Acaso Ricardo Colombi recogió el nylon y después de su ‘globo de ensayo’ que se dejó trascender como una hipotética fórmula encabezada por Sergio Moisés Flinta y la cantidad de palos recibidos ante la escasa aceptación electoral que tiene ‘El Checho’, lo único que podría asegurarle es una casi derrota electoral en octubre.
Por ello solo se apeló al silencio y la principal atención se centró en discutir o ratificar la candidatura de Eduardo Tassano para la intendencia de la capital. Hasta allí llegó el nylon del gobernador intentando pescar intenciones de votos, aunque más no sea de sus partidarios radicales.
Caído el “experimento Flinta”, muy resistido incluso puertas adentro de la UCR, el gobernador saliente estaría barajando para dar de nuevo, cuando le quedan muy pocas cartas, quizás no más de dos, para el intento de perpetuar a ECO en la gobernación de Corrientes.
Con Flinta y Carlos Vignolo fuera de la cancha, el pulgar arriba de Colombi no tiene mucho para elegir. Seguramente buscarán en uno de los preferidos de la familia gubernamental, Gustavo Valdés, dar el batacazo que más que eso, se parece a un manotazo. Después como una rueda de auxilio solo queda en el tintero Peteco Vischi y el radicalismo de ECO Cambiemos, para de contar.
Como si fuera poco, al máximo definidor radical le llueven insinuaciones, sugerencias y clamores de candidaturas que, a todas luces, lo ponen de mal humor. No pega una o con uno de su propio partido, encima le quieren imponer candidatos, públicamente. Colombi va de mal en peor.
Hoy el mercedeño más famoso que ahora puso en duda el retorno a su ciudad natal para pelear por la intendencia, está pagando tanta glotonería política y no haber preparado un candidato serio, potable, responsable, confiable, aceptable que ya tendría que haber desembarcado en el paladar del electorado correntino. Nada menos que en el año de las elecciones.
A Ricardo Colombi le pasaron 16 años en el gobierno, directa e indirectamente, y la única vez que lo intentó se comió un garrón con el Rey Arturo que no tardó mucho en dejarlo fuera de los espacios de poder; alejándolo del oasis provincial que está en la esquina de 25 de Mayo y Salta.
No preparó nunca un sucesor. Confiado que la glotonería política también iba a seducir a oficialismo y oposición, en post de la re-reelección de Ricardo, situación que tuvo su tiro de gracia en las postrimerías del año parlamentario de 2016, con un proyecto que ni siquiera fue tratado.
Hoy es demasiado tarde y Colombi no tiene quien le escriba una historia convincente que le asegure una victoria en alguna de las seis elecciones de este año. La principal, por la gobernación, está bastante dificultosa. Sencillo. No encuentra un buen candidato a sucederlo.
