"La gracia de Cristo es el auxilio necesario, y está al alcance de quienes lo deseen honestamente", recordó el arzobispo emérito de Corrientes en su sugerencia para la homilía dominical.
“¿Aprenderemos alguna vez a referirnos a Dios como a Dios? ¿Es decir, amarlo y obedecerlo más que a nadie o a nada?”, se preguntó el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna.
En su sugerencia para la homilía, el prelado recordó que esto se cumple observando el primer mandamiento de Decálogo.
“Si así fuera ¡qué otra sería la calidad de la actividad política, social y cultural en nuestro mundo! No lamentaríamos la presencia de esos bolsones enormes de corrupción y criminalidad”.
Monseñor Castagna consideró que “existe un clamor universal en busca de la cooperación y el esfuerzo de todos para el logro del bien común. Sin embargo, los caminos de acceso al ideal se vuelven intransitables por causa de la mezquindad de los responsables de recorrerlos”.
“La gracia de Cristo es el auxilio necesario, y está al alcance de quienes lo deseen honestamente”, concluyó.