A 107 años de su fallecimiento, se recuerda al sacerdote que dedicó su vida a salvar a los enfermos de cólera y lepra. Fue proclamado santo por el Papa Francisco en 2016.
Un día como hoy, 26 de enero, pero de 1914, murió el sacerdote católico San José Gabriel del Rosario Brochero, mejor conocido como "El cura gaucho" por su trabajo con los más necesitados y se convirtió en un "salvador para muchos creyentes". En 2004, el Cura Brochero fue declarado venerable por el Papa Juan Pablo II y finalmente canonizado 12 años después, en una celebración presidida por el Papa Francisco. Fue el primer santo que nació, vivió y murió en la Argentina.
Brochero nació el 16 de marzo 1840 en Córdoba y dedicó su vida a la religión. Se destacó en 1867 socorriendo a los enfermos y moribundos que había provocado la epidemia de cólera, un terrible periodo que dejó un total de 4000 muertos. En ese entonces, el cólera había invadido las ciudades de Buenos Aires, Rosario, Corrientes, Entre Ríos y el Nordeste argentino.
Más tarde, a los 29 años, Brochero fue designado cura del curato de San Alberto, lo que actualmente es el Valle de Traslasierra, con una extensión de 4336 kilómetros. Durante tres días, Brochero viajó en mula a esta localidad de unos 10.000 habitantes de los cuales, una gran parte, eran recluidos y prófugos de la Justicia. Asimismo, el sacerdote fundó escuelas, creó caminos (como el de las Altas Cumbres) y gestionó la creación de diques, una estafeta postal y un telégrafo. A su vez, logró la llegada del agua al pueblo desde el río Panaholma, mediante la construcción de un acueducto.
En sus últimos años, el cura Brochero enfermó de lepra, como consecuencia de convivir con muchos enfermos con los que inclusive compartía el mate. Esta enfermedad lo dejó sordo y ciego, aunque eso no le impidió seguir trabajando. Sin embargo, antes de morir decidió terminar con su última promesa: el ferrocarril que aún no había podido concretar. En 1912 se entrevistó con el líder radical, Hipólito Yrigoyen, para cautivarlo sobre la construcción del ramal Soto Dolores. Luego, viajó a Villa del Tránsito donde permaneció hasta su muerte a los 73 años en lo que hoy es el Museo Brocheriano. Fiel a su lenguaje gaucho, sus últimas palabras antes de morir fueron: "Ahora tengo ya los aparejos listos pa’l viaje".
Milagro y santificación de Brochero
La milagrosa recuperación de dos personas que estuvieron a punto de morir y fueron salvadas luego de rezarle al "cura gaucho" lograron el principio de los procesos para santificar a Brochero. Nicolás Flores tenía 11 años cuando los médicos pronosticaron que si se salvaba tendría una "vida vegetativa". Su padre rezó a Brochero pidiéndole por su hijo y de repente, el niño se recuperó.
El otro milagro fue la cura de una nena de 8 años que despertó de su estado vegetativo y comenzó a caminar. Camila Brusotti, había sido víctima de una brutal agresión de sus padres, la cual la dejó inconsciente y estuvo internada durante meses en terapia intensiva. Sus familiares eran creyentes del cura gaucho y rezaron para que la salvara. Inesperadamente, y sin un diagnóstico médico que pudiera explicar qué había ocurrido, inició una recuperación de la nena.
Por tanto, Brochero fue declarado venerable por el papa Juan Pablo II en 2004 y finalmente canonizado el 16 de octubre de 2016, en una celebración presidida por el propio Papa Francisco. La santificación de Brochero, junto con la de otras seis personas, se produjo en una ceremonia multitudinaria en el Vaticano a la que asistieron unas 80.000 personas.
Villa Cura Brochero y la "Cabalgata Brocheriana"
El sacerdote dejó tal huella que, en 1916, apenas dos años después de su muerte, las autoridades políticas cambiaron el nombre del pueblo en el que vivía y que hasta entonces se llamaba Villa del Tránsito, rebautizándolo como Villa Cura Brochero.
Para conmemorar al cura, a partir del año 1997 la Asociación Cultural "La Vuelta del Guerrero" comenzó con las "Cabalgatas Brocherianas". En la actualidad, se realizan recorridos a manera de peregrinación, en donde aproximadamente participan más de 500 jinetes a caballo, acompañados por 200 a 250 caminantes.