
Este domingo se despidió de los escenarios Ofelia Leiva y con ella se fueron momentos históricos para el chamamé, momentos que quedarán guardados para siempre en el público que no se cansó de ovacionarla. Su show fue el puente de unión para todos los músicos que estuvieron presentes en esta cuarta noche
Ofelia no quiere conmoverse, pero se conmueve. Hace como si nada, pero sabe que una vez sobre el escenario la energía le recorrerá el cuerpo y ya no podrá ‘hacer como si nada’. Sin embargo se ha propuesto que este día, esta noche elegida para despedirse de los escenarios, no será una noche triste, sin duda será emotiva, sensible, pero no triste. Y Ofelia, una vez más, lo logró.
Durante la cuarta noche, además de Ofelia Leiva estuvieron presentes Irundy; Rubén Darío Acosta con Armando Palacios y su Cuarteto; Cecilia Benítez; Alejandro Britez; Renaciendo: Scófano-Linares; Trébol de Ases con Gustavo Miqueri; el ballet oficial de la provincia que, nuevamente, supo arrancar aplausos y más músicos que demostraron una vez más, que el chamamé está más vigente que nunca. Sin embargo, entre ellos no se puede soslayar la presencia de ese maestro de la guitarra que es Mateo Villalba.
EL AMOR INCONDICIONAL ENTRE OFELIA Y EL PÚBLICO
Antes de comenzar su actuación, su sentida despedida, Ofelia Leiva se acercó a la Carpa de Prensa para dialogar con los medios. Bastón en mano, agobiada por el intenso calor, pero segura del paso que estaba dando, aquella mujer de indiscutible comunicación amorosa con su público, habló de su alejamiento de los escenarios.
“No quiero perder la poca alegría que queda de dolores permanentes...no quiero que vean esa parte, no voy a especular con eso”, dijo Ofelia en referencia al porqué de su alejamiento de los escenarios. Ella padece una enfermedad que la aqueja desde hace años y le causa profundos dolores en sus huesos, más allá de que su salud siempre fue delicada. No obstante, ella siempre ha seguido cantando, incluso cuando sus dolencias la obligaban a trasladarse acostada dentro de una casa rodante que iba a muy poca velocidad en plena ruta con tal de que ella no añadiera más dolor a su cuerpo. Cuántas giras ha hecho así sin que casi nadie lo supiera, rodeada de la paciencia y el amor de sus amigos músicos y de su inseparable compañero Rosendo, con quien recorrió el país cantando chamamé durante 35 años.
Todos sabemos que este 17 de enero a Ofelia le duele el alma más que el cuerpo, pero también todos sabemos que una vez en el escenario, ese dolor se le hará canto y se multiplicará en miles de personas que aman su voz, su música, su presencia.
“Yo me alejo de los escenarios, del viajar, del pos, porque después es atender a todo el mundo con buena cara aunque me duela el alma y yo no quiero que llegue el día que deba decir ‘no, no voy porque no aguanto’. No quiero hacer eso. Pero siempre estaré dispuesta atender a todo el mundo cuando me llamen.”
Momarandu.com tuvo la oportunidad de preguntarle cuánto le ha costado llegar, le ha costado mantenerse y resistir, especialmente siendo mujer y siendo una luchadora en medio de un ambiente chamamecero donde la mayoría está conformada por hombres. Ofelia respondió: “Creo que eso de ser mujer o de ser hombre es igual, porque le tenés que poner el cuerpo y las ganas de manera igual; no es una cuestión de géneros aunque el chamamé es muy machista...son muchos los chamameceros y pocas las chamameceras”, expresó, para inmediatamente acotar: “Aunque no nos ha ido tan mal a las mujeres este año (por el 2015), hemos sido muy luchadoras para meternos en este mundo”.
Luego expresó a momarandu.com que lo que la ha mantenido en pie “es el amor por lo que hago, acá no hay nada escondido, yo amo mi música, amo a los grandes autores, a un Miqueri, a un Cocomarola, a un Edgar Romero Maciel y más acá, a todos porque me hacen feliz. Es el amor que tengo a los músicos, pero a todos ustedes también, a toda esa gente que está ahí también. Hay un amor, un ida y vuelta que nadie tiene comprado, así que ese amor hizo que yo continuara hasta ahora y sé que me va a doler infinitamente no volver a hacer esto, pero bueno...ya está...” Dijo Ofelia y la Carpa de prensa que estaba colmada de gente, rompió en aplausos.
Y después llegó la despedida sobre el escenario. Ofelia, sentada, de túnica naranja, comenzó a desandar por las canciones que siempre la acompañaron y que su público esperaba, sin duda, escucharlas otra vez, una última vez en vivo, allí, sobre el escenario Sosa Cordero del anfiteatro Cocomarola, porque Ofelia Leiva se despidió de los escenarios en su Corrientes natal ante un público mayoritariamente correntino que la adoró todo el tiempo del mundo, porque para Ofelia el público tuvo todo ese tiempo –que tal vez no existe- para dedicarle sus aplausos, sus sapucay, sus bailes, sus gritos, su manos levantadas, sus banderas y sus carteles escritos a mano con mensajes cargados de cariño y la procedencia de ese cariño inestimable.
Ofelia no habló de su despedida con la congoja que se cree, Ofelia cantó chamamé con la alegría de quien se va sabiendo que siempre se queda. Y la gente disfrutó al máximo aunque se le hiciera un nudo en la garganta y hubiera quien no pudiera contener una lágrima.
Ofelia se va, pero se queda, y su público lo sabe, por eso, el Cocomarola, más colmado que las noche anteriores, comenzó a corear: ¡No se va, Ofelia no se va!”...miles de personas gritando “¡No se va, Ofelia no se va!”.
Al finalizar su actuación, ella se puso de pie y caminó por el escenario para acercarse a la gente; con la emoción contenida levantaba su mano para saludar mientras con la otra se apoyaba sobre el bastón que reforzaba su marca de luchadora constante. Entre tanto, a sus espaldas y sin que ella lo supiera, muchos de sus amigos músicos colmaron el escenario, y con la canción de Los Beatles “Hey Jude” como coro, todos cantaron con el público y aplaudieron mientras se repetía un estribillo inglés, pero con el nombre de la correntina: “Hey Ofe...Hey Ofe...” Y sí...como la canción de los ingleses, ”...no tengas miedo, tú fuiste hecha para salir y lograrlo...” ¿Dónde estaba la emoción en ese momento? En todos, a no dudarlo, en todos.
Y así se fue Ofelia Leiva, llena de colores, de luces, de música, de chamamé y emociones. No habrá olvido para ella.