El intendente Fabián Ríos acompañó a familiares de las víctimas, a organizaciones de Derechos Humanos y a militantes en el acto que se realizó en la esquina de Moreno y Salta. Ahí se encuentra la placa que recuerda el preciso lugar en el que fueron secuestrados Vicente Víctor “Cacho” Ayala, Julio César Barozzi , Diego Orlando Romero y Jorge Saravia Acuña en febrero de 1976, y que hasta hoy se desconoce su paradero. “Mientras exista una familia que busca a su ser querido, al menos para tener un lugar donde rezar y llevar una flor, será imposible cerrar las heridas”, expresó Fabián Ríos.
Con la presencia del Intendente Fabián Ríos, familiares y organizaciones de DDHH se recordó este viernes a los cuatro estudiantes y obreros que fueron secuestrados el 16 de febrero de 1976 por calle Moreno casi Salta, frente al club San Martín, de la Ciudad de Corrientes. También estuvieron funcionarios municipales, concejales, legisladores y militantes de distintas fuerzas políticas.
En dicho lugar, 41 años atrás, fueron secuestrados los militantes Vicente Víctor “Cacho” Ayala, Julio César Barozzi, Diego Orlando Romero y Jorge Saravia Acuña. En 2014 el Municipio colocó una placa que recuerda sus identidades como ejercicio de memoria.
“Es necesario que reconozcamos -más allá de algunas voces que piden cerrar capítulos- que mientras exista una familia que busca a su ser querido por lo menos para tener un lugar donde rezar y llevar una flor, será imposible cerrar las heridas”, expresó Fabián Ríos.
Junto a los familiares de los desaparecidos, el intendente Fabián Ríos destacó su “profundo respeto y sentimiento por las convicciones que tenían”, y evocó las palabras de Diego Ayala, hijo de “Cacho” y secretario de Economía Social del Municipio; cuando en la repatriación de los restos de Rafaella Filipazzi dijo: “algún día me va a tocar a mí”.
Diego Ayala reivindicó la militancia de su padre, destacando que “fue un hombre que luchaba por la inclusión social, por la ampliación de derechos para los trabajadores y de todas las personas, especialmente las más desprotegidas”, y recordó principalmente su trabajo en la pastoral social de la iglesia, “pasando por el pensionado católico con el sacerdote tercermundista Raúl Marturet, luchando por los más humildes”.
Con respecto a las dudas que desde algunos sectores se quieren imponer en la sociedad, sobre si hubo o no un plan sistemático de desaparición de personas, Ayala consideró que “siempre intentan poner en tela de juicio la cantidad de compañeros desaparecidos o los motivos por los que los secuestraron, pero nosotros tenemos una convicción muy fuerte y sabemos quiénes eran, qué hacían: luchar por la igualdad”.
Fabián Ríos lamentó la “irracionalidad e impunidad de interceptarlos y levantarlos en plena vía pública”, y afirmó que “hay gente que sabe qué pasó con Cacho y sus otros compañeros”. “Necesitamos que aporten datos, su familia busca y desea que les toque la oportunidad a ellos para dejar de vivir en la angustia de no saber dónde está”, pidió el intendente, y Ayala aseguró: “seguimos trabajando para recuperar el cuerpo de mi padre que continúa desaparecido”.
Por su parte Rosario “Charito” Ayala, hermana de Cacho, emocionada reavivó la memoria de su hermano: “lo veo en la calle, reclamando, presentando denuncias porque era abogado, luchando por los que más necesitaban, sin un interés o ambición personal, sino por amor a su pueblo, por eso se los extraña tanto”.
MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA
El 16 de febrero de 1976 durante un procedimiento policial y militar, los jóvenes fueron interceptados en la esquina en la que se había colocado la primera placa, en la iglesia La Cruz y frente al Club San Martín, donde fueron detenidos y luego desaparecidos.
En 2009, la Justicia Federal condenó a solo un militar, el ex comisario Diego Ulibarrie, a 25 años de prisión al hallarlo autor de privación ilegítima de la libertad agravada por su calidad de funcionario público, cuatro hechos de detención violenta y uno de aplicación de tormentos.
El texto del recordatorio, donado por la gestión del intendente Fabián Ríos dice: “En este preciso lugar, un 16 de febrero, los secuestraron y se los llevaron para siempre. La dictadura cívico-militar, enemiga del pueblo y de los militantes populares, resolvió sobre sus jóvenes vidas. Sus familias, amigos y compañeros jamás los volvieron a ver: Vicente Víctor Ayala, Julio César Barozzi, Diego Orlando Romero, Jorge Saravia Acuña”. Y finaliza: “A 38 años de aquel aberrante hecho. A 38 años de sus desapariciones forzadas, los recordamos con el mismo amor con el que se supieron ganar, por sus cualidades de solidaridad y compromiso con la causa del pueblo.