Los principales medios de comunicación del país, los que el Frente de Todos denuncia como el “poder real” anuncian para este domingo una nueva manifestación por la liberación de Formosa. Lo harán nada menos con la asistencia de Patricia Bullrich encabezando las marchas y denunciando la represión en la provincia vecina.
La derecha radicalizada porteña viene a agitar las aguas en el norte del país después de que sus medios adeptos hubieran pretendido instalar que en la jurisdicción que hace largos 20 años gobierna Gildo Insfrán se violan los derechos humanos.
Bullrich, es la madre ideológica de la “doctrina Chocobar” la defensora de integrantes de fuerzas de seguridad matando por la espalda, como la causa de Rafael Nahuel, o la ejecutante de las fortísimas represiones que precedieron la sanción de la reforma previsional en diciembre de 2017 y la sanción del presupuesto de 2019 en octubre de 2018, durante el gobierno de “Cambiemos”.
Ahora agita el derecho a la libertad de manifestantes que pretendieron quemar la Casa de Gobierno formoseña. La derecha política argentina, de habitual ductilidad para no hacerse cargo de nada en este país, no tiene miedo en hamacarse para reclamar la destitución del “tirano” formoseño.
Esa derecha en nuestra provincia, con su nuevo referente incorrectamente político, hasta hace poco subsecretario de Jorge Capitanich, reclama mano dura para los piqueteros que se manifiestan en las calles, pero se indigna cuando los que reciben los palos, balas de goma y gases son “jóvenes libertarios”.
El gobierno nacional repudió el operativo policial excesivo y el propio Insfrán tomó medidas ante los abusos cometidos por las fuerzas de seguridad. Nada de eso importa. La verdad es la que sus medios propalan y lo que sus seguidores quieren creer, por eso las marchas van a seguir con Bullrich a la cabeza.
La sociedad se encuentra intoxicada de tanta información falsa que habitualmente recibe de las usinas o propaladores del poder real. Es tiempo de empezar a identificarlo. Una cosa es el poder formal en nuestro país, sus instituciones y otra el poder real que gobernó en los cuatro años precedentes a la gestión del Frente de Todos y que quiere volver.
Ese poder real se sostiene con lo que lo que sus votantes quieren creer. El talón de Aquiles de Insfrán no es lo que hace en el gobierno de su provincia, sino la falta de alternancia. Intríngulis de la Constitución de esa provincia, de su sistema electoral, formalmente vigente. ¿Pero si hubiera que comparar a Formosa con Chaco, Corrientes, Misiones, Córdoba, San Luis, Jujuy, Buenos Aires, CABA, Santiago del Estero, la condición de sus ciudadanos sería distinta?
En los distritos ricos como la vieja Capital Federal, tal vez, en términos económicos, pero en términos institucionales, cuánto cambia en el manejo de sus instituciones la alternancia. No están colonizados el empleo público, los poderes judiciales. ¿Qué diferencias hay en Corrientes entre los gobiernos del Pacto Autonomista-Liberal y el régimen colombista que la Unión Cívica Radical encabeza en otra provincia vecina? ¿Acaso la alternancia solucionó el problema de los docentes en el Chaco? Esto no quiere decir que no sea necesario limitar el período de gobierno en Formosa y en cualquier parte del mundo. Benjamín Netanyahu gobierna en Israel desde 2009, y ya había sido primer ministro entre 1996 y 1999. Angela Merkel es canciller alemana desde el año 2005 hasta la fecha. A nadie se le ocurriría decir que en esos países hubiera una tiranía gobernando. Es obvio que la situación de los ciudadanos israelíes o alemanes no puede compararse con la de un formoseño, pero tampoco puede ser comparada con prácticamente ningún habitante de la República Argentina.
Los principales países del mundo que han controlado la pandemia, especialmente en el sudeste asiático, entre ellos Corea del Sur o China, lo han hecho en base a fuertes restricciones. En Inglaterra o Francia, tras una fuerte tercera ola la salida ideada por esos gobiernos fueron también durísimas limitaciones a la movilidad, en tanto las políticas de vacunación comienzan a hacer sentir sus efectos, por el momento no con una caída de contagios, sino con una disminución en las necesidades de internación o en casos terminados en fallecimientos.
Claro son países centrales que tienen la vacuna al alcance de la mano, porque la producen o porque monopolizan la compra. Formosa puede exhibir, aunque ninguno de los fanáticos radicalizados militantes de la derecha está dispuesto a concederle, la mejor performance en cuanto al control del coronavirus en la Argentina siendo uno de los distritos más pobres del país.
Y la violenta manifestación que fue reprimida por la Policía se debió a que el pequeño sector de la economía privada no está dispuesto a VOLVER a la “fase 1” decidida por el Gobierno de Insfrán ante un crecimiento de casos.
Es preciso recordar aquí, antes de retomar esta idea que por ejemplo, el expresidente Mauricio Macri afirma que el año pasado “no hubo clases” en la Argentina. Una expresión que repitió el ministro de Economía de Capitanich, Santiago Péres Pons, en medio de su negociación con los gremios docentes.
Ese concepto desprecia el esfuerzo hecho por los maestros y alumnos del país que tuvieron que acomodarse al sistema virtual de clases, y termina ocultando en realidad que efectivamente hubo sectores que fueron alejados de la educación por falta de conectividad.
Es el mismo concepto que se acuñó para denunciar la “cuarentena eterna” que había impuesto el Gobierno nacional a pesar de la paulatina flexibilización de las medidas, que se dieron de hecho o de derecho.
Retomando el tema Formosa, la fuerte manifestación se produjo porque el gobierno de Insfrán había decidido “volver” a la fase 1, importa decir que ya no se estaba en esa fase de duras restricciones. Pero el dato no aleatorio es que terminaron en fracaso las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos que plantearon los conductores del PRO, la Coalición Cívica y la Unión Cívica Radical, el denominado “Juntos por el Cambio” cuando incursionaron los medios nacionales para mostrar las condiciones en las que se alojaban los ciudadanos que tenían que hacer cuarentena.
Formosa, tiene una larga frontera con Paraguay en donde la situación sanitaria está desbordada, tanto que el presidente Mario Abdo acaba de despedir al ministro de Salud Julio Mazzoleni. Lo hizo para intentar retomar la iniciativa política. Pero el malestar de la población del país guaraní no tiene que ver exclusivamente con la floja performance que tuvo para enfrentar la pandemia, se nota porque el jefe de Estado pidió que renuncie todo su gabinete, en las últimas horas.
El desconocimiento del país central argentino sobre la geografía norte (que integra la provincia del Chaco) es tanto que en las redes sociales se compartieron en las últimas horas videos de manifestaciones en la ciudad de Asunción que algunos ignorantes y otros malos intencionados quisieron decir que era lo que estaba ocurriendo en la ciudad de Formosa.
Insfrán está pasando por el mismo trámite. Pero a diferencia de lo que ocurre en el país vecino, el que se está levantando no es el pueblo formoseño; tal vez una pequeña parte con razón en la base de sus reclamos, pero de lo que no hay dudas es que al poder real que está operando le importa muy poco la población formoseña que desconoce, incluso esos pocos manifestantes que azuzan como carne de cañón para ver si de alguna manera pueden obtener un rédito que les permita regresar al Gobierno nacional. Lo tienen que hacer antes de que termine la pandemia, antes de que regrese la normalidad, en ese otro escenario no podrán pescar porque las aguas volverán a tranquilizarse.