la elección. Transcurrieron más de tres años. El déficit subsiste con el agravante notorio que a lo anterior se suma el efecto del costo financiero por la mayor deuda contraída en estos años, que hace que uno de los rubros más importantes del gasto sea el servicio de la deuda que además tiene plazos de devolución del capital que desde ya angustian.

El 27 de octubre se votará en primera vuelta. Tres semanas después será el ballotage, que hoy por hoy aparece como inevitable, salvo que el peronismo unifique su oferta electoral en un acto de racionalidad que parece distante.


Del 17 de noviembre al 10 de diciembre, el nuevo Presidente -cualquiera sea- deberá armar su equipo para tomar las riendas del país. Todo muy sobre fin de año ¿Qué le aguarda a los argentinos para un diciembre del 2019 tan particular?


Hoy, la elección está polarizada. Cristina y Macri, mutuamente han buscado ser la cara y contracara de una apuesta electoral en la que está en juego el destino de los argentinos. Ambos mantienen un núcleo duro de votantes y un alto rechazo con un amplio segmento de quiénes no votarían a uno ni a otro.


La estrategia del Gobierno, desde siempre, fue mantener a la ex Presidente en carrera.

Toda la estrategia apunta a que ella y no otro sea quien dirima con el oficialismo el ballotage, que desde hace meses parece inevitable.


La sobreactuación del tándem Durán Barba-Marcos Peña para convertir a Cristina en la rival a vencer terminó a la postre jugándole en contra, porque lo que por un lado se podría ganar, por otro se pierde. El crecimiento de la ex Presidente es una realidad en términos electorales. Que alcance o no al momento de votar es otra cosa, pero lo cierto es que un efecto colateral de primer orden es el impacto sobre la economía, los mercados y la visión que desde el exterior se produce respecto al futuro argentino. Visión que se refleja en el crecimiento del riesgo país, un dato más que preocupante, porque incide de manera directa en el costo financiero que el país paga por su deuda.


Con un riesgo país en los mil puntos, la tasa pasa a ser del 17 por ciento, cuatro o cinco veces mayor que la que paga Chile, Bolivia o Uruguay.



EL DESDOBLAMIENTO

DE LAS ELECCIONES

A NIVEL PAÍS


La realidad nacional domina el escenario político del país y, por ende, de las provincias, que en su gran mayoría han resuelto desdoblar las elecciones. Una práctica inaugurada en1991 por el entonces ministro del Interior, José Luis Manzano, que junto a Eduardo Menem y Eduardo Bauza componía la trilogía de los celestes que ganaron espacio en la mesa chica del poder menemista, en contraposición con los colorados que constituían el otro polo de poder del que se valía el ex Presidente para estimular las contradicciones, las internas y las intrigas que le permitían a la postre tomar las mejores decisiones una vez separada la paja del trigo.


En 2019, los gobiernos provinciales se decidieron a despegarse de una pelea nacional que muestra, como pocas veces, un escenario saludablemente confuso en un país que desde el 94 ha adoptado un nuevo sistema electoral en el que la elección la definen los seis distritos electorales más grandes de la Argentina, con un ballotage que obliga a definir una estrategia para dos partidos sucesivos.

En la primera vuelta hay que clasificar entre los dos finalistas; y en la segunda, ser un candidato competitivo para hacer la diferencia.


En política valen tanto los votos que se tienen como los que faltan. No pocas veces a políticos autosuficientes o sin experiencia les faltó cinco para el peso, porque no supieron calibrar sus propias realidades y la del escenario en el que se desenvolvía la lucha.


Pasó en 2015, en que mal puede decirse que ganó el macrismo, no preparado para hacerse cargo del Gobierno nacional y de la Provincia de Buenos Aires, sino que perdió el oficialismo que no pudo superar las contradicciones internas ni mostró la capacidad para contener a todas las expresiones del peronismo.


José Manuel De la Sota, desde Córdoba, sepultó toda posibilidad de triunfo al jugar por fuera del FpV. Un 7 por ciento de los votos con los cuales Daniel Scioli se hubiera impuesto cómodamente.

Lo cierto es que De la Sota era De la Sota y Córdoba es, por historia y tradición, Córdoba, desde donde se gestaron muchos de los más importantes hechos de la vida política nacional.


