La plaza Cabral de la ciudad de Corrientes presenta una situación crítica de abandono, que se evidencia en primer lugar por la falta de iluminación en algunas farolas del centro de este histórico paseo público. Todavía no fue intervenida por el plan municipal de cambio de las luces halógenas por luces led, algo que ya ocurrió en algunas avenidas de la capital.
Además, varias personas en situación de calle decidieron refugiarse allí.
Ayer se encontraba un hombre con su colchón frente a la estación saludable, y ante la consulta de este diario negó haber recibido ayuda de la Comuna. Utiliza las estructuras del lugar para proteger sus pertenencias.
“Suelo traer a mis hijas a recrearse pero sólo en los momentos con luz del día, porque a la noche a veces no puedo ver a las personas que circulan por acá”, dijo una vecina a este diario en referencia a la falta de iluminación eficiente en la plaza Cabral.
Otro de los vecinos apuntó al inicio de una intervención que se estaba ejecutando ayer, en contraste con la situación de calle de las personas frente a la estación saludable. “Comienzan una nueva obra cuando hay personas viviendo en la calle, ya es un abandono humanitario”, aseveró el vecino en diálogo con El Litoral.
La Municipalidad de Corrientes llevó la atención de personas en situación de calle durante los primeros meses de la pandemia de covid-19 a través de la Secretaría de Desarrollo Humano.
Sin embargo, desde el área señalaron que el municipio siempre está atento para asistir a las personas, aunque reconocieron que en ocasiones desestiman cualquier ayuda por parte del Estado. Resaltaron la complejidad de los casos y que a veces se niegan a la sugerencia de trasladarse a un refugio o bien a un centro de salud, porque no quieren abandonar el lugar donde se asientan.
Por otra parte, la Municipalidad de Corrientes asegura que ya superó los 22 kilómetros lineales de luces led en la ciudad y que espera seguir mejorando el sistema de iluminación con nuevas tecnologías.
La situación crítica se acrecienta con la llegada de la temporada estival, justamente cuando estas personas suelen sufrir más la vida a la intemperie.