El 2 de abril de 1995 San Lorenzo recibió al pirata cordobés por la sexta fecha del Torneo Clausura. En aquella ocasión el Ciclón conducido por el Bambino Veira se impuso por 1 a 0 con un agónico gol de Esteban González, que sería decisivo para la consagración final como campeón dos meses después. La historia de aquel celebrado grito. San Lorenzo no había arrancado de mejor forma la disputa del primer torneo de 1995. Un empate con Gimnasia como local y una dura derrota con Argentinos (que incluyó tres jugadores propios expulsados) no hacían presagiar la reacción que luego tendría el Ciclón, que buscaba quebrar la eterna racha de 21 años sin títulos.
Sin embargo, un triunfo en la tercera fecha ante Ferro y luego las dos victorias en fila en Avellaneda (ante Independiente y Racing) habían hecho cambiar el ánimo de los jugadores y del público. Con ese envión San Lorenzo recibió a Belgrano como local buscando lograr la cuarta victoria consecutiva. Pero el camino no habría de ser fácil.
San Lorenzo se presentó esa tarde con la importante baja del brasilero Silas y con la siguiente formación: Passet; Fernando Batista, Arévalo, Ruggeri y Manusovich; Monserrat, Galetto, Netto y Ortega Sánchez; Biaggio y Arbarello. El partido no arrancó nada bien ya que a los 15 minutos Manusovich cometió penal en favor de la visita, pero Passet salvó la situación deteniendo el disparo de Artime, que había tenido un olvidable paso por nuestro club.
En el segundo tiempo el Ciclón acorraló a Belgrano pero la poca precisión y la tarde inspirada del arquero pirata Labarre (otro ex San Lorenzo para colmo), hacían imposible que la pelota entrara. Todo cambió a falta de solo 5 minutos.
El “gallego” Esteban González (veterano atacante que venía de jugar en Vélez) había ingresado unos minutos antes en lugar de Netto, y luego de un centro del “diablo” Monserrat la cabeceó a la red para la explosión del Bidegain que se llenó de gol. Para González era una jornada especial, ya que su padre había fallecido pocas horas antes y él había pedido ser considerado en el equipo a pesar del inmenso dolor por la partida de su progenitor. Con toda esa carga emotiva de lágrimas, una montaña humana de jugadores y cuerpo técnico abrazó a González en este tanto tan emotivo.
Para San Lorenzo fue la sufrida cuarta victoria consecutiva y el envión para soñar con quebrar esa nefasta racha sin festejos, que el 25 de junio habría de concluír con la alocada vuelta olímpica en el Gigante de Arroyito. Para no ser menos fue el propio González esa tarde también el autor de gol para el recuerdo. El “Gallego” que siempre está presente en nuestros corazones azulgranas.
POR LEANDRO D'AMBROSIO