Hoy, nuevamente es Córdoba quien está en el centro de la escena. Por estas horas aún resuenan las desafortunadas declaraciones de la líder de la Coalición Cívica, "Lilita" Carrió, que tuvieron un impacto enormemente desagradable en la opinión pública de todo el país sin distingos. Un agravio a la sociedad y a la política que muestra en su justa dimensión a una dirigente que suele tener ese tipo de exabruptos, demostrativos de una personalidad compleja.


El intendente de Córdoba y aspirante a la Gobernación por uno de los sectores de la UCR, Ramón Mestre (h) comparó esas expresiones de Carrió con lo que en su momento fue el cajón de Herminio Iglesias, que quedó para el recuerdo de aquellas elecciones de 1983, para el mal recuerdo de una sociedad que no ve con agrado situaciones como las de Herminio o Lilita, dos caras de una misma moneda representativas de lo que país no quiere.


Nadie duda que si José Manuel De la Sota no hubiera muerto hace unos meses, la suerte del peronismo y de la política argentina hubiera sido otra a esta altura del proceso electoral.


De la Sota fue un político de raza, de cuna peronista, pero respetado por todo el arco político nacional. Circunstancia que se vio reflejada en quienes, desde distintos sectores, expresaron la honda congoja por su imprevista y trágica muerte en momentos en que, aún, podía darle al país lo mejor de su experiencia como político de la vieja escuela.


El líder del peronismo cordobés era, antes que nada, un hombre pragmático que hacia la política con profesionalidad. No existían en él odios ni amores.


Luego de sucesivas derrotas en su Provincia, llegó el turno de revertir la racha. Fue en 1999 en que cerró, un acuerdo imprevisto, con el entonces presidente Carlos Menem con quien nunca se llevó bien, pero tampoco tan mal, simplemente porque éste valoraba su trayectoria, su prestigio y su inteligencia. Aun, desde veredas opuestas en el universo peronista lo distinguió dándole uno de los tres destinos diplomáticos más importantes que tiene el servicio exterior, la Embajada en el Brasil, destino que este gobierno de Macri respeto para el peronismo cordobés con un hombre ligado al gobernador, Schiaretti.


En 1999, De la Sota fue nuevamente candidato a Gobernador de su Provincia, con el visto bueno de Carlos Menem. En el medio, un acuerdo nunca explicitado, que pasaba por la habilitación judicial dada por el juez Federal de Córdoba, Bustos Fierro para que el ex Presidente pudiera competir en 1999 en desmedro de la candidatura de Eduardo Duhalde. Esta estrategia finalmente no prosperó porque la Cámara Electoral Nacional, máximo tribunal del fuero, invalidó el criterio del magistrado cordobés, más allá de que en la parte que correspondía a De la Sota, el Presidente cumplió y allanó la posibilidad de que, en su cuarto intento, termine por recuperar para el peronismo la Provincia, quebrando una larga hegemonía de la UCR.


Desde entonces, hace veinte años, el justicialismo conserva el poder en Córdoba y lo seguirá conservando en este turno electoral que enfrenta un radicalismo dividido con dos expresiones como lo son Mario Negri, por un lado, con el apoyo de la Casa Rosada; y Ramón Mestre (h) por otro, con el apoyo de Enrique "Coti" Nosiglia.


De la Sota cumplió dos mandatos sucesivos, luego lo reemplazó Schiaretti hasta que, en 2011, volvió a intentar suerte, incluso cuando las encuestas no lo favorecían. Schiaretti, históricamente su segundo, no puso reparos, un gesto que lo distingue. De la Sota tenía por entonces 51 por ciento de imagen negativa, algo que, prima facie, invalidaba su postulación.


Al contarse los votos, la noche del 7 de agosto de 2011, se anotó un cómodo triunfo sobre Luis Juez y Oscar Aguad. Simplemente siguió el repertorio de sus asesores extranjeros a los que sumó la astucia propia del político que sabe leer e interpretar el aporte de los profesionales.


Gobernó cuatro años en lo que fue su tercer mandato. A su término le entregó la posta nuevamente a Schiaretti, renovando una sociedad política signada por los códigos y el respeto, algo no habitual en la política argentina de las últimas décadas.


Unos meses antes de su muerte, el legendario líder del peronismo cordobés se enfrascó en su proyecto presidencial para lo cual consideró la conveniencia de establecer vínculos con la ex Presidente, con quien nunca tuvo buena onda.


Cristina, que tampoco comulgaba con el cordobés desde los tiempos en que compartieron banca en el Senado de la Nación, entendió el mensaje y la necesidad de abrir una vía de diálogo.


