Una multitud calculada en 140.000 personas homenajeó al arquero campeón del mundo con la Selección Argentina, que revivió en imágenes sus mejores momentos en Qatar y habló para la gente.
Cerca de 140.000 personas se reunieron de manera ordenada en el Playón de Las Toscas de Mar del Plata para recibir a su hijo dilecto. Emiliano Martínez, el arquero campeón del mundo, fue homenajeado con honores en una fiesta inolvidable.
La gente se convocó desde bien temprano. Desde las 13 el anfiteatro natural en la bajada de El Torreón, empezaba a lucir como en las mejores tardes del Mundial, cuando la gente se reunía a ver a la Selección en pantallas gigantes. El ámbito se asemejaba al de cada partido de Qatar, aunque sin dramatismo, sólo con cariño y pasión, sin resultados, festejo genuino de un marplatense que en un año y medio sacó chapa de ídolo.
A las 16, la música dijo presente con Séptimo Día (tributo a Soda Stereo). Luego continuó con la entonación del Himno Nacional Argentino de parte de Alejandro Suárez, con su guitarra llena de virtuosismo y distorsión. El violero de la banda marplatense Purple Nights (tributo a Deep Purple), deslumbró con su particular manera de tocar nuestra canción patria. Luego la cumbia tuvo su lugar. La Banda de Wally hizo bailar a la muchedumbre en la espera de Dibu.
Trescientos medios de diferentes lugares del mundo cubrieron el evento, que fue conducido por el periodista local Adrián Maucci. La apoteosis llegó cuando Dibu apareció en Las Toscas. Ya en el escenario, observó sentado la edición de sus mejores momentos en el Mundial en las pantallas y sin la compañía de ninguna autoridad política.
"Nací en Mar del Plata y es la primera vez que veo tanta gente. Ganamos la tercera estrella de la Selección y ser el primer marplatense en lograrlo no es sólo un orgullo para mí sino para todos los chicos. Los arqueritos que tengan su sueño de ganar la cuarta”, dijo Martínez.
“Yo me fui a los 12 años de Mar del Plata a Independiente y quería ser jugador profesional. A los 17 me fui a jugar a Inglaterra y cuando empecé a jugar en la Selección mi sueño era traer el título a mi ciudad. Les di la Copa América, la Recopa contra Italia que logramos en Wembley y les ganamos a los últimos campeones del Mundo en Qatar”, expresó, satisfecho, el arquero.
Con respecto a la última atajada, cuando se moría el partido ante Francia, Dibu revivió: “Fue increíble, veníamos de 70 minutos de controlar el partido, uno de los mejores partidos que jugamos, e hicimos un penal que vino de la nada. Ellos se agrandaron y tuvieron chance de ganarlo. Pero hasta que la pelota no entra, no hay que festejarlo”.
Sobre los penales atajados en las diferentes series, Martínez confesó que todas sus tretas para poner nerviosos a sus rivales nacieron de la inventiva del momento. “En los penales me hago fuerte y sé que la gente de los rivales me respeta. En el penal que Francia erró, yo sabía que el otro chico (Tchouaméni) estaba nervioso y la tiró afuera… Se cagó todo”, bromeó Dibu.
El maestro de ceremonias le consultó sobre Messi y respondió sin dudarlo: “Es el mejor jugador del planeta y mi sueño era darle un título para que no quedaran dudas de que es el mejor jugador del mundo de toda la historia”.
Por último, el mejor arquero del Mundial entregó algunos libros de su autoría, donde cuenta su experiencia de irse muy pronto de su casa y luego triunfar en el fútbol profesional, hasta llegar a ser campeón del mundo. Además, habló de sus padres, de su origen y de la importancia del acompañamiento de ellos.
Terminó la fiesta inolvidable y quedan pendientes todas las iniciativas que incluyen hacerle un monumento, ponerle su nombre al estadio Minella y declararlo hijo dilecto. Esta vez sólo hubo espacio para él y su público. Frente al mar, sin disturbios, con amor y orden. Claro que se puede expresar la pasión sin romper nada. El Dibu lo hizo posible.