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Salud Alfredo Zurita

Atención primaria del ACV

Mucha gente cree que la Atención Primaria es lo que se regala a los pobres en los centros de salud. Nada que ver, es bastante más.

Mucha gente cree que la Atención Primaria es lo que se regala a los pobres en los centros de salud. Nada que ver, es bastante más.

En pocos días más será el día del ACV, accidente cerebrovascular, y un caso ocurrido estos días en la localidad de Paso de los Libres, Corrientes, es una oportunidad para reflexionar sobre su atención primaria adecuada.

Según las noticias, un abogado de la capital correntina, estando allí por razones laborales sufrió un ACV, para el cual ni el hospital local, ni la medicina privada disponían de la tecnología necesaria para su atención, por lo cual  fue trasladado a la cercana ciudad brasileña de Uruguayana, donde el paciente fue atendido en un hospital público, que tenía la tecnología necesaria, y que requirió pago de la atención, costoso, por lo que al cabo de unos días la familia gestionó ante el ministro de salud el envío de una ambulancia que lo trajo a la capital, a 370 kms, donde está internado en un hospital público gratuito, con pronóstico grave.

La atención primaria no es, como difunde su versión infantilizada, que muchos ingenuos, o no tanto, difunden, vacunaciones, o actividades de baja complejidad para los pobres, sino como dice la definición de la OMS de 1978, la atención científicamente valida, y socialmente aceptable, puesta al alcance de toda la comunidad

La atención científicamente válida para el ACV en esta época depende de si es hemorrágico, por rotura de una arteria del cerebro, o trombótico, por taponamiento de una arteria, y el diagnóstico entre estas dos causas exige tomografía computada, y eventual neurocirugía, recursos que habitualmente solo están disponibles en ciudades grandes, como Uruguayana, y no chicas como Paso de los Libres. Como ambas ciudades solo están separadas por el río, llevar el paciente a Uruguayana fue lo más lógico, porque el pronóstico depende de la rapidez con que se haga todo esto, pero el sistema de salud no está armado para facilitar estas cosas a los pacientes, sino para dificultarlas, basándose en nacionalismos, provincialismos, y autogestión.

Según estos principios cada país debe atender solo a sus ciudadanos enfermos, y esta regla se practica aún en países cristianos, o que dicen serlo, que consideran que los enfermos extranjeros no deben tener los mismos derechos que los enfermos nacionales, y aunque estos países estén avanzando hacia acuerdos internacionales que igualarían derechos, tales como el Mercosur. Creo alguien dijo aquello de que "lo que hagas por el más pequeño de mis hermanos lo harás por mí". ¿Quién fue? Seguramente un político en campaña, aunque esta en Mateo 25:40.

Del mismo modo la ciudad de Buenos Aires considera que no es lícito que los habitantes de la provincia de Buenos Aires usen gratuitamente sus hospitales públicos, y lo mismo hacen las provincias cuando habitantes de provincias vecinas utilizan sus hospitales porque les queda más cerca, y aún se mirará mal al rico que va al hospital público para que lo atiendan gratis.

La idea del hospital de autogestión, que bajo diversos nombres florece en Argentina desde hace varias décadas, con la excusa de mayor eficiencia, es una barrera adicional. El hospital debe cobrar, de alguna forma, para autogestionarse.

¿Se dirá que por qué razones no hay en Paso de los Libres la tecnología necesaria para atender ACV? No convendría ponerla de todos modos, porque la cantidad de casos que podrían atenderse no permitiría mantener una adecuada calidad de atención, (calidad volumen dependiente en términos técnicos), que aconseja concentrar transplantes, o atención de alta complejidad, que tropieza a su vez con el localismo, que impide al Instituto de Cardiología de Corrientes ser utilizado a pleno, porque cada uno quiere ser atendido en su pueblo, lo que nos lleva al concepto de atención socialmente aceptable que también está en la definición de Atención Primaria.

Veamos el ejemplo de Holanda, la legislación, basada en estudios científicos, garantiza la atención domiciliaria de los partos normales, y la atención hospitalaria de los partos complicados, pero toda embarazada puede tener su parto normal en un hospital, si lo paga de su bolsillo, pues no se considera lógico pagar con fondos públicos, un mayor riesgo.

