Desde el año 1588 se sabe que la playa Arazaty y sus inmediaciones costeras, conforman la postal de presentación de la Ciudad de Juan Torres de Vera y Aragón. Conscientes de ello las sucesivas administraciones municipales se han ido empeñando a lo largo de su historia en presentarla como un atractivo veraniego de la más de cuatro veces centenaria capital correntina.
Pero se sabe que el Río Paraná trae consigo desagradables sorpresas. Aunque no habría que caerle con todo al caudaloso curso de agua que tan solo se limita a soportar los malos comportamientos vecinales, desechos y construcciones del ser humano que lo explotan atentando contra el río.
En la Arazaty, en estos momentos los bañistas se ven sorprendidos y repugnados por una salida pluvial y cloacal justo en la mitad de más de seiscientos metros de playa. Justito en la parte media de la playa y entre los miles de bañistas, está una canalización de cemento construida para residuos escatológicos, que vierten su indeseable contenido al río y que algún iluminado intentó desviar hacia el sur de la ciudad. Aseguran que la intención era ir hasta más allá del cementerio San Juan Bautista. Pero parece que, como lamentablemente es habitual, el trabajo no estuvo completo.
Ahora, lo más peligroso se presenta en materia de salud y prevención sanitaria de la población, porque miles de desprevenidos se zambullen en las tentadoras aguas del Río Paraná que, según dicen los olores, transporta por allí algunos residuos de materias fecales de una parte de la ciudad.
Se impone alguna explicación o mensaje tranquilizador de los técnicos y profesionales de algún organismo del estado interviniente en contaminación ambiental.
