Administraciones de diferentes espacios y colores políticos habilitaron subas que posicionan al boleto correntino, como el más caro de todo el NEA, en una capital con el 43% de pobreza. La ausencia e indolencia de espacios ciudadanos e intermedios que puedan hacer frente a un monopolio que avanza sin resistencias.
Desde este 1 de enero los habitantes de la capital de la provincia de Corrientes pagarán la tarifa de transporte más cara del NEA. Pasará de $40 a $60 en una ciudad que tiene el 43% de sus vecinos y vecinas, sumergidos en la pobreza y el trabajo informal. Golpeados además por una pandemia que parece no tener fin a corto plazo.
En 2016, mes de julio de ese año el boleto costaba $4,90 y aumentó a $7,30 pero antes de que culminara ese año volvió a subir unos escalones quedándose en $7,68. Para 2018 tuvo otros dos aumentos, todas esas subas fueron autorizadas y viabilizadas por los ejecutivos municipales y concejales de la ciudad de Corrientes. Pasó de $7,68 a $9,50 y antes que termine ese año quedó en $11.
Con el inicio de la nueva década, 2021 pegó el gran salto, la tarifa pasó de $19 a $30 en enero de este año y antes que termina los representantes de la ciudad de Corrientes, no dudaron en darle una subida más del 50% quedando el costo de la tarifa plana en %60.
¿Con estas subas mejoró el servicio? No. Todo lo contrario. Sigue siendo deficitario en frecuencias, unidades sin aire acondicionado en una ciudad que arde durante el verano con temperaturas de 40°. Tampoco hay refugios como corresponden, una de las paradas centrales está a la intemperie. Es el puerto de la ciudad, los pasajeros deben esperar los colectivos al aire libre: bajo el sol incendiario del verano, la lluvia y frío de los meses de junio y julio. Además de compartir andenes con los pasajeros que toman las unidades que van a Resistencia (Chaco).
También quedó demostrado que las empresas, casi todas de una sola firma, no cumplen sus obligaciones patronales con sus trabajadores. A los choferes no les depositan el total de sus aportes previsionales, sociales y hasta de vacaciones.
A pesar de todas estas cuestiones los representantes de vecinos y vecinas de la ciudad, aprueban sin discusión –como obedeciendo órdenes- los sistemáticos aumentos en la tarifa del transporte.
También queda en evidencia la falta de espacios civiles, de representación vecinal en Corrientes que militen la presentación de los usuarios por fuera de los partidos políticos tradicionales, que como se observa, son satélites de una corporación empresarial que avanza sin resistencia en Corrientes.