Del mismo modo los ciudadanos de Paso de los Libres podrían preferir una atención local de sus ACV aunque fuera de menor calidad que la que pueden tener en Uruguayana. En forma general, Argentina destina unos 3.000 pesos anuales de fondos públicos a la atención de personas sin obra social, es decir que a los 40.000 habitantes de Paso de los Libres les corresponderían 120 millones, unos diez millones por mes, y lo ideal sería que ellos mismos decidieran mediante un mecanismo de participación como prefieren organizar la atención. ¿Comprar un tomógrafo computado, y contratar neurocirujanos?, ¿comprar un helicóptero o avión sanitario para trasladar los ACV a la capital en forma rápida?, etc. Sin duda habrá más ideas e iniciativas, que fondos disponibles, y esto generará arduas disputas entre los que participen. Los que hayan tenido un pariente con ACV dirán de gastar en eso, pero los que hayan tenido un hijo prematuro dirán de comprar incubadoras y contratar neonatólogos, en tanto que otros, con parientes con otros problemas dirán otras cosas.

Colectadas todas las iniciativas se las pondría a votación, y la que saque más votos seria implementada primero, la que salga segunda, luego, y así hasta que se acabe el dinero, existiendo el riesgo de que alguien diga que en su familia son diez, así que les tocarían 30.000 pesos en el año, que se los den, y con eso pagaran un sanatorio a su elección, opción que seguramente no sería votada por el personal del hospital de Paso de los Libres que se quedaría sin trabajo si todos votan eso.

Luego de decir que la Atención Primaria debe ser científicamente válida  y socialmente aceptable, la frase continúa diciendo que debe ser concretada con plena participación de la comunidad, en un espíritu de autorresponsabilidad, y a un costo que la comunidad pueda pagar, lo que encajaría perfectamente en el ejemplo que acabo de dar, y es por esta razón que los gobiernos en general prefieren decir que la Atención Primaria son las vacunaciones y otros servicios que prestan los centros de salud, en la forma en que las autoridades lo deciden, al ser más sapientes en el tema que los legos, lo que permite más flexibilidad en el manejo de los fondos, obedeciendo a otras razones que las científicas y las opiniones de la comunidad.

Estaba una vez en Ginebra, y la población local debía votar ese fin de semana si se ampliaba o no la terapia intensiva del hospital de la ciudad. Durante la semana la población había sido informada por TV de las ventajas de hacerlo, y los mayores impuestos que se cobrarían en caso de decisión positiva.

Dije al informante que esto me parecía posible en Suiza, donde un alto porcentaje de la población es universitaria, y en vez de mirar los programas de Tinelli en la TV mira la información para tomar la decisión, pero ¿Cómo hacerlo en Argentina, u otro país del tercer mundo?

El suizo reconoció este problema, pero me dijo que el hospital tenía ya 300 años, y la decisión inicial de construirlo había sido tomada en una reunión en la plaza, por campesinos analfabetos, votando a mano alzada, luego de haber sido informados por un médico y el alcalde, de los beneficios y los costos, y durante los 300 años cada decisión había sido tomada de la misma manera. En Suiza, como es sabido, la democracia es directa, no representativa como aquí, de modo que no hay diputados ni senadores. La misma gente común vota las leyes.

Suelo comentar esto en diversos ámbitos, y la mayoría dice que proceder de esa forma en Argentina sería un embole. Mejor los votamos cada cuatro años, así podemos mirar a Tinelli a la noche sin problemas y además divertirnos viendo cómo se pelean cuando hay elecciones cerca, aunque sepamos que luego del show todos se van a cenar juntos, a cambiar figuritas, como se dice  en la jerga politológica, aludiendo al intercambio de favores entre oficialismo y oposición dentro de lo que se llaman los ”códigos”, derivados de aquel verso del Martin Fierro, que dice que los que tienen una misma profesión deben estar unidos, para que no se los coman los de afuera, y que el que hoy está en el gobierno mañana puede estar en el llano, o tener un ACV y necesitar una mano, o una ambulancia.

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