El dicho de Jorge Luis Borges cobra actualidad con lo ocurrido en las últimas horas en el ámbito del Congreso de la Nación y de la Corte Suprema. Las diferencias nunca parecieran ser tantas como para que, como en el minuto 45 del segundo tiempo, se saque un gol de la galera. La ofensiva peronista tomó con la guardia baja al Gobierno. Macri jugó fuerte, pero tarde, cuando las cartas ya estaban echadas. No pudo revertir lo que fue un golpe bajo la línea de flotación a las aspiraciones del oficialismo de controlar a los jueces.
Esta vez hubo estrategia, hubo acción coordinada y se lograron resultados. Atrás quedó lo pasado, hace tres años, cuando a días de dejar Cristina el gobierno, se comenzó rápidamente a desmoronar el blindaje que la ex Presidente imaginó que la protegería en la eventualidad de perder las elecciones, cosa que finalmente pasó.
El 22 de noviembre, Cambiemos logró un triunfo en el ballotage que más pareció ser la muestra de la incapacidad del propio peronismo para manejar sus contradicciones internas. A Daniel Scioli le faltó cinco para el peso, sin duda los votos de los Rodríguez Saá en San Luis y los de Schiaretti-De la Sota en Córdoba.
Pocos días después de la derrota, un grupo de senadores y diputados nacionales, algunos muy cercanos a la ex Presidente, saltó el cerco. En Diputados fue patético por el efecto que produjo. Diego Bossio comandó a un grupo de una docena de legisladores que escindió el bloque del FpV. El resultado fue que Cambiemos sacó partido de esta fractura, al lograr imponer a Pablo Tonelli como representante de la mayoría en el Consejo de la Magistratura. Así inició el Gobierno una escalada ascendente en el control del Consejo de la Magistratura, que le permitió someter y disciplinar a la Justicia. Tonelli fue la llave. Con él logró llegar a siete consejeros, con lo cual tuvo quórum propio y mayoría. A partir de allí y con el Gobierno detrás, no le costó seguir aumentando su influencia. Hubo remociones, aprietes, renuncias provocadas y la propuesta de designación de cerca de trescientos jueces que pasaron, sin mucha dificultad, el filtro del Senado, donde existió la complacencia del senador Rodolfo Urtubey, presidente de la Comisión de Acuerdos.
El punto de inflexión se dio en la semana que termina, cuando ya el macrismo festejaba lo que consideraba el control absoluto del cuerpo con la ratificación de Pablo Tonelli y Mario Negri en Diputados y la posibilidad de alzarse con los dos representantes de la mayoría en el Senado.
El Presupuesto parecía la excusa perfecta para negociaciones de trastienda que, con un matiz económico, aumentaba las fricciones en el peronismo, donde crujieron las estructuras; particularmente en el Senado, donde el formoseño José Mayans llegó a calificar a Pichetto como operador del ministro Frigerio y en el que los senadores tucumanos pegaron el portazo en el marco de la dura interna que separa a los Alperovich de Manzur por el control de Tucumán.
La foto que ilustra la nota lo dice todo y explica cómo funciona el peronismo. A horas del sonoro portazo de Alperovich, este dio un beso a Pichetto a la vista de todo el Senado, luego de la aprobación del Presupuesto y mientras se cocinaba, a fuego lento, la ofensiva por el Consejo.
En este contexto, la profesionalidad y experiencia del Gobernador formoseño, metido de lleno en las diferencias senatoriales. El quiebre que originaron los tucumanos parecía que tendría un efecto implosivo, pero fue Gildo Insfrán quien, rápido de reflejos, desactivó el embate del vicepresidente del bloque, Mayans que tenía el acompañamiento de otro docena de senadores.
El pato de la boda terminó siendo el senador, Rodolfo Urtubey, que vivió horas de intenso desgaste. Finalmente, Pichetto le largó la mano y, con acuerdo de todos, se cerró con el hombre fuerte de Santiago del Estero, quien aportó tres senadores y seis diputados al armado de la jugada que se dio en ambas cámaras y que permitió llegar a una mayoría que permitió alzarse con dos poltronas en Diputados y dos en Senadores.
