De labios del propio gobernador se escuchó que, independientemente de la capital que irá a las urnas en junio, con la incógnita de funcionalidad sobre la Boleta Única Electrónica; todos los correntinos habilitados en el padrón provincial, podrán hacer su debut en el cuarto oscuro el domingo 2 de julio para elegir a los legisladores provinciales que renovarán las dos cámaras del palacio correntino de las leyes.
Mientras el propio mandatario se debate entre sus dudas, sobre el candidato a sucederlo, uno; sobre si irá a pelear por la intendencia de Mercedes, dos; y sobre una postulación a un escaño senatorial, tres; el tiempo pasa como el agua que se escurre entre las manos. La legislatura correntina espera por sus nuevos comensales.
No es un halago, pero independientemente de las labores de sus presidentes. Pero Cassani por un lado en Diputados y Gustavo Canteros en el Senado, que actuaron sobre la corrección administrativa y, puntualmente, legislativa. El año que se fue no se caracterizó por tener grandes debates, batallas por leyes de fundamental importancia, etc., que hicieran sacudir la opinión pública, como ocurriera antaño.
Parecen lejanos aquellos tiempos, los legisladores de hoy también lo son, diferentes; cuando cada sesión era para alquilar balcones, porque estaban en juego temas realmente importantes para la provincia. Leyes que podían hacer tambalear un municipio o provocar su división; lo mismo con algún partido que dejara al descubierto su endeblez como tal y se fractura a partir de contrariedades legislativas, modificaciones de cartas orgánicas fundamentales para cualquier funcionamiento administrativo; discursos encendidos, excesos verbales, grandes oradores.
Todo eso parece haberse archivado en la prolífica biblioteca legislativa donde duermen el sueño de los grandes, aquellas sesiones inolvidables.
De este año no habrá que esperar mucho, en términos legislativos, porque nadie querrá dar un paso en falso que lo perjudique o que termine lesionando electoralmente a su partido, frente, alianza o proyecto político. Porque las elecciones están a la vuelta de la esquina y un paso en falso le puede costar muy caro a cualquiera.
Está claro que 2017 será un año de transición, con Colombi yéndose cabizbajo, sin su reelección (negada en la legislatura) y cumpliendo el peor período gubernamental de los tres que le tocó en suerte. Y aquí la ‘pesada herencia’ no tiene responsabilidad sobre nada.
Los nuevos comensales que por ahora esperan en la gatera, a partir de diciembre, con un poquito de esfuerzo seguramente superarán la labor parlamentaria de los últimos años. No cuesta mucho. Así parece.
