Según un estudio del Centro de Estudios para el Desarrollo Económico la deuda pública bruta que representaba alrededor del 40 por ciento del PIB a fines de
2015, saltó al 57 por ciento en 2017. La estimación para el cierre del 2018 es que esa
relación será cercana al 80 por ciento. La historia demuestra que un modelo económico
asentado exclusivamente en la toma de deuda es insustentable.
El macrismo inauguró una etapa de acelerado incremento de endeudamiento (en pesos y
dólares). La deuda externa contraída en el 2016 superó los picos de endeudamiento anual
alcanzados desde 1976: fue casi el doble del endeudamiento estatal de 1982 (21,4 mil
millones de dólares constantes de 2016) y del de 2003 (19,2 mil millones de dólares de
2016 como resultado del salvataje al sistema financiero y asistencia a las provincias en el
marco de la crisis de la Convertibilidad).
La contracara del endeudamiento en dólares fue la generación de “la bomba de las
Lebacs” que actualmente representan alrededor de 20.000 millones de dólares. El
instrumento utilizado (Lebacs) no es malo en sí mismo, sino que el problema reside en
que se generó una inmensa masa de pesos que amenaza la estabilidad cambiaria.
A grandes rasgos, el mecanismo funcionó de la siguiente manera: 1) el Tesoro se
endeudaba en dólares, 2) las divisas eran canjeadas por pesos emitidos por el BCRA, 3) los
pesos eran esterilizados (es decir, sacados de circulación) con las Lebacs a una tasa de
interés muy alta. Ese mecanismo impulsó una bicicleta financiera mientras el dólar se
mantuvo relativamente calmo. Algo fue cambiando desde comienzos de 2018.
La dolarización de carteras reveló que los “inversores” comenzaron a dudar de la
capacidad de repago de la deuda argentina.
El jueves 3 de mayo, la revista Forbes
sentenció “puede que sea momento de salir de la Argentina”, mientras el discurso oficial
hablaba de meras “turbulencias”.
A partir de entonces, la renovación de los vencimientos de las Lebacs pasó a ser una
cuestión de vida o muerte porque había que evitar que esos pesos se convirtieran a
dólares. Eso obligó a una fuerte suba de la tasa de interés. Ese mayor costo del dinero se
traslada al resto de los instrumentos financieros (descuentos de cheque, préstamos al
consumo, hipotecarios) perjudicando a la actividad productiva. En la actualidad, el BCRA
está pagando las tasas de interés nominales más altas del mundo.
En ese marco, Luis Caputo impulsa un canje voluntario de Lebacs (en pesos) por
Letes/Botes (en dólares). La primera colocación de Letes fue muy floja en volumen (422
millones de dólares con vencimiento el 26 de julio de 2019) a pesar de que se otorgaron
varios beneficios a los inversores (se mejoró el precio (y el tipo de cambio) al que se
tomaban las Lebacs) y se pagó una tasa muy alta (5,5 por ciento). Ese rendimiento
financiero es casi el doble de lo que pagaban las Letes en 2017. Por otro lado, el canje de
Lebacs fue insignificante sobre el stock total (1 por ciento).
Aun cuando esa operatoria resultara “exitosa” implica salir de GUATEMALA para entrar
en GUATEPEOR. En otras palabras, esa ingeniería financiera transforma deuda en pesos
(del BCRA) en deuda en dólares (del Tesoro) incrementando la vulnerabilidad de la
economía argentina ante posibles variaciones del tipo de cambio. En resumen, la “bomba
de las Lebacs” es reemplazada por “la bomba de las Letes”.El stock actual de Letes ya
asciende a alrededor de $s16.000 millones.
Tal como afirma Federico Furiase (director de Eco Go) "intentar desarmar la bola de nieve
de Lebac a costa de engrosar los vencimientos de corto plazo de Letes implica cambiar
riesgo de licuación de corto plazo por riesgo de default en el mediano plazo".
En ese sentido, el último informe del Instituto de Finanzas Internacionales (entidad que
reúne a los bancos más importantes del mundo) señala que “dada su alta dependencia de
la deuda nominada en moneda extranjera, Argentina, Hungría, Turquía, Polonia y Chile
parecen ser los más vulnerables a grandes oscilaciones en los flujos de capitales”.
El riesgo de que Argentina no pague su deuda, implícito en los Credit Default Swaps
(CDS) a cinco años, se duplicó al pasar de 3,73 de fines del 2017 a 6,76 por ciento en la
actualidad. El seguro contra riesgo de default argentino es más caro que el griego a pesar
de que ese país tiene una relación deuda/PIB del 180 %.