En Diputados, lo ocurrido fue continuación del mismo andamiaje. Lo que parecía imposible se dio. El cristinismo y el massismo cerraron filas con el acompañamiento de los demás sectores del peronismo, entre ellos el de los gobernadores, el Movimiento Evita y el bloque que preside Felipe Solá. En este cierre intentó irrumpir el presidente Macri, quien tres veces dialogó telefónicamente con el Gobernador de Córdoba para abortar el decisivo apoyo del peronismo cordobés a la postulación de Wado de Pedro (La Cámpora) y Graciela Camaño, del massismo.
Schiaretti, socio de Pichetto, Massa y Urtubey en Alternativa Federal, se plantó. Tuvo en cuenta, por un lado, la necesidad de restablecer el equilibrio. Por el otro, que en la Corte Suprema, que es la terminal de los acuerdos que involucran a la Justicia está nada menos que Julio Maqueda, hombre del riñón del delasotismo de cuya mano llegó al alto Tribunal durante el Gobierno de Duhalde, en 2002. Schiaretti además evaluó otros dos aspectos decisivos para rechazar la atractiva oferta del Gobierno. Por un lado, que el candidato que se beneficiaría sería Mario Negri, quien sucede a Gustavo Valdés y a Oscar Aguad que, por años, ocupó ese estratégico posicionamiento. Negri es, nada más ni nada menos, uno de los posibles candidatos a vencer en una interna irresuelta por definir con Ramón Mestre. La otra cuestión, no menor por cierto, es que, en el marco del acuerdo con Sergio Massa, el espacio que ocupará Graciela Camaño tiene fecha de vencimiento. Será al concluir el mandato de ésta, en diciembre de 2019. Luego la sucederá el ex Vicegobernador de Schiaretti por el resto del período, esto es para completar los cuatro años.
Juan Manuel Urtubey, gobernador de Salta, no quedó satisfecho. El desplazamiento inesperado de su hermano lo molestó, al punto que el presidente del bloque que preside Pablo Kosiner delegó la firma del acuerdo en su segundo.
Por aquello de que Guillotin, el creador de la guillotina, fue víctima de su propio invento, hace recordar a lo sucedido en 2015, cuando Cambiemos alteró las reglas de juego en la conformación de las mayorías legislativas imponiendo, en una decisión resistida, a Pablo Tonelli. Entonces, el tema se judicializó, pero, como los tiempos de la Justicia nada tienen que ver con los de la política, finalmente el hecho consumado se legalizó y, esta vez, les jugó en contra. El peronismo utilizó esa ingeniería para sumar voluntades en una tarea ciclópea, que muestra el fuerte anti macrismo que hay en la escena política nacional.
¿Y LA CORTE
SUPREMA?
El más alto Tribunal de la Nación es, por lejos, la máxima instancia de poder que hay en la República. Ningún Presidente puede gobernar sin tener un ojo en la Corte y sin tener "on line y en tiempo real" el pulso de los supremos jueces de la Nación.
Es la intérprete final de la Constitución de la República y, no pocas veces, sus fallos mostraron ese "as de espada" que representa. Algunas veces con celeridad inusitada como fue en el caso de Carlos Menem, que en un par de horas habilitó la candidatura a Senador de la Nación, revocando la resolución del máximo Tribunal del fuero Electoral con un mensaje claro, en el ejercicio de su autoridad sobre los tribunales inferiores. En otras oportunidades, dictó fallos de fuerte impacto económico con el caso Badaró (jubilaciones), como el caso Smith (corralito), como el caso de la Coparticipación a días de la asunción de Macri. Muy recientemente, el fallo a favor de La Pampa, donde asomó una nueva mayoría a la que Julio Piumato calificó como la mayoría peronista de la Corte (Lorenzetti, Maqueda y Rosatti).
Otro caso emblemático fue el del ministro de Defensa, Oscar Aguad, ex interventor Federal de Corrientes. Aguad llegó a tener, en determinado momento, apuntándole simultáneamente los cañones del gobierno municipal (Camau Espínola), del Gobierno provincial (Ricardo Colombi), del Superior Tribunal de Corrientes y del Gobierno nacional que, a través de Cristina Kirchner, le dedicó tres cadenas de televisión. Finalmente, la Corte Suprema, por el veredicto unánime de sus miembros, mandó la causa al archivo revalidando los fallos de Laura Varela y del Tribunal de segunda instancia que integraban, por entonces, Luis González, Roberto Mendíaz y Cynthia Godoy Prats, fallos que habían sido modificados por el Superior Tribunal.
