A menos de diez días de las generales legislativas el Frente de Todos se ha lanzado a una tarea prácticamente imposible. Revertir el resultado de las primarias de septiembre, con prácticamente todas las medidas de emergencia destinadas a atender el relamo de la enorme porción de votantes propios que acompañaron en 2019 pero se distanciaron este año.
Los resultados son más que escasos de acuerdo a los pocos sondeos previos que no están contaminados por ambas márgenes de la grieta, y finalmente es posible casi descontar un buen resultado de Juntos por el Cambio.
Las expectativas más positivas que tienen los diferentes oficialismos a nivel nacional es que por lo menos la cuestión no vaya más allá de lo que ocurrió en 2017 con lo que la relación de fuerzas del Congreso podría mantenerse.
Eso a su vez, permitiría posesionar de un modo distinto a Cambiemos para el 2023. Efectivamente un triunfo de macrismo en las próximas elecciones presidenciales les abriría también la puerta a una mayoría parlamentaria que eliminaría los límites que los sectores que defienden a las mayorías menos favorecidas del país hasta ahora vinieron ejerciendo en la política nacional y provincial.
Después de la fenomenal campaña lanzada en los medios antes que la electoral de 2015 y las falsas promesas realizadas por el entonces candidato Mauricio Macri que mayoritariamente el electoral decidió aceptar como reales y la posterior comprobación de las mentiras que terminó devolviéndole el poder al peronismo, es imposible sostener para estas elecciones que el electorado puede ser engañado nuevamente o simplemente manipulado.
En estas elecciones, el que decida creer será responsable de sus acciones. El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, dijo con cruel veracidad, “el que quiera darse un tiro en el pie” puede hacerlo, saber por qué lo hace, será campo de estudio de la Sociología.
Eso no quita que esta campaña esté envuelta en miserabilidades de todo tipo. La presidente del PRO, Patricia Bullrich, no tuvo problemas para burlarse de salud de la vicepresidente Cristina Fernández, en un acto de campaña. La expresión de baja estofa fue celebrada por conmilitones de la ultraderecha argentina.
Justo ahora que la vicepresidente se opera, un periodista empleado del medio de Mauricio Macri inicia una campaña, para que “los políticos” se atiendan en hospitales público. No estaría mal si la iniciativa no estuviera destinada a seguir alimentando la grieta, en beneficio del resultado electoral previsible para mediados de noviembre.
Más acá en el mapa, el senador Víctor Zimmermann vinculó la liberación condicional, bajo caución del bolsero José López a la consagración de la impunidad y la corrupción que prefiere trasvasarla al oficialismo.
Sacando la oportunidad en que la Cámara Federal que resolvió esa libertad, pocas dudas cabe que se trata de una decisión ajena a la política. Pero la verdad, parece no importarle a Zimmernann, no solamente al tiempo de lanzar esta burda chicana electoral, sino respecto de la investigación misma del origen de los millones de dólares que López revoleó a través de los muros de un convento.
Tampoco la Justicia se preocupó por ese origen. La verdad podría correr el foco de la atención actual a la vereda opuesta.
Carim Peche, un político profesional atado a cargos públicos desde hace 22 años desnudó sus limitaciones en una carta firmado en la que concluye que los chaqueños le están diciendo basta al peronismo porque lo que se viene “es la esperanza de dar el primer paso hacia la construcción de un Chaco nuevo en el que podamos vivir y sentirnos mejor”.
Mauricio Macri ya no tuvo medias tintas para anticipar lo que sería una nueva gestión suya o de alguno de sus simpatizantes del PRO-Radicalismo. Ya no habrá “gradualidad” como él piensa que transcurrió su gobierno, contando además con su propia mayoría parlamentaria.
Ningún radical hace mención de las fotos que se sacaron durante la campaña de 2015 con el entonces candidato y luego con él, ya en funciones de presidente.
Pero lejos estuvo eso de aportar alguna idea en dirección de la esperanza y construcción del Chaco. Vamos en línea para repetirlo. Tal vez sea la dosis que hace falta para entender, para convencerse.