Los españoles vencieron 3 a 1 a los italianos, en el choque de revancha por los octavos de final del torneo continental. Clément Lenglet y Luis Suárez anotaron el resto de los tantos para los catalanes. Lorenzo Insigne descontó en la visita.
Lionel Messi, autor de un tanto, lideró la victoria de Barcelona sobre Napoli de Italia por 3-1 como local (4-2 en el global) en el partido de vuelta de octavos de final de la Liga de Campeones de Europa, que se jugó sin público en el Camp Nou, cinco meses después de la ida por la pandemia de coronavirus.
El argentino marcó el segundo gol de su equipo a los 21 minutos del primer tiempo y le anularon mal otro a los 33 por una supuesta mano cobrada a instancias del VAR, que también fue decisivo para sancionar el penal que el uruguayo Luis Suárez transformó en el tercero (45m. PT) tras una falta del senegalés Kalidou Koulibaly al argentino.
El defensor francés Clément Lenglet (10m. PT) anotó la apertura del marcador y el italiano Lorenzo Insigne (50m. PT), de penal, descontó en la visita.
Con esta victoria, Barcelona se metió en el Súper 8 de Lisboa, en el que chocará el próximo viernes, a las 16, con Bayern Múnich de Alemania en un duelo de candidatos al título.
Messi mostró su mejor versión desde el retorno de la actividad, con su talento habitual, más allá de una velocidad menor a los años previos, y eficacia a la hora de explotar las ocasiones que se le presentaron.
Barcelona cambió su esquema inicial, con Antoine Griezmann como tercer delantero junto con Suárez y Messi, a lo que plegó Jordi Alba con sus subidas constantes por izquierdas o las pasadas del croata Iván Rakitic, lo que le brindó una capacidad mayor para atacar la línea de cuatro italiana -recibió 50 goles en 38 fechas de la Serie A-.
A pesar de ello, el arranque del partido desnudó las fallas en la última línea catalana, más que nada en la sociedad entre Gerard Piqué y Nelson Semedo, al punto que Dries Mertens tuvo una chance inmejorable, que se estrelló en el palo derecho de un inmóvil Marce-André ter Stegen.
Sin embargo, el francés Clément Lenglet apareció con un cabezazo contundente en el área rival, en una jugada que pareció foul ofensivo por un empujón, y abrió la cuenta por medio una vía poco explotada en Barcelona -sólo dos tantos en el torneo- como es la pelota parada.
El golpe se observó en Napoli, sobre todo en el retroceso de sus volantes creativos y en la inseguridad a la hora de abrirse los espacios, al punto que le entregó el dominio al local, con la especulación de un tanto que le permitiese pensar en la clasificación o en la prórroga.
Pero enfrente, Lionel Messi tuvo otros planes y con una pelota dividida, dentro del área, se levantó entre tres defensores y terminó con un zurdazo imposible para el colombiano David Ospina cuando apenas iban 21 minutos.
Barcelona aprovechó el envión anímico y sobre todo la ausencia de balance defensivo en el equipo italiano, que lejos estuvo de la prolijidad inicial, y explotó la potencia de Luis Suárez, en diversas combinaciones con Antoine Griezmann y Messi, a quien le anularon un gol a través del VAR, por una supuesta mano que no se observó en la transmisión televisiva.
Y por esa instancia, con un parate de poco más de cinco minutos, el árbitro turco Cüneyt Çakir sancionó un claro penal de Kalidou Koulibaly sobre Messi. El encargado de patearlo fue Suárez, debido al dolor del argentino en su tobillo izquierdo, y terminó con el 3-0 que pareció sentenciar la serie con apenas un tiempo jugado.
No obstante, los errores del fondo catalán derivaron en el descuento de Insigne, que desde los 12 pasos ratificó su buen semestre en el silencio del Camp Nou.
Napoli asumió su responsabilidad en el complemento, presionó en cada salida y atacó con diferentes variantes pero sin demasiada precisión, más allá de sus arremetidas pasajeras.
Barcelona apostó por quitarle velocidad e intensidad al partido, con pelotazos para Suárez y ya sin la necesidad primaria de conseguir una ventaja tranquilizadora para sacar boleto a Lisboa.