En este contexto y de cara a un año electoral que no viene fácil para el Gobierno, los jueces son, quizás, los que más atentamente siguen el equilibrio de la balanza en la Justicia. Hoy algo está claro.
Nadie tiene la vaca atada y nadie quiere quedar en posición adelantada. Ni jueces, ni políticos saben cómo va a terminar este culebrón electoral. Resulta lógico, entonces, que se extreme la prudencia.
El fallo de La Pampa mostró que duró poco el 3 a 2 a favor del Gobierno. La pelea Pichetto-Mayans o Pichetto-Alperovich en el Senado, con modos distintos, se da también en la Corte, donde las internas tienen modos distintos, más parecidos a las del Vaticano. Imperan los modos florentinos, propios de los cortesanos, acostumbrados al ejercicio del poder con mayúsculas.
Los ministros Rosatti y Lorenzetti, peronistas y santafesinos ambos, parecía asegurarle a la nueva presidencia de Rosenkrantz el inicio de una nueva etapa. La realidad muestra otra cosa y en esto está el ADN peronista de esta Corte.
En el medio, la muñeca de Julio Maqueda, ex convencional nacional constituyente como Rosatti. Constitucionalistas ambos. Lo que parecía imposible término siendo posible. Hoy, los tres se aprestan a firmar un fallo que se dará a conocer recién el 18 de diciembre venidero y que resolverá el tema de los jubilados. Un fallo cuyo alcance preocupa al Gobierno por el efecto sobre las arcas estatales.
DEL 3 A 2 SE
PODRÍA PASAR
AL 3 A 1
Los acuerdos en torno a la aprobación del Presupuesto permitieron distintos beneficios a quienes lo facilitaron. Uno de ellos, Adolfo Rodríguez Saá, quien logró, para compensar la interna con su hermano el Gobernador, que la Nación le otorgara 366 millones de pesos para los municipios cercanos al Adolfo, quien dará la batalla para volver a la Gobernación.
En estos acuerdos hubo concesiones de distinta naturaleza, algunas vinculadas con lo judicial, como fue el impulso a los candidatos a jueces federales de Paso de los Libres y de Santiago del Estero. El pliego de este último fue aprobado en la escandalosa reunión de la Comisión de Acuerdos del miércoles pasado, que dejó con el ala rota al senador Urtubey, sin que la oposición de "Lilita" Carrió haya influido en la decisión del Gobierno. Los votos de Santiago del Estero en el Presupuesto fueron para Cambiemos. Los votos de Santiago del Estero en el Consejo fueron para el peronismo.
En este contexto, el Gobierno apuesta a sostener en la Corte Suprema a su vicepresidente, Estela Highton, quien tiene la cola sucia y sobre la cual pende la posibilidad de un juicio político. Sigue en el Tribunal de manera amañada, a pesar de haber pasado los 75 años, algo grave por cuanto ella, al asumir, juró sobre la Constitución que ahora pretende desconocer.
No es la única. Lorenzetti también tiene, en trámite, un pedido de enjuiciamiento, pero está claro que las espaldas y la cintura de uno y otro son distintos. Lo más probable es que Highton termine por renunciar, para evitar mayor desgaste, con lo cual su lugar quedará vacante hasta el recambio de Gobierno que se producirá el 10 de diciembre de 2019.
Hasta entonces, la Corte funcionaría con cuatro miembros. Tendría quórum y, en caso de empate, se convocaría a uno de los presidentes de las cámaras federales que no siempre sería el mismo. En esta eventualidad, el Gobierno quedaría en clara minoría, lo más probable 3 a 1. Aunque la jerarquía intelectual y la trayectoria de los jueces que la componen no permite suponer que se hable de mayorías automáticas. Ocurre, simplemente, que generalmente los gobiernos, cualquiera sea, piden cosas difíciles de atender en el marco de la sana interpretación del Derecho.