Fue precisamente este medio quien dio cuenta de un par de reuniones que ambos tuvieron en un departamento de Recoleta, que no era de la ex Presidente. Fueron encuentros a solas de los que surgió una relación de mutua conveniencia por entonces resistida por el gobernador Schiaretti, próximo al peronismo federal y a la Casa Rosada.


Un par de meses después, Clarín blanqueó ese acercamiento. Luego, lo hicieron otros medios nacionales hasta que la infausta noticia de la muerte de De la Sota dejó ese proyecto de acercamiento en agua de borrajas. Mediante esa iniciativa trunca parecía posible que el peronismo unifique una propuesta electoral única para enfrentar al macrismo, con la abdicación de Cristina y el acompañamiento del resto del PJ.


Una jugada fuerte, que unificara al peronismo de la Provincia de Buenos Aires con el de Córdoba, era a todas luces irresistible. Un eje ordenador que sólo pueden hacerlo desde el ejercicio del liderazgo que la responsabilidad les imponen a quienes deben tomar decisiones en momentos difíciles de la vida nacional.


Hoy, la realidad muestra la carencia de ese nivel de profesionalidad. A Roberto Lavagna le cuesta lidiar con un justicialismo que no ve la complejidad del escenario en una competencia de protagonismos y egos que no se compadecen con los porotos propios o estructura que puedan mostrar pretensos precandidatos sin envergadura propia.


Cristina sabe de sus limitaciones y de sus prioridades, pero hasta ahora no encuentra una alternativa que la convenza de dar un paso al costado sin seguridad de que ello no terminará favoreciendo al macrismo.


En el Gobierno nacional está claro que el margen de acción es exiguo. Contrariamente a lo que se piensa, es el mismo Mauricio Macri quien considera como una posibilidad cierta un recambio que les permita conservar el poder.


Algo que interesa a todos quienes están en el Gobierno, conscientes de los riesgos implícitos que supone el perderlo con un espectro judicial siempre preocupante que, desde Comodoro Py, pareciera acechar con facturas pendientes.



EL 2 DE JUNIO


La semana venidera será la oportunidad de ahondar en el plano provincial. Una elección que deja dos mensajes. Por un lado, la necesidad de establecer un sistema electoral serio que elimine la incertidumbre y la discrecionalidad en la fijación de la fecha de elecciones; y por otro, la necesidad de que el sistema político muestre la existencia de anticuerpos capaces de poner límites a las acciones marginales protagonizadas por algunos peronistas que han degradado a la política en su conjunto.


El ex interventor Federal, Ramón Mestre alguna vez se refirió a las diferencias entre los dirigentes correntinos. "Parece una pelea de cirujas", señaló en obvia alusión a la falta de nivel con que actúan algunos que, si aun subsistiera la práctica del duelo de caballeros, no dudarían de darle un tiro por la espalda a su contendiente, simplemente porque no tienen ética, conducta ni palabra para honrar los acuerdos y mirar de frente a los correntinos.


Los que se acostumbraron a vivir de la política no pueden justificar su nivel de vida, aun cuando el patrimonio aparece oculto son los que deben rendir cuentas ante la Justicia por las investigaciones que están en curso y, en las cuales, la difusión periodística de los hechos y las circunstancias sirven de manera decisiva para crear un estado de opinión similar al que, por caso, hoy existe en torno a lo que para la sociedad implica que haya dirigentes capaces de robar el sello de un partido o intentar apropiarse de una sigla por izquierda, en desmedro de otros con el mismo derecho.


Hoy, el país mira la elección nacional y Corrientes sabe de la importancia que tiene quien pase a gobernar desde el 10 de diciembre, más allá de que como regla de la política, no necesariamente quienes gobiernen desde la formalidad institucional sean quienes tengan el poder.


La Justicia, los medios, los factores de poder externos y el corsé de la economía son limitantes insoslayables a la hora del análisis fino.


Los Estados Unidos, desde hace tiempo, ha desarrollado una política que le ha dado resultados. Por un lado, que ningún conflicto bélico tenga como teatro de operaciones su propio territorio. Por otro lado, controlar al mundo no sólo desde el poderío bélico, sino desde la economía y las finanzas que es de donde se crea una dependencia invisible, pero real.

 

El Libertador 

Dejá tu opinión sobre este tema

Noticias destacadas

Más noticias

Te puede interesar

Newsletter

Suscribase a recibir información destacada por correo electrónico

Le enviamos un correo a:
para confirmar su suscripción

Teclas de acceso