El presidente Alberto Fernández anunció que las clases presenciales se dictarán en marzo, aunque claro está que el panorama estará atado a la evolución de pandemia en esta parte del planeta. No quedan dudas de que la gestión del Frente de Todos pugna por normalizar la situación a partir de un lento plan de vacunación, pero por presión mediática que intencionalmente está colaborando con la campaña opositora.
El anuncio del presidente busca desactivar la reaparición de Mauricio Macri en el contexto político del año electoral que recién comienza. Es también, probablemente, la decisión del titular del Ejecutivo de confrontar con su antecesor, de todos, el rival más sencillo de superar.
Pero la cuestión de fondo es el impulso que el trípode de medios que representan Clarín, La Nación e Infobae, pretenden darle al desaliento de los sectores que posibilitaron el triunfo del actual oficialismo. Entonces no sorprenden las repetidas apariciones de la chaqueña Elisa Carrió para denunciar el “negocio” entre Rusia y la vicepresidente Cristina Fernández, razón por la cual no se inocularía la vacuna Sputnik V, cuyo segundo vector arribó ayer a la Argentina.
Los medios citados ejerciendo un periodismo “de suposición” llegaron a plantear dudas sobre la existencia del segundo vector, todo con tal de desacreditar la única vacuna que se está aplicando en el país.
¿Es posible ignorar los mensajes apocalípticos y seguir adelante? Si, si hubiera resultados que confronten la cadena de mentiras que diariamente se habilitan. Es quizás prematura exigir resultados si se tiene en cuenta la catastrófica herencia que dejó el gobierno de Mauricio Macri a la que se sumó el brutal ataque del COVID-19 en todo el mundo. Pero también hay expectativas que el propio Gobierno de Alberto generó y que todavía son interrogantes.
Para tocar un tema de actualidad, el Ministerio de Salud prometió que en enero se iban a aplicar 5 millones de dosis de vacunas y en febrero otras 5 millones, debiendo en marzo ponerse en marcha la vacunación con la candidata de Oxford/Astra Zeneca.
Pero en arribo del segundo vector de la Sputnik V ocurrido ayer en vuelo proveniente de Moscú lo único que ha hecho es confirmar el número de 300 mil personas con posibilidades de vacunarse, fundamentalmente la primera línea de riesgo del personal de Salud.
Es cierto que todavía falta para que termine el mes de enero, pero no se avizoran movimientos, ni información oficial que termine aclarando este panorama, salvo la aparición de la posibilidad de 1 millón de dosis de la china Sinovac.
Tal vez porque la oposición bombardea la vacuna del Instituto Gamaleya prefiera no recordar esa promesa de los 5 millones de dosis en enero, pero está claro que en cuanto sea políticamente conveniente volverá a instalar agenda con ese tema.
Lo que falta, entonces, es claridad en la información que el Gobierno nacional brinda en estos temas tan sensibles. Es cierto que los grandes medios enrolados en la oposición política seguramente no brindarán el espacio suficiente o esperable para estas cuestiones, pero está claro que el alcance de esos medios está hoy mucho más limitado a raíz del impacto de otros medios no tan fuertes ni politizados, pero con mayor credibilidad en la mayoría de los argentinos.
Si por la hegemonía de esos medios hubiera sido, Alberto no hubiera sido presidente y Mauricio Macri seguiría gobernando. Tal vez debería ser un elemento a debatir en los estamentos con poder de decisión el momento de definir la distribución de la pauta.
Eso lleva a otro punto en el debate actual, puertas adentro de la militancia del oficialismo. Hasta dónde está dispuesto a confrontar el presidente Fernández con los medios de comunicación que hasta ahora no solamente han operado políticamente en contra de su gestión, sino que abiertamente han mentido en esa misma tesitura.
Uno de esos ejemplos es la decisión de intentar bajar los precios de uno de los principales insumos de la producción ganadera y con ello la carne, el maíz cerrando las exportaciones por un tiempo. La protesta de la oligarquía del campo no solamente obligó al presidente a retroceder en la medida, sino además en tener que aguantar que el sector rural termine sus tres días de paro, porque la medida de protesta fue ratificada.
El laureado cineasta Juan José Campanella agitó la figura de Fernando de la Rúa para augurar la caída de Alberto Fernández. Y aunque el director de “El secreto de sus ojos” tuvo que borrar su tuit, hay que decir que con el respaldo popular que asumió el Gobierno de la Alianza en 1999, si terminó renunciando fue porque desdeñó el apoyo mayoritario de la gente y terminó haciendo estallar el país defendiendo las políticas del menemismo que la gente había votado para cambiar.
El ocaso de aquel gobierno que terminó condenando al ostracismo a figuras inconmensurables con el ex vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez representa el colofón político de quien defrauda a sus electores para terminar atendiendo a los sectores concentrados que hoy están haciendo lo mismo con el gobierno del Frente de Todos.
La cuestión que agitan los medios en relación con las “diferencias” entre el kirchnerismo duro y el presidente, que tuvo ayer un insólito capítulo entre la ex candidata a embajadora en Rusia, Alicia Castro y el canciller Felipe Solá por la pequeñez de un bloqueo en Twitter podrán ser ciertas o no, no tanto en su existencia sino más bien en su profundidad, pero la idea central en la que deben enfocarse todos es en qué están esperando los votantes del Frente de Todos.
El apoyo es mayoritario y se terminará verificando en las próximas elecciones más allá de los ensayos que promueva el macrismo, ya sea con la becaria del CONICET Sandra Pitta, el cantante El Dipy, el economista ultra liberal y ultra ortodoxo, Guillermo Cachanovsky o la figura repetida de Elisa Carrió.