La decisión del Gobierno de Alberto Fernández de liberar al AMBA de las restricciones del ASPO (aislamiento social, preventivo y obligatorio) fue la luz verde para que la corporación de medios asimilara que la cuarentena se había terminado en el principal núcleo urbano de la Argentina. Ocurre en momentos en que Europa y los Estados Unidos vienen sufriendo el azote de la segunda ola. El Chaco no se quiso quedar fuera de los anuncios y desde las 0 de este domingo regirá también se eliminarán las restricciones más importantes.
Pero la verdad es que como ha señalado reiteradamente el presidente Fernández la cuarentena hacía ya tiempo que en la Argentina no existía, prueba de ello es la disparada de casos que tuvieron varias provincias, entre ellas dos de las más importantes, Córdoba y Santa Fe.
Algo similar ocurrió en el Chaco, la movilidad, especialmente en el Gran Resistencia hacía tiempo que de hecho estaba exenta de restricciones y también el interior provincial se vio sacudido, fundamentalmente en Sáenz Peña y Villa Angela.
Pero hay muchos sectores que vieron en esto una luz de esperanza. La práctica de deportes, especialmente la “industria” del fútbol cinco que no pudo sortear las limitaciones y fundamentalmente lo que espera un movimiento de reactivación es el sector de la cultura y los espectáculos.
Hay demasiada fuerza contenida para poder adelantar cómo se dará finalmente, aunque ya se habla de recitales al aire libre, sobre todo de aquellos sectores que llegaron a experimentar el streaming como una forma de poder generar algún ingreso.
Esos medios que citamos al principio todavía no hablan de los confinamientos que se decretaron en Europa. Francia, en donde según Mauricio Macri se respiraba libertad cuando se tomó unas vacaciones de la pandemia argentina, es uno de los países más afectados.
En los últimos días llegó a registrar más de 40 mil casos en sólo 24 horas, pero en general todos los países del viejo continente están sufriendo una gran cantidad de nuevos contagios. Estados Unidos también, salvo que por efecto de la demorada definición electoral que terminó con el desconcertante gobierno de Donald Trump, por el momento el coronavirus dejó de ser noticia en el gran país del norte.
La encrucijada política a la que el actual presidente republicano llevó a su nación por desconocer su derrota probablemente postergue aún más al COVID-19. Las consecuencias se verán en poco tiempo.
Nuevamente esa prensa corporativa está operando como casi siempre en perjuicio de la mayoría de los argentinos. Volvieron en contra de los intereses de la gente el anuncio del Gobierno nacional relacionado con la compra de 25 millones de dosis de la vacuna rusa, de las cuales una gran parte llegaría al país en diciembre próximo.
Ponerle ideología a la vacuna rusa es, para empezar, desconocer que la Unión Soviética desapareció con el fin de la cortina de hierro a mediados de la década del 80. No es un dato menor del que se aprovechan estos sectores interesados en relación con la escasa capacidad de discernimiento que muestran quienes se suben a esa interpretación intencionada.
Tanto que en las últimas horas se anunció la garantía de que una cantidad apenas inferior de la vacuna de Oxford/AstraZenaca también está prevista para fin de año o principios del siguiente para nuestro país.
La aparición de la vacuna podría evitar que una segunda ola golpee a la Argentina como ahora está ocurriendo en el viejo continente o en América del Norte. Será el momento de evaluar las estadísticas y ver cómo terminó nuestro país en el ranking de naciones que tuvieron que enfrentar la pandemia.
Se viene otra marcha anticuarentena que ahora se movilizará para pedirle a tres jueces que ni la Corte Suprema reconoce como titulares no renuncien y dejen sin cobertura al macrismo que se enfrente a la hora de la verdad ante la Justicia. No parece tener sentido y no lo tiene.
Los impulsores seguramente no valorarán las decisiones que tomó el Gobierno nacional el marzo, las vidas que se salvaron, frente a otras decenas de miles que lamentablemente se perdieron. Los hacedores de la sinrazón nunca lo valorarán, aunque tengan la posibilidad de contarlo, frente a otros que no pudieron hacerlo. Son los que discuten si la vacuna es obligatoria o no, para argumentar no querer ser conejillos de Indias, aunque muchos calladitos irán a hacer la cola para vacunarse en silencio. Porque sus argumentos se acaban en la diatriba, no en la verdad ni en los hechos, y para ellos no hace falta ser, tal solo parecer.